Capítulo 3

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Al día siguiente, me despertó la chica de recepción, que era la que se iba a quedar a cargo de la funeraria mientras Zhongli estaba de viaje.
Fui junto a Paimon hacia el comedor y tomé un desayuno no demasiado contundente. No me gustaba desayunar demasiado, porque luego me producía sensación de pesadez muy desagradable. No puedo decir lo mismo de Paimon, que se comió medio local. Cuando salí, vi que Zhongli se encontraba fuera, con un pequeño hatillo para el viaje. Cogí también el mío y me acerqué a él
- Buenos días, señor Zhongli -. Me acerqué, sonriente.
- Buenos días, Amelia…¿Lista para emprender nuestro viaje? -. Me devolvió la sonrisa y yo asentí como respuesta a su pregunta.
Dicho esto, partimos los tres fuera de la ciudad.
El camino desde Liyue a Mondstadt constaba de aproximadamente 2 días. Mi idea era descansar en la posada que se encontraba justo a mitad de camino entre Liyue y Mondstadt, habiendo salido tan pronto, llegaríamos antes de la media noche y no correríamos tanto riesgo de ataques nocturnos inoportunos.
Como era normal, hacía una mañana soleada en Liyue. A pesar de ser invierno, en Tevyat siempre se mantenía un clima concreto, dependiendo de la zona en la que te encontrases, no comprendían de estaciones. Liyue tenía un clima similar al de mi mundo cuando empezaba el verano. Todo estaba algo seco, pero aún quedaba alguna bella flor que sobrevivía de la primavera. Me parecía algo digno de pararse a admirar.
Mientras contemplaba el paisaje, me percaté de que tenía una mirada fija sobre mí
- ¿A ti también te gusta observar el paisaje? -. Zhongli me preguntó, al observarme perdida en la inmensidad de las tierras de Liyue. Esbocé una sonrisa tímida.
- Me recuerda un poco a mi hogar y me pone melancólica. Pero sí, el paisaje de Liyue es muy bonito. -.
- Estas tierras han cambiado mucho desde que las observo. Aún recuerdo cuando Liyue solo era un pequeño pueblo o no existían las islas Guyun. Todo estaba increíblemente solitario, pero aún así era bonito. Creo que no voy a extrañar mucho la vida inmortal… -. Le escuché suspirar. Se le notaba también melancólico al hablar. Supongo que después de tantos millones de años, ha debido dejar atrás muchas cosas. Siempre había algo en su mirada que parecía denotar una profunda tristeza y que por algún motivo que no llegaba a entender, me volvía loca.

Durante nuestro camino hacia la Posada Wanshu, Paimon pasaba un poco de nosotros y nuestra conversación, iba a parte. Supongo que algún día aprenderá a querer más a Zhongli… Yo por mi parte, sí  escuché al Arconte Geo hablar sobre un montón de historias de Liyue. Los minerales, las plantas más sofisticadas. Era como una enciclopedia humana. Cualquiera que no supiera quién es Zhongli realmente, pensaría que era un absoluto tiquismiquis sabelotodo. De hecho, sí era bastante tiquismiquis, siempre daba algún detalle para cambiar algo a mejor, pero el hecho es que siempre tenía razón. Desde elegir el mejor material para un arma hasta la mejor especia para una comida. Supongo que era lo que tenía ser un Dios y haber vivido y probado tantas cosas.
- ¿Cómo puede saber tanto, señor Zhongli? -. Pregunté, intrigada de cómo podía tener tantos datos en su mente. Se llevó la mano a la nuca, algo tímido y se encogió de hombros.
- Yo…solo tengo buena memoria -. Rió levemente, restándole importancia – Aún así, me gustaría que dejases de tratarme de usted, querida Amelia. Ya hace un tiempo que nos conocemos y ahora somos compañeros de viaje. No te tomes tantas formalidades -. Me dedicó una sonrisa y yo, algo tímida, asentí.
Llegó el medio día y debíamos hacer una pequeña pausa en el camino. Caminamos un poco más hasta encontrar un lugar donde había un río para rellenar nuestras botellas de agua. Nos sentamos en unas grandes piedras que había en el río y parecían bastante planas para no estar tan incómodos, acto seguido comimos algo de lo que habíamos cogido del buffet del desayuno que habíamos tenido esa mañana en la funeraria. La verdad es que tenía hambre…
Mientras reposábamos la comida, ya debían ser las 2 de la tarde, por la posición en la que se encontraba el sol, vimos a un grupo de hombres pasar con un carruaje, se acercaron a nosotros.
- Viajeros, ¿os gustaría venir con nosotros? Se os ve cansados…-. Nos propuso uno de ellos. Lo cierto es que aún nos quedaban unas ocho horas hasta llegar a la posada, así que tomé un momento para reflexionar…
- ¡¡Transporte!! ¡A Paimon le gusta la idea! -. Vi como a Paimon se le iluminaban los ojos, pero en ese momento Zhongli cortó su ilusión.
- No buscamos problemas, si son tan amables, vuelvan por donde han venido -. Se dirigió a ellos, cortante. Le miré, confusa.
- ¿Perdona? ¿Has dicho algo, viejo? -. Uno de ellos se dirigió a él en tono vacilón. ¿Cómo que viejo, quién se cree?
- Le digo, señor, que se marche o me tendré que encargar personalmente de ustedes. -. Zhongli alzó una ceja, visiblemente molesto - No tratamos con aves carroñeras. Desde aquí puedo ver que las cosas que llevas contigo son robadas -. Les acusó, frunciendo el ceño.
- ¡¡Cogedles!! -. Nos emboscaron.
Justo cuando me disponía a agarrar mi espada para interponerme entre Paimon y ellos, vi como uno de ellos me apuntaba directamente con una lanza al cuello. Mierda. Intenté escapar por otro lado, pero me tenían rodeada entre tres hombres. Si me muevo, me ensartan.
- ¡Amelia, cuidado! -. Me advirtió mi pequeña hada, acto seguido, vi cómo uno de esos hombres agarraba a Paimon y le cerraba la boca.
- ¡Suéltala, ladrón! -. Invoqué una gran roca que lo aplastó de inmediato, y en ese preciso momento, me agarraron del cuello.
- Va a ser lo último que hagas, niñata -. Me amenazó uno de los tipos que me tenía rodeada.
Entonces, sentí la tierra entera temblar y acto seguido, un grito muy grave. En un pestañeo, vi a Zhongli interponerse entre ese hombre y yo, abrió los brazos con fuerza y creó una onda expansiva que hizo retroceder a todos los hombres. De repente, trozos de roca creaban un escudo a mi alrededor.
- Señorita Amelia, tenemos un contrato. Debemos llegar a Mondstadt, no lo olvides -. Me sonrió – No te harán ni un rasguño, cubre mis espaldas -. Reaccioné ante sus palabras, despertando de mi asombro. Era claro que peleaba junto a un ser superior a mí, en sus movimientos se veía. Nos pusimos espalda con espalda.
- Gracias, señor Zhongli -. Le vi crear dos pilares que emergieron del suelo, lanzando por los aires a los asaltadores. Debo moverme, pensé.
Vi cómo otro hombre se acercaba a Paimon y cargué contra él espada en mano. Estaba acostumbrada a pelear con este tipo de gente, así que no me resultó tan complicado derrotarle, además, el poder de la tierra de Zhongli me escudaba de todos sus ataques ahora. Solo me han pillado desprevenida. Escondí a Paimon detrás de un árbol para que no pudieran atraparla.
- No salgas hasta que no venga a por ti – Le advertí y ella asintió con la cabeza.
Cuando volvía al combate, pude ver que un tipo se acercaba peligrosamente por la espalda a Zhongli. Joder. Angustiada, corrí también hacia él y estiré el brazo en su dirección haciendo que el ladrón se estrellase con mi muralla de pinchos de roca. Acto seguido, corrí a atravesarlo con la espada. Zhongli se giró, algo asustado, pero se alivió al ver el cuerpo del hombre, ahora sin vida, cayendo desde mi hombro al suelo.
- Seré una viajera, pero cumplo con mis contratos. Te cubro las espaldas y te acompaño a Mondstadt -. Sonreímos y me puso la mano sobre la cabeza.
- Eres fuerte, Amelia -. Me halagó y no pude evitar sonrojarme.
- Gracias…-. Me aclaré la garganta y alcé la voz en dirección al árbol - ¡Paimon, ya está! -. Vi a Paimon salir aliviada y venir hacia mí para abrazarme
- Eres increíble, Amelia. -. Me dijo y miró a Zhongli – y gracias por ayudarnos, señor Zhongli -. Zhongli le dedicó una sonrisa.
- Sigamos, muchachas. Temo que lleguen más. Debemos irnos rápido de aquí -. Asentimos y tras recoger nuestras cosas, retomamos el camino a paso ligero.

El contrato que finaliza todos los contratosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora