19| Finneas

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Cansado de limpiar mesas y atender señoras sin escrúpulos decidió ir a fumar un cigarrillo a la parte trasera del bar. Pensamientos irracionales lo acorralaron haciendo que se preguntara si había sido una idea correcta el dejar a su pequeña hermana con una completa desconocida. Sabía que Billie se encontraba bien al lado de Lana Parker pero eso no indicaba que fuera una buena persona, hoy en día se está expuesto a tantas cosas...

-¿Finn? --se giró para encontrarse con Amanda, una chica de caderas anchas que siempre resentía los malos momentos de Bill. en diversas ocasiones habían quedado para salir, pero cada salida se veía involucrada en una recaída de su hermana menor. 

-Hola --le dijo el chico tirando el cigarrillo al suelo y apagándolo con el pie. 

-Ya me voy. ¿Estás seguro de que no necesitas de mi ayuda con tu hermana? --Amanda siempre había sido amable con los hermanos O'Connell y toda la estupidez por la que habían pasado. 

-Si, seguro --se acercó para despedirse. 

-Conoció a alguien que cuida de ella --se abrazaron dejando que Finn escondiera su cabeza en el cuello de Amanda inhalando su perfume a sandía. 

-Oh.

-Se llama Lana --susurró. Ella se separó un poco para colocar sus manos en el rostro de Finn. 

-¿Crees que eso sea buena idea? Después de lo que pasó...

-Billie ya es prácticamente una adulta. 

-Pero se sigue comportando como una niña, Finn. Siempre te va a necesitar, la gente aquí no es lo que su salud mental necesita. Todo el mundo cree que fue su culpa...

-Sé que es así, pero, ¿cómo explicas que una niña sea la culpable de algo que no estaba en sus manos? --Amanda hizo una mueca. 

-Enfrentándolo. Sé que no les gusta tocar el tema, pero deberían hacerlo. Antes de que todo empeore. --Y lo decía enserio, la estabilidad emocional de Billie era muy volátil. 

Siendo joven se enamoro de una chica en su colegio, la suspendieron cuando se enteraron al respecto y sus padres murieron solo una semana después. Todo el pueblo murmuraba que se trataba de la vergüenza por tener a una hija que no encajaba en la sociedad. Finn ha hecho de todo para que su pequeña hermana no se vea afectada por los comentarios de la gente, pero a veces era casi imposible. 

-Debo irme, tengo que llegar a la escuela. --Finneas asintió y la miró marcharse mientras entraba una segunda chica.

-¿Bill?

-No muestres tanta felicidad. 

-Disculpa, no esperaba verte --con el pie escondió discreto la colilla del cigarro, no le gustaba que su hermanita lo mirara ser tan débil. 

-¿De qué hablaban? --preguntó Billie con curiosidad--. De nuevo me mira como si me fuera a romper. 

-Demonios --susurró Finn. 

-¿Qué pasa?

-Es solo que ella piensa que será lo mismo que aquella vez con Ginny. --Bill lo miró sin comprender lo que decía. El psicólogo solía dar por entendido que la chica bloqueaba ciertas partes de su vida y por eso tendía al sonambulismo, como si las recordara mientras dormía. 

-¿De qué hablas? --de verdad estaba extrañada--. Lana me espera dentro, solo quería decirte que Brayan me molesta de nuevo. 

-Ese cabrón. --Finn apretó el puño. 

-Tranquilo, le di una paliza. --Le mostró sus puños con los nudillos rojos y un poco de sangre en los dedos. 

-Bill, no creo que eso haya sido lo mejor --tomó su mano para repasarla con sus dedos. 

-Está bien --se encogió de hombros--. Molestaban a Lana y no podía permitir eso. 

-Billie no creo que sea lo mejor para ti el seguir con Lana, apenas puedes mantenerte en una sola emoción para que mueva el resto de tu mundo. --Billie dio un paso atrás. 

-¿De qué hablas? 

-No quiero que te hagan daño. Hasta ahora he hecho muy bien mi trabajo en alejarlos de ti para que en un abrir y cerrar de ojos, la gente esté fastidiado de nuevo. 

-Finn, no... --pero antes de que le pudiera explicar por qué no estaba entendiendo, Roger abrió la puerta acelerado. 

-Finneas, tienes que venir. La gente se vuelve loca -- estaba pálido. 

-Enseguida vuelvo --dijo dejando a Billie atrás, solo que la chica no iba a esperar pacientemente a que su hermano volviera. 

Quería saber de qué se trataba tanto alboroto y una puerta no la detendría. 

Las flores que tornaron azules; B.EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora