Capítulo 30

8.9K 674 195
                                    


Tzuyu reprimió el impulso de llorar, le aterraba estar en aquellas cuatro paredes, sola y con tan solo un pequeño foco amarillo que apenas y enfocaba la mesa en donde estaba ella. El ambiente se sentía tétrico, las paredes del lugar eran tan negras que creía que si las miraba durante un largo periodo de tiempo caería en un agujero negro que la harían perderse, y para siempre.

Observó sus manos sobre la mesa de metal algo vieja, podía notar las marcas rojizas que empezaban a formarse sobre sus muñecas y que, con cada movimiento brusco que hacia, le dolían como el demonio. No podía fijar su vista en algún lado del cuarto oscuro por mucho tiempo por que cada cosa le recordaba la terrible realidad que vivía.

No lograba entender cómo había llegado hasta ahí, si bien, tenía una leve idea de que era lo que realmente querían de ella, por más que lo negara sabía precisamente cuál era su delito y aunque quisiera no habia escapatoria, gran parte de las cosas que hizo eran difícil de remediarlas. Se vio en un lugar poco iluminado y dividido tan solo por pequeñas habitaciones habitables, para ella era totalmente nuevo lo que estaba viviendo y temía no tener algun tipo de salvación. Al despertar por la mañana y saludar a sus padres no se imaginó que luego de salir por la puerta principal de su casa un cuarteto de policías liderado por un agente la esperaban a un lado de su auto.

La habían detenido diciendo los derechos que tenía, y sin contestar sus preguntas la subieron a uno de los autos policiales que estaban aparcados a un lado de la carretera. Sintió que se iba a desmayar cuando luego de llegar a una de las comisarías de su cuidad y bajar, uno de los policías la esposo para después llevarla sin mirarla al sitio donde ahora mismo se encontraba. Llevaba más de una hora allí esperando, no tenía ni idea de quién cruzaría la única puerta de la habitación y moría de la intriga por saber lo que le esperaba.

No dudaba que sus padres estuvieran haciendo todo lo posible para tratar de sacarla lo antes posible de ahí, su familia tenía dinero y contactos. Con tan solo unas cuantas llamadas de sus padres ella ya estaría de vuelta en su casa, pero le preocupó que al ver como el tiempo pasaba y ni rastro alguno de la palabra "libertad". Estaba entre la espada y la pared, no sabia exactamente que hacer ni que decir, nadie se había tomado el atrevimiento de conversar con ella.

Escuchó el chillido de la puerta al abrirse y se tensó por completo, pudo reconocer a un hombre alto y fornido ir directamente hacia ella para luego sentarse al frente, llevaba unos papeles sobre sus manos y no tenía expresión en su rostro, era como si las emociones no estuvieran en su vocabulario. Lo reconoció como el hombre que había acompañado a los cuatro uniformados y quien había dicho cada uno de sus derechos, es su momento no se había atrevido a mirarlo pero ahora podía jurar que su rostro le era un tanto familiar.

—Solo una pregunta Señorita Chou.— habló el hombre haciendo a su voz retumbar.— si responde con sinceridad le prometo que esto acabará mucho antes de lo que piensa.— fijó su vista en los papeles y alzó la vista intimidando a la chica.— ¿qué era lo que usted estaba haciendo en la habitación que compartía la Señorita Lalisa Manoban con la Señorita Kim Jisoo a las cero cero con treinta y dos de la madrugada hace tres días?.

Tzuyu no respondió, su mente estaba hecha un lío y sus pensamientos no se alineaban correctamente como para formar una respuesta, no esperaba que el hombre pelinegro fuera tan directo. Sus piernas empezaban a temblar así como también sus manos, trató de disimular haciendo movimientos pausados, aprovechando para responder con la primera oración que su mente había logrado armar.

—¿De qué me está hablando?.— respondió casi temblando.

El Agente Kim suspiró, sus años de experiencia le habían dado tanto conocimiento que sabía que la respuesta de Tzuyu era la que el esperaba pero que no aceptaba. Los tipos de personas que sabían que estaban en graves problemas hacían cualquier cosa para distraer a su interrogador para hacerse los desentendidos, además tratar de desviar un poco el tema, ese era el comienzo de un largo y cansado interrogatorio.

Mi Único Amor-Jenlisa-(G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora