Leave Your Lover {Shawn Mendes Fan Fiction}

XVII

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XVII. Roses.

Han sido las tres semanas más largas y tristes de toda mi vida. Estuve un par de días en un hospital después de la pérdida de mi pequeño bebé, durante ese tiempo Austin se encargó de darme un teléfono nuevo para deshacerse del anterior, ha confiscado las llaves de mi auto y se ha deshecho de un par de cartas escritas a puño y letra de Shawn que escondía celosamente dentro mi armario.

Todos los días se da el tiempo de reclamarme, decirme que todo lo que está haciendo es para nuestro benéfico y que está dispuesto a perdonarme siempre y cuando yo olvide a aquel sujeto. No me interesa su perdón.

Ya no.

Dormimos en habitaciones separadas, la mayor parte del tiempo en el que él está en casa me quedo en mi habitación sin decir nada y evito su mirada durante los incómodos viajes en auto cada vez que tenemos que dirigirnos a algún sitio.

Debí huir en cuanto tuve la oportunidad.

En un intento de arreglar mi roto corazón y calmar la culpa que le ha generado los últimos sucesos ha mandado a casa cada día de la semana bonitos ramos de girasoles, él sabía que con ellas podría enmendar cualquier situación pero esta vez no y se lo he dejado claro al poner todos aquellos girasoles fuera de su habitación.

Es sábado, finalmente Austin se ha ido por al menos doce horas y soy libre de moverme por mi propio hogar sin tener que cruzarme con él. Thunder me hace compañía mientras miro las ondas que se forman en la piscina ante las corrientes de aire y suelto un suspiro. Lo que daría por salir de este sitio.

—Señora Host, le han traído esto.—Una de las nuevas empleadas me busca en el jardín pero no tengo humor como para lidiar con ellas. A pesar de ser las personas más bondadosas y comprensivas que pudiesen existir sinceramente no tengo los ánimos de hacerme amiga de nadie.

—Si son los girasoles que Austin manda a diario déjalos en mi habitación.

—No son girasoles, señora.—Volteo hacia ella y observo el pequeño ramo de rosas en sus manos. Ella se acerca y las deja en mis manos, me sonríe con cierta pena y se marcha.

Las rosas son pequeñas, son rojas y huelen divino. Sonrío ante la suave sensación de los pétalos en mis dedos y solo puedo pensar en quien pudo haberlas enviado. Entre ellas se encuentra una pequeña carta escondida entre todos los pétalos.

"Te extraño. S."

Yo también lo extraño muchísimo.

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—¿Quién te ha enviado esas flores?.— Dejo dentro del bolsillo de mi cardigan la única fotografía en existencia de mi bebé y seco el par de lágrimas que he llorado el día de hoy. Vuelvo a entrar en la habitación, cierro las puertas de aquel pequeño balcón y le veo de pie en la puerta mirando las rosas que he puesto en un florero sobre mi cómoda. Llevan más de tres días ahí y apenas las nota.

—Mamá. Aún está triste por la pérdida del bebé.—Suspira con fastidio y frunce el ceño un poco.

—Me da lo mismo. ¿Te llegaron mis flores?.—Asiento y señalo la puerta de la habitación.—¿Porqué no las aceptas? Son tuyas.