7| Lana

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Por primera vez en muchos años no se despertó ante el ruido de la alarma. Las cortinas de la habitación eran gruesas, pero no lo suficiente para evitar que un rayo de luz se colara por la ventana pegando directo en el rostro de Lana. Esa noche no había tenido sueños y gracias a dios, tampoco pesadillas. Simplemente había dejado que todo el peso que cargaba sobre de sus hombros fluyera lejos de su cuerpo. Qué agradable sensación la de estar sin preocupaciones de nuevo.

Después de tomar una larga ducha bajó al pequeño restaurante que atendía dentro del hostal. Olía a huevo y café, ¿qué mejor forma de iniciar el día?

-¿Desea el café bien cargado? -- le preguntó el mesero.

-Si, por favor -- respondió. Las viejas costumbres no desaparecían.

Tomar el desayuno en completa paz, sin mirar el teléfono a cada hora para comprobar que no iba tarde mas responder los miles de mensajes acumulados le daba la sensación de una extraña libertad. Lana Parker era el tipo de chica que estaba acostumbrada a lidiar siempre con estrés y cuando se alejaba tantito de él, volvía corriendo como loca dispuesta a sentirlo de nuevo. Ser una persona adicta al trabajo duro tenía sus consecuencias, todo su cuerpo ya estaba totalmente desgastado.

Salió a la calle, revisó que el auto estuviera en buenas condiciones y subiendo la cremallera de su sudadera optó por ir a pie hasta donde tuviera que ir. El pueblo era ligeramente más frío de dónde ella vivía, esperaba que caminando resultara el calor del sol contra su cuerpo y no tuviera que volver por un suéter extra.

Pasó por una librería, una dulcería y una tienda de discos. Era gracioso, hacía demasiado tiempo que no entraba a una. Cuando era pequeña le encantaba hacer filas cuando una de sus bandas favoritas estrenaba un nuevo álbum. Nada como las aventuras de aquellos años, ahora es tan fácil como dar un par de clics y ya estaba sonando.

-¿Tiene más partituras? Creo que mi público ya no se interesa por Journey -- escuchó a un chico decir al dependiente de la tienda.

Lana se entretuvo mirando los vinilos y las portadas de antiguos álbumes. Era melancólico como las personas se habían olvidado de la magia de acudir hasta esos lugares y buscar el disco que tanto deseabas.

Continuo caminando, cerca de la caja había folletos de todo tipo, volantes y lo más importante: mapas. Tomó uno y sacó un dólar de su bolsillo.

-Gracias, Chuck -- el chico de las partituras tomó un montón de hojas agradecido con el que se las entregaba y a lar la vuelta chocó con Lana tirando unas cuantas.

Curioso cómo la vida te pone tantas cosas enfrente. Lana se agachó a recoger algunas de sus hojas y se las devolvió al chico con la simpleza de una persona amable.

-Muchas gracias -- le sonrió de vuelta y se fue con las hojas en mano.

-¿Es todo? -- le preguntaron al momento de llegar a la caja. Ella solo asintió con la cabeza y le tendió el billete.

-Te recomiendo que le preguntes a alguien de por aquí los mejores lugares. Ese mapa no tiene nada más que lo que cualquiera visitaría -- le comentó el chico que le cobraba.

-Muchas gracias --. Posiblemente tenía razón, pero la única persona que conocía en el pueblo se había ido la noche anterior y, por mas que quisiera, no se atrevería a buscarla.

Las flores que tornaron azules; B.EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora