La puerta se abre lentamente, provocando un leve chirrido. La madera se despega del marco unos cuantos centímetros y de allí se asoma una cabeza con cierto aire dramático.
Suspiro y aunque Moo-Bin quiere que le siga el juego, no puedo.
—Contraseña, por favor —susurra.
Bueno, esa sí me la sé.
Vuelvo a suspirar.
—Popó de perro.
—Ding-ding, ¡correcto! —exclama y me da pase al hall de su casa.
Entro con desgana, con las manos incrustadas dentro de los bolsillos de mi abrigo. Me quito los botines y me pongo mis pantuflas. No recuerdo con exactitud el día que las traje y le dije a Soojin que no dejara que nadie se las pusiera porque su hija querida —es decir, yo— seguiría viniendo por el resto de la eternidad.
—¿Dónde está tu... —No hace falta preguntar más después de escuchar el grito de horror de Soojin provenir del fondo del pasillo—... mamá...
Me apresuro en avanzar y no necesito de una lógica exhaustiva para saber que ese grito viene de la habitación de Woo-Bin y que fue provocado precisamente por él. Moo-Bin, su hermano gemelo, viene atrás de mí.
Estoy a un segundo de preguntar qué pasa, pero el simple hecho de entrar y ver frente a mis narices lo dice todo. Sobre la cama de Moo-Bin hay un pequeño ratón blanco que está absorto de los gritos de la mujer y del miedo que causa.
—¡¿De dónde sacaste esa rata, muchacho del demonio?! —Quiere saber su madre—. ¡Sácala de aquí!
—¡Sobre mi cadáver! —espeta decidido y es entonces que se coloca delante de la rata con los brazos extendidos para bloquear cualquier intento de ataque de parte de su madre—. ¡Rayito es mi vida! ¡Es mi ser! ¡Somos un solo clan!
—¡Vas a sacar a esa rata ahora mismo!
—¡¡Jamás!!
—¡Omma! —llama su otro hijo—. Drey está aquí. Deja de hacer tanto escándalo y deja a la rata en paz.
Woo-Bin aprovecha la distracción para agarrar a su animal, pasar entre Moo-Bin y yo y así escapar, probablemente a su laboratorio improvisado. Es tan pequeño y escurridizo que tiene las de ganar y tomar ventaja.
Soojin, su madre, suspira y baja los brazos con cansancio, diciendo implícitamente que ya no sabe qué hacer con su hijo.
Soojin es madre soltera, tiene dos hijos por falta de uno y para rematar son gemelos. Tienen ocho años y, a pesar de que la gente suele decir que los gemelos se parecen, este no es el caso; Woo-bin es un pequeño genio con pasatiempos raros. La última vez tuvo una boa y tuvo que entregarla al refugio de animales porque en realidad lo que quería era comérselo. Ahora trae una rata, que quizá no sea tan grave como la ultima vez. Solo espero que esa rata no sea para alimentar a otra boa. Creo que la semana pasada casi incendia la casa.
Por otro lado, está Moo-Bin. Él es más relajado y si no fuera por su apariencia creyera que no tiene ocho años. Ese niño dice cada cosa. Pero esta familia es tan genial que vengo cada vez que puedo después de una semana dura de tareas y clases.
Soojin amaga con decir algo que implica un saludo, no obstante, se calla y me queda observando. Procede a acercarse y darme un par de manotazos en los hombros.
—¡Au! ¡Au! ¿Pero qué...? —Trato de zafarme de sus golpes, pero los sigo recibiendo.
—¡Otra vez estás dejando de comer por estar clavada en ese aparato!
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A 36°C » Jeon Jungkook; BTS
FanfictionDrey tiene todo lo que superficialmente se puede considerar como bueno: tiene una alta reputación, dinero, las mejores notas, buenos amigos y la mejores de las actitudes. ¿Actitudes? Sí, claro. Drey no es lo que aparenta ser y mucho menos es un terr...