CAPÍTULO 13. Ayuda, que la batalla ha iniciado

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Si Dieu dit que le suicide est un péché alors
Qu’il dise comment je pars sans lui faire de tort

(Si Dios dice que el suicidio es un pecado
Entonces que me diga la manera de irme sin hacerle daño)

Mr/Mme
Canción de Loïc Nottet



El niño de niebla seguía teniendo esa apariencia bondadosa, con la sonrisa, las mejilla regordetas, el cabello plateado alborotado en la coronilla, se veía inocente, o al menos lo aparentaba bien. Adriel no pudo evitar sentirse sorprendido y nostálgico, a pesar de que solo había pasado un mes, una semana y un par de días, aquella noche en la que había llegado a  este mundo parecía haber sucedido hace un año o más. Con cuidado, acercó las manos al libro, lo cogió y el niñito pegó los brazos mecánicamente a los lados del cuerpo, eso le pareció extraño a Adriel, de pronto, se percató de que el niño veía a alguien o algo detrás de él, el muchacho se volteó y vio a una mujer bastante alta, debía medir entre entró noventa y dos metros, el cabello corto y castaño oscuro, de tez clara, ojo plateados y llevaba un cigarrillo en su boca, del cual salían nubes de polvo.

—Buen día, Adriel —saludó ella, sonriendo.

—Eh, ¿Hola? —el muchacho se sintió bastante incómodo y confundido.

—Soy la que hizo al niño —dijo la mujer.

—¿Usted hizo al niño? —preguntó el chico.

—Así es, está hecho de cariño y amor —dijo.
—No entiendo.

Alrededor habían casas, por las ventanas se asomaban personas que conversaban entre ellas. Habían perros de niebla que se perseguían unida  otros, aves que sobrevolaban las calles, gatos que saltaban, hasta monos habían. Atravesaron la calle, habían hombres que se convertían en nubes plateadas y volaban por el cielo.

—Te he estado viendo desde hace tiempo, Adriel, de hecho, uno de los conejos que viste en el Bosque Central era mío, yo llamé al resto para que te ayudaran, te dimos un poco de nuestro poder para que puedas desarrollar tu habilidad —dio una calada al cigarrillo.
Adriel se quedó callado tratando de procesar toda la información, mientras iba caminando, sus ojos veían todo alrededor, pero era muy difícil, porque había movimiento en todas partes.

—¿Y por qué no hablaste conmigo? —preguntó el chico.

—Sabía que vendrías de alguna u otra manera, tienes talento, pero te falta mejorar bastante —dijo la mujer, sonriente. El hombre del canrear dijo que todos aquí no sonreían, y ahora que Adriel lo pensaba, no supo por qué le había hecho caso, si para saber eso tendría que entrar, y solo lo hacen Starkweathers.
—Antes dijiste que el niño de niebla que firmaste estaba hecho de amor y cariño, aún no lo entiendo —dijo Adriel, alzando la cabeza para mirar a la mujer, no podía creerse lo alta que era.

—Bueno, es que ahora estoy bastante tranquilo y feliz —contestó, escupió un anillo de humo —. Ese es la forma de mi amor, un niño. ¿Cuál es el tuyo?

—Eh…

Intentó pensar en algo, ¿amor? ¿A qué se refería?

—Solo he podido formar un rugidor hasta ahora —contó el muchacho, la mujer se rió.

—¿Te gustan los rugidores? ¿Te hacen feliz?

—Para nada —Adriel se estremeció.

—Eso creía, ese rugidor que hiciste debe ser la forma de tu miedo —dijo la mujer.

—¿La forma de mi miedo? Espera, ¿Quieres decir que según como me sienta, la niebla toma una forma diferente para mí?

—Exactamente, mocoso —dijo la mujer. Adriel se sintió raro, sobretodo porque le dijo mocoso.

La Tierra de los Mil BosquesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora