Lanzar fuego.

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— Su majestad, el mensajero ha vuelto —

— Hazlo entrar —

— Sí — el pelirrojo hizo una reverencia y desapareció detrás de la puerta.

Dentro de una taberna ubicada en el paso en el camino que llevaba a la capital de Erizel, se encontraba tomando un descanso el príncipe heredero del reino de Saraton.

— ¿Qué hay? — preguntó una vez entro el mensajero seguido por su guardia real.

— Esto — dijo el hombre entregándole un papel.

El príncipe lo tomo y como agradecimiento le dio un par de monedas de oro, esperando a que el mensajero saliera, para leer el contenido del papel.

"El rey consorte ha caído en el sueño"

— Es terrible — habló con pesar el guardia real.

— Esto puede cambiar las cosas — dijo el príncipe con un resplandor — Sin la insistencia del rey consorte tal vez pueda persuadir al nuevo gobernante para hacer un cambio en la alianza —

— Chuuya — el guardia dejó las formalidades y sentencioso reprendió al príncipe — Sin el rey consorte es aún más preciso que la alianza se lleve a cabo, no sabemos a quien coronaran ni cómo vaya a dirigir el reino, es importante que la alianza se reafirme, tu padre, el rey — enfatizó — Fue muy claro, dijo que no te permitirá regresar sin un consorte —

Chuuya hizo una mueca y soltó un suspiro de hastío — Es precisamente lo que intento evitar, debe haber otro modo de reafirmar esta alianza —

— Pero esta es la más segura, además tu coronación depende de ello, el rey Randou no querrá dejar un reino que está a punto de empezar una guerra, sólo porque el príncipe no supo hacer su único trabajo, debemos evitarlo a toda costa —

— Debe haber otro modo, además no sabemos cuál de los tres será — se quejó Chuuya haciendo una mueca a su guardia.

— Eso no tiene importancia —

— ¡Claro que sí! — gritó Chuuya indignado — Mi futura pareja puede ser una alfa con tendencias sadomasoquistas o uno de los hermanos beta —

— ¿Te molesta que no sea un omega? —

— ¡No! — volvió a gritar — Es sólo que toda mi vida me han preparado para lidiar con un omega y el instinto...— dijo conmocionado, pues en realidad no tenía ninguna excusa razonable para no comprometerse — No tengo nada en contra de los betas o incluso si es otro alfa, sólo no quiero casarme aún — Chuuya suspiraba resignado.

Había crecido rodeado con cuentos e historias sobre lo maravilloso que era cuando un alfa encontraba a su omega y juraba su vida para protegerlo y amarlo por el resto de los tiempos, sin embargo, el príncipe nunca estuvo muy interesado en esos cuentos o en averiguar si era verdad, ni en su adolescencia cuando se presentó cómo alfa, a pesar de tener una gran fila de omegas dispuestos a unirse a él, todos y cada uno en espera para ser seleccionado a ayudarlo a aliviar el peso del primer y el resto de sus celos, Chuuya simplemente no se interesaba por tener una pareja fija.

Tiempo después logró regular sus hormonas y estar en control de sus celos, pues no había nadie en su reino que le provocara tales deseos debocados característicos de los alfas, haciendo más fácil tener el control de todo su cuerpo.

Es por eso, por lo que le molestaba tener que ceder tanto control a su padre, para asegurar el bienestar del reino de Saraton.

Un leve toquido se escuchó dentro de la habitación, para luego revelar a una chica de ojos grises que anunciaba que todo estaba listo.

Laced [Soukoku-Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora