capitulo 6. Fuego y silencio

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Al día siguiente, Adriel se despertó y estiró sentado en la orilla de su cama, para luego, levantarse y dispararse al baño frente a su cuarto, atravesando el corredor. Tras tomar una ducha, se puso el abrigo que le había comprado Sally en el Bosque Central, se lo puso, principalmente porque hacía frío, luego pensó en Manuel, ¿Tendría frío? Porque usaba bufanda siempre, quizá siempre tenga calor. Bajó a la cocina, iba por una galleta, pero al entrar se topó con que Cabra estaba en el suelo, contra la pared, en una mano tenía una botella de kings&Queens, parecía quererse dormir, pero se lanzaba una despertaba constantemente.

—¿Estás bien, Gellert? —preguntó Adriel, atravesando la cocina hacia un estante donde había un recipiente de cristal con unas galletas de chocolate que habían preparado él y Lila hace dos días.

—Eso espero, porque me acabé todas las kings&Queens —dijo Cabra, sonriendo, luego rió —. ¿Qué haces tan temprano aquí?
—Tenía hambre.

—Entiendo, cómete el mundo… —Gellert se quedó mirando a Adriel un buen rato, pensando, luego negó con la cabeza —. Aún no encuentro un buen apodo para ti.

—¿No dormiste?

—No, lo siento, abuela.

—¿Qué? —se confundió Adriel —. ¿De qué hablas?

—Abuela… ¡te pareces a Adriel! —se espantó Gellert.

—Soy Adriel, Gellert —rió el muchacho.

—Oh, hola, Adriel, ¿Qué haces tan temprano aquí?

—¿Qué haces ahí, Gellert? —preguntó Lowell, que entró a la cocina.

—Pensando en un apodo para Adriel.

—¿Te acabaste todas las…? Eres un desgraciado, ¿Qué demonios te pasa? —se molestó Lowell.

—Apaga la llama, Flama, o te la pago yo, ja ,ja , ja, no te ensciendaaasssssss… —dijo Gellert, luego volvió a reír.

—¿No volviste a dormir? —preguntó Flama. Adriel observaba mientras mordía una galleta.

—Exacto.

—¿Por qué? Vamos, levántate, ve a tu cama —dijo Lowell, cogiendo a Cabra del brazo y levantándolo, pero este volvió a caer al suelo y se golpeó la cabeza contra la pared, moviendo el estante y dejando caer un trapo sobre su cara.

—Oh, Dios mío, estoy ciego… —dijo, asustado, Adriel le quitó el trapo del rostro —. Oh, es un milagro, si me quedaba ciego, Flama, ibas a ser mi perrito guía.

—Vete al demonio —dijo Lowell, caminando hacia el lavabo, luego sacó un plato hondo y comenzó a batir huevos.

—El demonio no es un lugar, Flama.

—¡Entonces vete a la mier…! —estuvo a punto de terminar Lowell, cuando entró Lila a la cocina —. Hola, Lila.

—¿Por qué tanto alboroto? Bellota se está molestando —dijo la niña, moviendo los brazos de su ardilla de peluche.

—Nada, solo que Gellert está comportándose terrible —dijo Lowell, furioso.

—Cabra, ve a dormir, te hará bien —dijo la niña.

—Bien… Lili, todo por ti… —se levantó Cabra, se volvió hacia Lowell —. Así se piden las cosas, Flama.

Tras aquella escena, Adriel, Lila y Lowell hicieron del desayuno, para cuando bajaron Manuel y Sally, todos ya estaban sentados alrededor del comedor.

—Estaba así de poco de lanzarte un puñetazo cuando te vi llegar en la noche —dijo Lowell, furioso, alzando su pulgar e índice, refiriéndose a Cabra.

La Tierra de los Mil BosquesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora