Capítulo 1

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Ya hacía un par de meses desde que llegué a Liyue.
Después de la noticia de la muerte de Rex Lapis que, a pesar de que ya había pasado más de un mes, todavía se escuchaban algunos rumores en las calles, la gente de la ciudad comenzó a volver a sus vidas aceptando que el Arconte Geo ya no se encontraba entre ellos, independientemente del por qué.
Lo que Liyue no sabía, era que la realidad estaba mucho más lejos de eso, porque ahora mismo, yo me encontraba con el mismísimo Morax  en su forma humana, cenando. Bueno, más bien, invitándole a cenar. ¿Cómo narices termino siempre pagándole las cosas a este hombre?, me preguntaba, aunque sabía ya la respuesta. No era precisamente porque me diese pena que ya no pudiera crear dinero y fuese más pobre que las ratas.
- ¿Amelia? -. Me sacó de mis pensamientos el ahora conocido como Zhongli. - ¿No tienes apetito, querida? -. Preguntó, tan amable como siempre.
- No es eso. Estaba pensando. Ya hace más de dos meses desde que llegué, señor Zhongli. -. Le expliqué – Me preocupa no encontrar la manera de llegar a Inazuma. Hace dos semanas que no llega ninguna noticia de la ciudad y necesito encontrar al Arconte Electro para seguir la pista de mi hermano -. Suspiré. El Dios se llevó la mano a la barbilla y asintió levemente.
- Amelia, comprendo que es el contrato más importante que has tenido en tu vida hasta ahora y te angustia, pero debo decirte que tus preocupaciones terminarán pronto. Sé de alguien que puede ayudarte. Dentro de dos semanas, un barco con mercancía llegará al puerto de Liyue para volver seguidamente a Inazuma. Partirás en él, un viejo conocido te ayudará. Hasta entonces, debes tener tu mente en otros asuntos. -. Se me iluminaron los ojos ante sus palabras y asentí. Pensaba que no tendría forma de llegar a Inazuma nunca. Aún así, temía por mi integridad al llegar allí.
- Sin embargo, quedarme aquí otras dos semanas hasta ese entonces, va a ser un suplicio. Ya no hay nada que hacer a excepción de dar alguna pequeña ayuda al Gremio de Aventureros…-. Zhongli me miró y sonrió.
- Paga la cuenta, nos vamos -. Dijo, levantándose de la mesa y dirigiéndose a la funeraria.
- ¿¡Dónde va?! -. Me irritaba cuando se ponía con ese misterio. Pagué la cuenta y llegué a la funeraria.
- Amelia, ¿me acompañarías a Mondstadt? Tengo un asunto importante con cierto bardo incompetente…y eres una compañía muy agradable, además de una aventurera excepcional. Estoy seguro de que sabrás guiarme. -. Alcé mis cejas ante la sorpresa. ¿Se referirá a Venti?, me pregunté. Si es cierto que disfruto mucho acompañar a Zhongli, pero…
- ¿Y qué gano yo a cambio? – Pregunté.

El contrato que finaliza todos los contratosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora