18| Lana

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Ayudó a Billie a levantarse del suelo, la sostuvo en sus brazos unos momentos mientras la escuchaba gemir del dolor que emergía de sus puños. 

-Lo siento mucho --dijo Billie. 

-No lo sientas, yo hubiera hecho lo mismo --sus frentes se tocaron en un resplandor del sol. 

-¿Está bien si vamos a con Finn? --preguntó Billie. 

-Por supuesto.

El camino, silencioso, no les permitió tomarse de las manos de nuevo. Haberse aventurado a redescubrirse en un lugar donde no podía ser ella misma, la estaba matando. Lana jamás imagino que dentro de Baff encontraría un gran amor. La verdad le costaba demasiado poder analizar lo que pasaba en la vida de Billie. Quería desnudar su alma ante la chica pero para eso, debía esperar a que Billie O'Connell deseara también mostrar la suya. 

El bar donde Finn tocaba no estaba muy lejos. Por las mañanas era una agradable cafetería familiar en la que hacía de mesero, no ganaba demasiado pero si lo suficiente para mantener en alto su pequeña casa. 

Lana no era una mujer de mucho dinero, de vuelta en la ciudad de dónde provenía era gerente de una empresa con el rumbo tan dudoso como su procedencia. Jamás le habían pedido sus papeles de la escuela, solo aceptaban sus condiciones laborales mientras ella siguiera sin hacer preguntas atendiendo a cada orden. 

-Creo que está atrás --dijo Billie buscando a Finneas con la mirada--. ¿Te molesta si me esperas en lo que vuelvo? 

Lana negó con la cabeza y se acercó a depositarle un beso en la coronilla ignorando las miradas de algunos comensales. Mientras Bill caminó hasta la parte trasera del establecimiento, ella tomó asiento en una mesa cerca de la ventana. Escuchó algunos murmullos a sus espaldas y luego vio a una familia tomar sus cosas e irse. ¿Qué había de malo en este pueblo? 

-Veo que has vuelto --dijo un hombre moreno parado al pie de la mesa, ella lo reconoció de la noche anterior. 

-Por supuesto. Escuché que Finneas tiene gran talento y quería mirarlo con mis propios ojos --el hombre sonrió. 

-No tienes que mentir, las he visto desde la barra. --El corazón de Lana palpitó con fuerza, esperaba que no la echara del lugar--. Tiene demasiado tiempo que no veo a Billie tan... ligera.

Abrió la boca por la sorpresa, era evidente que este hombre no la iba a juzgar por las decisiones que tomaba. Se sonrojó un poco al tomar en cuenta su comentario y volvió la cabeza al menú pegado en el servilletero. 

-¿Gustas tomar algo?

-Solo un vaso de agua, por favor. 

-Enseguida --dijo el hombre saliendo de escena y sin anotar nada en su libreta. El agua llegó más rápido que los hermanos O'Connell que discutían en la parte trasera del establecimiento.

Las flores que tornaron azules; B.EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora