CAPÍTULO 15. EN EL CEMENTERIO

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¡¿Cuántas veces dije “no”, queriendo decir “sí”?!
¡¿Cuántas veces presentí el principio del fin?!
¡¿Cuántas veces dije “sí”, queriendo decir “no”?!
¡Es así!
¡Como te digo una cosa te digo la otra!
¡Qué horror!
¡Hasta mis debilidades son más fuertes que yo!

Lo malo de ser bueno, canción de Cuarteto de Nos




El Cementerio Sethseth había sido fundado hace siglos, hace varios siglos, los árboles seguían tan fuertes como habían comenzado a crecer entre el pasto y las lápidas que iban apareciendo consecuentemente. Los padres de Robert habían sido enterrados aquí, las lápidas de mármol de los dos estaban juntas, y entre ellos un árbol con las ramas desnudas, el viento soplaba con suavidad, el cielo se había teñido de gris, era temprano, de hecho, hace tan solo unos minutos todo había esclarecido. Un grupo copioso de personas estaban de pie ante una tumba más que se sumaba a la familia Magnus, y en la parte frontal de la lápida de mármol se había grabado una de las frases que más lo había caracterizado: “Por un futuro mejor”. Bajo la frase también habían hecho con relieve la figura de una espada. Y Adriel, que tenía las manos cogidas, lo sabía bien, Robert no había fallecido en vano, claro que no, se encargaría de ello. Algunas hojas que quedaba en las ramas delgadas y torcidas de los árboles vecinos comenzaban a desprenderse, como si no les quedará más fuerza para cogerse, el viento las arrastró y dejó caer sobre el pasto verde.  Los ministros estaban sentados en bancas que estaban en primera fila. Lila lloraba abrazada a Gellert, Sally se secaba las lágrimas con un pañuelo blanco, Lowell miraba triste a la lápida, Gellert hacía lo mismo. A Manuel no se le veía la expresión, de hecho, nadie podía verla, porque era el único que estaba hincando una rodilla a tan solo un metro de la lápida de Robert, había apoyado una se sus manos en el borde superior de mármol, como el ministro siempre hacía, posaba sus manos en los hombros de la persona con quien hablaba. Su bufanda roja se agitaba como una cola, tras unos minutos de silencio, se levantó y con las manos en los bolsillos, se dio vuelta y avanzó por el camino que atravesaba el campo del cementerio. Clover estaba al lado de Adriel, lo rodeaba con su brazo. Los ministros hablaban entre ellos, Adriel sintió repulsión por uno que rió y escupió cerca de la tumba.

—Ese tipo de cosas hacen pensar que Robert se equivocó al querer defender este mundo, la gente no se preocupaba por él, y él sí por todos —dijo Clover. Adriel suspiró, eso le ayudó a tranquilizarse.

—Adriel —llegó una voz femenina desde detrás, el chico volteó y vio a Sally —. Ya nos vamos al Cuarto Bosque, ¿Te quedarás un rato más?

—Creo que sí, necesito hablar con Manuel —dijo Conejo, pensando —. Adelántense, aquí es seguro, estamos rodeados por extraordinarios.

—Sí, eh, cuidado al regresar, nos vemos más tarde —la chica, se dio vuelta y se unió a Lowell, Gellert y Lila, que tenían la mano alzada a modo de despedida.
Tras unos minutos más, Adriel se separó de Clover y enfiló el camino, buscando a Manuel, que para ese momento ya debió haber avanzado bastante. Se puso a pensar en el futuro, en lo trsite del día, era extraño todo, aquél ser había estado vivo hace poco más de un día, había visto el cielo, ahora ya no, tan extraña era la muerte. Siguió caminando, con las mando en el bolsillo, viendo alrededor, escuchando sus pasos, a lo lejos vio una figura, distinguió sobretodo la bufanda, se apresuró a alcanzarlo. Dio estaba sentado en la hierba, de cara al bosque que rodeaba al Cementerio Sethseth.

—¿Estás bien? —preguntó Adriel  acercándose, para luego tomar asiento al lado de su amigo.

—No lo sé, siento que ya perdí la batalla —dijo Manuel, se notaba algo decaído —. Todo me ha salido mal, elegí mal mi espada, de rompió, murió mi entrenador, y no creo que sea capaz de defender está tierra, debí haberle hecho caso a mi abuelo y quedarme en el mundo ordinario.

La Tierra de los Mil BosquesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora