Apocalipsis 19:11
Y vi el cielo abierto, y he aquí, un caballo blanco; el que lo montaba se llama Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y hace la guerra
Charlotte observaba a Graves, que no paraba de reír, en su mano llevaba algo y centelleaba bajo la luz del sol que se filtraba entre las hojas.—¿Cómo te sientes al robar el poder? —preguntó la bruja, en su tono de voz podía distinguirse cierta molestia.
—Bastante bien, si me lo preguntas, pero claro, ya lo hiciste —estalló nuevamente en risas.
Agitó el objeto que centelleaba en su mano, la espada de Magnus, que ahora le pertenecía. Sonrió, luego enfundó el arma.—¿Dónde dejaste el cuerpo? —preguntó la mujer, que estaba apoyada en la corteza de un árbol.
—Con respeto, en su oficina del Ministerio, ¿Ves lo educado que soy? Y luego me tienen miedo —dijo en un tono indignado.
Era tarde, iba a anochecer en un par de horas. Y la pelea había sucedido hace una y Seymour no podía dejar de reír, recordaba cada movimiento que había hecho, cada ataque, mientras que Robert daba todo de él, él taba olor se burlaba de lo débil que era, recordó su expresión al final y la lágrima, había lagrimeado al final, ¿Por qué? ¿Por qué no había servido para defender a su tierra?—Pobre fracasado, iluso, débil e idiota, creer que podía vencerme —dijo Graves —. ¿Sabes qué significa su partida, Charlotte?
—¿Que la gente está desprotegida?
—Exacto, Bruja.
—¿Y ahora? —preguntó Charlotte, aburrida.
—Bueno, con esta espada, me gustaría ir a hablar con el tercer espadachín, ¿Sabes? Enfrentarlo, quitarle su espada, para luego destruirlas y que no haya ningún espadachín más, luego acabaré con el resto, ya que lo demás es demasiado fácil, Sé que este acontecimiento altera un poco nuestro plan, pero para bien, no para mal, sí antes no podían hacernos nada, menos ahora.—Cierto, así que será mejor que vayamos de una vez al Bosque Oscuro —dijo la Bruja, separándose del árbol.
—Espera, bruja, necesito poder controlar esta espada, una vez pueda detener el tiempo, seré un Dios. ¡Qué carajo! ¡Soy un Dios ahora! ¡Nadie me puede tocar!
—¿Así que solo entrenarás? —dijo Charlotte, molesta.
—Exacto, por ahora, cuando le sienta preparado, en unos cuatro o cinco días, iremos a por el venado, será lindo verlo de nuevo.
—¿Qué ocurre? —preguntó Lowell, mirando preocupado, escuchando gritos y conversaciones ajenas al otro lado de los muros. Los guardias de la entrada dejaron de permanecer tan inexpresivos y se mostraron nerviosos.Lila abrazó a su peluche. El anciano del canrear observaba con atención al pueblo.
—Oh, Dios, Adriel está adentro, ¿Le habrá pasado algo? —preguntó Sally, preocupada. Manuel negó con la cabeza.
—No creo —dijo.
—Quizá Conejo está llamando a sus conejitos y ha sorprendido a la gente —rió el peliblanco. Fue oscureciendo poco a poco.
—Deberíamos entrar —dijo Sally. Lowell asintió, saltando del canrear hacia el suelo.
—Esperen, ahí viene —advirtió Lila, señalando al chico de abrigo gris que salía despacio del pueblo, a su lado lo acompañaba una mujer muy alta.—Dios mío, un titán —se impresionó Cabra, eso hizo reír a Manuel.
Mientras más se acercaba Conejo, más notaban su expresión decaída. Se mostraron confundidos sus amigos, el resto bajó del canrear, mientras que el anciano observaba de reojo todo.
ESTÁS LEYENDO
La Tierra de los Mil Bosques
פנטזיה¿Qué harías si te llevaran a un nuevo mundo donde descubres que eres especial? Donde hay poderes, magia, nuevas especies. Mientras que nuestros protagonistas van descubriendo cosas sobre ellos y su descendencia escondida, dos villanos llevarán el ca...