30. Ocaso

77 12 4
                                    

Me sentía cansada, sin embargo, mi cuerpo, acostumbrado a mis ajetreados horarios, no evitó despertarme a las 8 de la mañana, algo que en aquel momento en verdad detesté pues me encontraba bastante cómoda, en los brazos de Santiago quien dormía plácidamente.

Sentí su respiración en mi nuca, haciéndose cosquillas, así que supe que no tendría remedio más que salirme de la cama lentamente para no despertarlo o terminaría por alterar su sueño en vista de que yo ya no volvería al mundo de Morfeo.

La mañana se antojaba fresca aunque despejada por lo que pude observar desde mi posición a través de los ventanales.

Me giré con cuidado para observar al ojiverde. Estaba muerto de cansancio por lo que con media sonrisa, y todo el cuidado del mundo, me deshice de su agarre, no sin antes darle un ligero beso en los labios, para poner manos a la obra; planeaba sorprenderlo con el desayuno.

Con la luz del día la "cabaña" de Santiago lucía más hermosa e imponente, así como solitaria. Entendí la burla de Tom a su primo por lo grande de un lugar hecho solo para una persona.

-Dios... -dije para mí misma al ver la magnánima cocina-. Emilia se volvería loca con este lugar...

Recordarla me provocó un retorcijó en el estómago. Había enfurecido con la situación de Amadeus y lejos de sentarme a hablar con ella los últimos días me dediqué a evadirla y no era justo.

Despejé mi mente para concentrarme en el momento, pero con la promesa de que en cuanto regresara a Ciudad de México ella y yo por fin tendríamos esa larga charla. Ya era hora.

...

Le sorprendió encontrarse solo en la cama. Regularmente él era quien más madrugaba de los dos y tomando en cuenta que la escapada había sido para descansar, se sintió solitario al no tener a Ali junto a él.

Miró el despertador. Eran las 10 de la mañana; no recordaba desde cuándo no se iba de corrido sin la preocupación de tener que seguir con una extenuante jornada laboral, por lo que animado de no tener más preocupaciones que pasar tiempo con la mujer que amaba, se levantó para lavarse los dientes y bajar así en pijama a buscarla.

En cuanto salió a las escaleras diversos olores deliciosos le llegaron, así que no le costó descifrar que quizá Ali se encontraba haciendo el desayuno. No se equivocó. La barra estaba abastecida para varias personas: huevos revueltos, tocino, algunos waffles, fruta, jugo, café y yogurt, solo que no vio rastro de ella.

Se sirvió jugo y tras dar un rápido vistazo la vio a distancia más allá del "patio trasero", directo al lago que se encontraba a lado de la propiedad. Estaba de espaldas, también con pijama, abrazándose a sí misma observando quizá el panorama.

Sin pensarlo se dirigió a las puertas corredizas de la cocina y salió en su dirección. Durante su trayecto no evitó sentir ese característico calor agradable y acogedor en el pecho nada más se descubría pensando en ella.

No mentía cuando decía que al momento de pensar en hogar ella se le venía a la cabeza, por lo que en menos de lo pensado, nuevamente, se vio a futuro, con ella a su lado.

La seguridad con que le llegó aquel pensamiento solo vino a reafirmar lo que casi desde el inicio supo, y se preguntó si sería muy pronto para expresárselo a ella tomando en cuenta que era de ir más despacio con las relaciones.

Alejó esos pensamientos y con calma se acercó hasta la morena quien parecía ya esperarlo.

-¿Qué tal dormiste?

Le preguntó antes de llegar y postrarse detrás para abrazarla y darle un cariñoso beso en la mejilla.

-Bastante bien. ¿A qué hora te despertaste?

Aún te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora