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Zayn

Teníamos al rededor de dos semanas en Londres y las cosas iban exactamente como yo quería. Perdimos a la policía que es lo importante. Mi padre tuvo que irse a España para no llamar tanto la atención.  Era bueno volver al lugar en el que crecí. 

Todo bien, excepto por algo, o mas bien, alguien. 

Alexis comenzaba a preocuparme. Solo come si se lo ordeno, solo habla si se lo exijo y solo me mira cuando se lo pido, pero  veces desearía no hacerlo. Sus ojos esmeralda ya no brillan como antes. Ahora parecen apagados... muertos. 

Los arboles se movían a gran velocidad gracias a la rapidez de mi Aston Martin. Un lindo juguetito que me costo algo caro. 

Llevaba la mayor parte del día fuera de la casa. Tenia varios pendientes pero lo peor fue tener que ver a Dylan preguntándome si ya había pensado bien las cosas y al fin entregaría a Alexis. 

Pase el portón de mi casa y estacione el auto enfrente de la puerta. Estábamos en medio del bosque, así que nadie nos encontraría. 

La puerta principal se abrió gracias a mi ama de llaves. Sus ojos color chocolate me miraron con alegría. Las arrugas de su boca se marcaron cuando me sonrió alegremente y su cabello rubio con algunas canas se agito un poco por el asentimiento que me dio.

-¿Como estuvo su día, amo? - pregunto cortésmente y cerro la puerta detrás de mi. 

-Mejor ahora que estoy aquí - quite la chamarra de mezclilla de mis hombros y la colgué en el perchero. Vestía pantalón negro y camisa blanca, un poco transparente ya que mostraba mis tatuajes atreves de la tela. 

-Me alegro mucho, ya le serviré la cena. ¿La joven Alexis cenara con usted?

-Ya sabes que si - no quería, pero le hice la pregunta de todos los días - ¿Ya comió algo hoy?

Su boca se torció en un gesto incomodo y negó con la cabeza. Suspire pesadamente y me pase la mano por mi ya alborotado cabello. 

-No me ha querido abrir la puerta desde hace dos hora - sonaba mas a una disculpa que como explicación.

Camine a paso rápido por las escaleras hasta llegar a la habitación. Pero cuando gire la perilla esta no cedió. Ella puso el seguro. 

-Alexis, abre la puerta - pedí con voz dura. Espere unos segundos pero no hubo respuesta - abre la maldita puerta no tengo tiempo para tus niñeras. - de nuevo no hubo respuesta.

Conte mentalmente hasta tres y hasta ahí duro mi paciencia. Di un paso hacia atrás y dos patadas fueron suficientes para abrir la puerta. La habitación estaba sola. 

Al adentrarme mas iba a gritar su nombre pero me detuve al notar una pequeña bolsa transparente con polvo blanco en la cama. Yo sabia bien que era eso. Me lo habían para que lo probara para hacer mas tratos pero nunca me intereso. 

El pulso se me acelero, esto no pintaba bien. 

La puerta del baño estaba entreabierta y de inmediato me apresure a entrar. Alexis estaba sentada en el inodoro solo vestida con su ropa interior. Tenia una navaja entre los dedos y se hacia débiles cortes en sus delgados muslos. 

-¿Pero que coño haces? - exclame y de un movimiento le quite el artefacto.

Alexis temblaba sin parar y sus pupilas estaban dilatadas, casi opacando su color esmeralda. 

-Déjame ... sola - su voz sonó como un su susurro - ya casi termino... 

Estaba mojada, como si se hubiera duchado y sus dientes no dejaban de castañear. 

Abrí la llave de la tina para que se llenara y la cargue entre mis brazos para acostarla, sentí un hueco en el estomago, apenas y pesaba. Ella cerro los ojos y la acosté para que el agua caliente la cubriera. Esta se tiño ligeramente de rojo. Me arrodille junto a ella y comencé a revisar sus heridas para saber si necesitaba un doctor. 

-Alexis - la llame después de unos minutos y ella seguía con los ojos cerrados - Alexis - repito y la muevo un poco para que reaccione. No lo hace. Algo parecido al miedo comienza a colarse por mi sistema. La muevo un poco mas y llamo su nombre pero sigue sin responder. - Alexis, Ale... Lexi... - digo sin aliento y una sonrisa perezosa aparece en su angelical y pálido rostro.

- Así me llamaban ellos - murmuro, aun con los ojos cerrados - mi familia...

-Oh dios, no hagas eso de nuevo - le dije aun con el corazón latiendo a mil por hora. 

Logre que se levantara y la envolví en una toalla. 

-No puedo creer que este haciendo esto - murmuro mientras la cargo y salimos del baño. 

Si fuera otra la hubiera dejado morir para que aprendiera pero a ella no, no puedo hacerle mas daño del que ya le hice. 

La senté en la cama y con la toalla, ahora manchada de rojo, comencé a secarla. Busco otra toalla y la coloco en sus muslos para que detenga el sangrado. Alexis aun no deja de temblar.

Me detuve un segundo para mirarla. Tenia puesto un sostén negro y bragas rosas con un lindo moño al frente. Su largo cabello caramelo se le pegaba al cuerpo. Aun así, se miraba hermosa. 

Regrese al baño y busque un botiquín de primero auxilios. Saque gasas y alcohol para limpiar sus heridas. 

-Eres muy raro - dijo cuando me acerque a ella - ¿te lo habían dicho?

- No, solo tu me lo has dicho - me deje caer de rodillas y con algodón empecé a limpiar la sangre de sus muslos. 

-Mi padre decía que la vida era un regalo - rio con ironía - y antes la miraba así, pero ahora me pregunto que fue la cosa tan mala que hice para merecerme esto. 

Me detuve en seco y levante la vista para mirarla a los ojos pero ella estaba totalmente perdida en su mente. 

Deje mi trabajo y tome con mucho cuidado su rostro con mis manos. Eso hizo que se sobresaltara un poco y sus ojos aun dilatados se abrieron grandemente al mirarme. Coloque un mechón detrás de su oreja y con el pulgar trace suaves círculos en su mejilla. 

-Yo pensaba como tu, Alexis . susurre solo para ella aunque estábamos solos en la habitación - nosotros no hicimos nada para merecer las cosas que nos suceden. Solo nacemos y punto. Pero aprendí a ser fuerte y al final las cosas mejoraran. 

-Solo quiero morir - hablo sin aliento y sentí como mi corazón  se estrujo de dolor.

Sus ojos lo gritaban: Ella realmente lo deseaba y me odie por eso. Porque yo era el único culpable. 

Me PertenecesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora