Capítulo 12

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(Nota de la autora: Me gustaría saber si querríais leer alguna escena un poco más subida de tono o escenas de sexo en los siguientes capítulos. En caso de hacerlas, no pensaba ser demasiado explícita en el tema, pero querría saber si os gustaría leer en próximos capítulos algo por el estilo, podéis poner vuestra opinión en los comentarios. Os dejo con el capítulo 12, espero que os guste ^^.

Empecé a morder mis mejillas por dentro, en señal de intento de autocontrol. Ignorando completamente todo lo que me dijo, cerré la puerta en cuanto salió y dejé mis pertenencias a un lado de mi cama.

- La verdad que todo un caballero, tu amigo, sí señor -. Le dije, en un tono pasivo-agresivo. Amelia bajó la mirada, sin saber qué contestarme.

- Zhongli, no entres en ese juego -. Me dijo ella, como en un intento de aconsejarme, pero el problema era que aquel pelirrojo me buscaba las cosquillas.

- Yo no entro en ningún juego, solo me sorprende que aquel tipo se atreva a cuestionar mi caballerosidad por las decisiones que tomo o dejo de tomar, según él -. Me encogí de hombros – En mi humilde opinión ese hombre debería dejar de hablar de mí sin saber nada de lo que soy -. Estaba enfadado, desde luego. A decir verdad, no me hubiese importado tanto si no hubiese criticado mi forma de actuar en cuanto a Amelia. Me hacía pensar que tenía razón y eso me hería.

- Lamento decirte que estás haciendo lo mismo -. Aquellas palabras fueron como un puñal directo al corazón. No me sentía, en absoluto, comprendido por ella. Le contesté entonces, de malas maneras.

- Bueno, en ese caso, si así lo piensas, lamento dejarte descuidada y a tu suerte todo el rato -. Tras pronunciar aquello, automáticamente me arrepentí, pero como temía, ya era demasiado tarde para decir lo que fuera.

- Oye ¡yo no he dicho nada de eso! - Me reprochó, sin entender por qué estaba pagando aquella situación con ella. Finalmente suspiró y se metió dentro de las sábanas – Mira, Zhongli, mejor hablamos mañana cuando te calmes -. Cuando dijo esa frase, sentí que se me rompía el corazón en un solo instante. Por todos los Arcontes, no podría haberlo hecho peor...

- Amelia... -. Le dije, como casi en una súplica por su perdón, pero antes de poder continuar la frase, ella me cortó.

- Buenas noches -. Sentenció y metió la cabeza bajo la manta.

Ante aquella respuesta, no hice más que sellar mis labios. Suspiré y me llevé las manos a la cara, tratando de calmarme. Solo discúlpate mañana, ahora no es momento de molestarla. Después de unos minutos con la cabeza entre mis manos y maldiciéndome en mis pensamientos, me levanté para echar una pequeña mirada a Amelia, no sabía si dormía, pero, definitivamente, lo fingía bien. Tras ello, comencé a desmaquillarme frente al espejo.

Mirando mi reflejo, froté la parte baja de mis ojos, haciendo desaparecer la pintura roja en ellos, gracias al agua. Comencé a desvestirme y cambiarme de ropa para poder, finalmente, acostarme a dormir. Me quedé observando a Amelia, que me daba la espalda, pero aún así, la observaba. Debo disculparme mañana con ella...

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A la mañana siguiente, Amelia...

Me desperté al día siguiente, ya no sentía dolores en el cuerpo. Lo cierto es que mi cuerpo se recupera con bastante facilidad, me siento afortunada con ello... En cuanto abrí los ojos, me encontré a Zhongli sentado en el tocador, frente al espejo, mientras maquillaba la parte baja de sus ojos con un lápiz rojo. Nunca imaginé poder presenciar esta escena, sí, sigo molesta por lo de ayer, pero ver esto me hace sentir feliz automáticamente. La paz que transmitía aquel hombre mientras bordeaba la línea baja de su ojo era digna del Dios que tenía delante. De verdad, es guapo... Mientras le miraba desde mi cama, embobada, me di cuenta de que su movimiento paró y sus ojos también me miraban a mí. Terminó entonces su raya del ojo y se levantó. Vino hacia mi cama, se sentó junto a mí y me agarró la mano. Entrelazó sus dedos con los míos unos segundos y después llevó mi mano a su pecho. Sus ojos se quedaron fijos en los míos. Su mirada denotaba una pena que le cargaba el alma. Parece realmente dolido... Me habló entonces.

El contrato que finaliza todos los contratosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora