4|Billie

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Bajó el volumen del estéreo robando la atención de la conductora. 

-Lana Parker -- respondió la misma mujer que se había interpuesto heroicamente entre ella y Brayan Gunn, el hijo del alguacil. Lo conocía desde que eran pequeños y podía asegurar que lo cretino lo había heredado de sus padres. 

-Bonito nombre -- de sus bolsillos sacó una goma de mascar y le tendió otra a Lana --. ¿Quieres?

-No, muchas gracias -- siguió conduciendo todo derecho y se volvió para preguntar --. No sé qué dirección tomar. 

-Oh -- Billie estaba acostumbrada a que las personas que la llevaban conocieran el punto exacto al que iba y solo se dejaba llevar --. En la siguiente calle das vuelta a la derecha, dos cuadras más, a la izquierda y de ahí es derecho, creo. 

-¿Crees?

-Sí, bueno. Nunca pienso el camino que debo tomar, solo voy y lo tomo -- hizo una bomba de la goma de mascar tronándola eventualmente. Se encogió de hombros y miró por la ventana --. Tienes un terrible gusto musical. 

-¿Te parece? 

-Lo afirmo -- Lana frunció el ceño divertida, no le molestaba que le dijeran que tenía malos gustos. De hecho era algo a lo que estaba acostumbrada, por alguna extraña razón, entre más feas fueran las cosas, más le gustaban. 

-¿Hacia dónde te dirigías? -- Billie la miró. 

-Con mi hermano. 

-Que bueno que tengas un hermano, supongo -- respondió Lana al dar la primer vuelta justo como Billie le había indicado. 

-¿Tú tienes hermanos? -- la respuesta estaba más llena de conflicto de lo que Lana quería admitir. 

-No. 

-Cool.

-¿Cuál es tu nombre? -- en cuanto la conductora podía, le dirigía miradas a su nueva copiloto. Le gustaba el aroma a flores silvestres que emanaba de su cuerpo. Casi se podía decir que ya había impregnado todo el vehículo con su olor. 

-Billie, a secas. 

-¿Diminutivo de algo?

-No, solo Billie. 

Guardaron silencio unos segundos, en cualquier otro momento Lana Parker se hubiera sentido totalmente desquiciada por no tener una respuesta más larga y segura que las escasas palabras que daba Billie. Le gustaba su nombre, nunca había conocido a una mujer que se llamara de aquella forma, lo volvía todo más simpático.

Giró a la izquierda y continuó derecho así como la chica de al lado le había indicado. Unos segundos después señaló con el dedo un local que llevaba letras luminosas en la fachada y una reja de metal negra en la entrada, tenía toda la apariencia de un bar de mala muerte. 

-Es aquí. 

-¿Estás segura? ¿No quieres que entre contigo? -- Billie la miró extrañada cuando aparcó el vehículo justo al frente de la puerta. 

-No, gracias. He venido a este lugar desde que tengo trece -- abrió la puerta ligeramente sacando solo un pie. 

-Bien, si así lo deseas -- Lana se quitó las gafas finalmente dejando ver el color tan ordinario de sus ojos. A Billie le atrapó la simpleza de la forma de su nariz y sus pestañas tan pequeñas.

-Muchas gracias por la ayuda allá atrás. Lo tenía bajo control. 

-Todos necesitamos refuerzos en algún momento -- colocó ambas manos en el volante y esperaron unos segundos a decir algo más, al no suceder, Billie optó por bajar del auto. 

Sin embargo, antes de cerrar la puerta la voz de la otra chica la detuvo. 

-Billie.

-¿Sí?

-¿Sabes de algún hotel por aquí cerca? -- Billie se sintió aliviada de que hiciera esa pregunta y emotiva le dio la dirección de un hostal cerca de la biblioteca del pueblo. 

Las flores que tornaron azules; B.EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora