26|Billie

168 18 0
                                    

Billie estuvo impaciente todo el camino hasta el hospital, no recordaba en qué momento los ataques de pánico habían cesado y podía hacer de sus decisiones lo que ella quisiera. Finneas conducía el auto de Lana siguiendo la ambulancia de cerca, el hospital más cercano estaba a cuarenta y cinco minutos de su hogar, ese viejo pueblo no tenía un solo servicio público que funcionara. 

Sí, habría que salir de ahí para poder llegar hasta el hospital; porque Billie así lo quería. 

-Finn, acelera --susurró entre sollozos. 

Finneas pisó más a fondo el acelerador casi pegándose ante la ambulancia. 

-Tranquila, Bill, todo va a estar bien.

-Es que no entiendo; comimos lo mismo, fuimos a los mismos lugares, bebimos lo mismo, ¿en qué momento las cosas pudieron salir mal? ¿Qué habrá pasado? 

-No lo sé, Bill. 

Al momento de llegar al hospital, Billie no esperó a que Finneas aparcara el auto, bajó enseguida siguiendo la camilla donde llevaban a Lana. Antes de entrar a la sala de urgencias, una enfermera le dijo que no podría pasar más allá de la sala de espera y que debía aguardar a un adulto para que supervisara la salud de Lana.

-¿Qué parentesco tiene con la interna? --le preguntó la misma enfermera mientras Billie seguía con la vista la camilla hasta perderla entre pasillos. 

-Soy su... --susurró. 

¿Sería prudente decir que tenían un romance? ¿Sería bueno mentir y decir que eran parientes lejanos? ¿O mejor dejarlo en lo sencillo y evitarse así una serie de preguntas interminables?

-Amiga --se mordió el labio--. Solo somos amigas.

-Tendrá que esperar aquí para tener noticias de su amiga.

-Gracias --tomó asiento en una silla cerca de la pared, se cubrió los ojos con las manos y sintió que algo le hablaba por dentro, no una voz externa, sino la suya multiplicada por cientos y cientos de veces. Si algo le pasaba a Lana... 

Ella debió irse hace tiempo, pensó. Claro, Lana pudo haberse ido en el momento en que estuvo con un paso fuera del pueblo, pero volvió a ese ridículo lugar donde las cosas no tenían sentido. ¿Qué podría ser lo mejor para ella en estos momentos? 

Subió sus piernas a la silla y se abrazó tratando de convencerse que la mejor opción era desaparecer de ahí y esperar a que alguien viniera por Lana, quizá le hablaría a alguno de sus parientes, el teléfono de la chica estaba dentro de su equipaje de vuelta en su casa. Podría irse con el mismo pesar de cada vez y fingir que nada de eso había pasado.


Las flores que tornaron azules; B.EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora