Él es tan único que respetó el incómodo espacio en el cual nos vimos envueltos en cuestión de segundos. Tan único que sabe cuándo y cuando no hacer las cosas. Tan único que hoy decidió echarme de mi cama.
Desde aquí, el colchón que se encuentra en el suelo, se puede ver claramente la rendija pequeña que hay por debajo de la puerta, puedo ver el closet entreabierto y también alcanzo a observar un poco al de cabellos azules, que duerme como si jamás lo hubiera hecho en la vida. Con un brazo extendido a un lado, el otro arriba, las piernas no tengo idea porque es lo único que todavía la cobija cubre, y los labios levemente cerrados. La imagen más tierna de un hombre que jamás imaginé apreciar.
De pronto, al voltear para intentar dormir cómodamente, escucho sollozos. Me giro de nuevo, agradeciendo a la luz de la noche y de los postes, que se filtra por la habitación, al dejarme ver a Yeonjun y unas cuantas lágrimas en su rostro.
Supongo que está teniendo una pesadilla.
Me encamino despacio hasta mi mueble, tocando su brazo repetidas veces para que despierte; sin embargo, a más de abrir un ojo siquiera, tiembla y más lágrimas empiezan a salir con rapidez.
—Oye... ¡Oye! —susurro cada vez más alto—. Despierta —pido en voz baja.
Sé de mis abuelos que jamás debes llamar por el nombre a una persona sonámbula. Quizá lo esté.—¿Mamá?
Quedo fría ante su respuesta. Trago saliva, posando ahora mi mano en su frente. Tiene fiebre.
—No te vayas —suelta como puede, logrando asustarme. Sus ojos se abren lentamente, mostrándose somnoliento más que nada—. No te vayas, Jiwoo.
—Creo que estás enfermo —aclaro quitando mi mano—. Levántate, debes entrar a la ducha.
—¿Para? —pregunta esta vez un poco más consciente.
—El agua fría es buena para aliviar la fiebre —añado jalando su brazo. Parece eso muñecos que se mueven gracias a los hilos, en este caso, se mueve solo a mi disposición—. O.... una mejor idea, llenaré la tina —lo suelto de golpe, arrepintiéndome al instante al escuchar un jadeo.
Tapo el único orificio por donde se pueda escapar el agua de la tina y abro el grifo, esperando a que caiga fría en su totalidad, para luego correr de regreso a Yeonjun, quien yace justo a tiempo sentado al borde de la cama con los ojos notablemente cansados.
—Levántate —pido otra vez. Me mira y luego de bufar, se pone de pie. Está mareado, pero logramos llegar a la bañera—. No creo que sea necesario que te quites la ropa.
Él siente.
Mi labor se basa en dejarlo enfriarse y listo... pero ¡agh! ¿Qué haré si se queda dormido y se ahoga? Pues no está en sus sentidos completos.
Respiro fuertemente, tomando valor... y me decido a entrar con él, agarrando levemente su cintura para que no se resbale. Una vez dentro, no sé cómo, pero tenemos éxito en encontrar una buena posición para descansar, entonces coloca desprevenidamente su cabeza sobre mi pecho y suspirando, me deja oír un sollozo.
—Gracias, Jiwoo.
Toco la puerta un par de veces, solo para ser recibida por el claro sonido de un estornudo que proviene de la sala. Entro y sonrío al verlo en un pijama de animalito y completamente cobijado.
—Volví —anuncio.
—Ya te escuché —responde desanimado—. Regresaste rápido —voltea a verme, obsequiándome una sonrisa débil. Me acerco a tocar su cara y comparado a lo que era ayer, hoy por lo menos tiene más color.
—Tu madre... ¿qué hacía cuando estabas enfermo? Yo solo compré unas pastillas.
Debería saberlo, pero durante mucho tiempo he tratado de cuidarme sola. A estas alturas mis padres piensan que soy inmune a cualquier resfriado.
—Eso es suficiente, muchas gracias —me sonríe de nuevo. Baja la mirada y toma delicadamente mi mano—. Yo... También te quería agradecer por lo que hiciste ayer.
—No fue nada —me rasco la nuca con la mano desocupada.
—Es que... tú no tienes ninguna obligación conmigo; sin embargo, me ayudaste. Siempre me ayudas. Eres genial.
—Bueno, si haces algo debes hacerlo bien.
—¿Te puedo hacer una pregunta?
—Adelante.
—Ayer... ¿hice o dije algo que no debía? —cuestiona apenado.
—No —muevo la cabeza en modo de negación—. ¿Por qué preguntas?
—Mi madre solía decirme que cuando tenía fiebre, deliraba —contesta, asustado mirando a la nada—. Que me reía porque veía caricaturas que me querían llevar.
—¿A Neverland? —me mofo de su repentina confesión.
—¿No es eso Peter Pan? —encojo los hombros, indicándole que no tengo ni idea—. En fin, ¿no hice nada malo? Lo único que recuerdo es un zapato.
Sonrío.
—¿Y por qué me agradeces si no recuerdas lo que pasó?
—Porque desde hace tiempo no dormía tan bien.
Mis nervios se disparan, comenzando a saltar una vez más. ¿Qué podía hacer? Incluso el agua se iba calentando por si sola, ambos salimos mojados. Claro que le di su espacio para que se cambiara cómodamente, y luego de yo también hacerlo, lo acompañé hasta que se quedara dormido... pero no contaba con que el sueño me arrastraría a su lado.
Honestamente, yo tampoco había dormido tan bien, hasta ayer.
—No dijiste nada, es más, ni hablaste.
Asiente despacio, dirigiendo su vista a la tele. Y ahora entiendo un poco, sus repentinas frases, el loco humor. Este niño, cuando no está estudiando, pasa viendo películas de Disney.
Lo que todavía me falta de comprender es acerca de lo que estuvo a punto de pasar ayer antes de irnos a dormir.
Aunque, es lo de menos por ahora.
Ok. Siento que cuando actualizo una vez, me emociono y lo vuelvo a hacer, aunque después desaparezca y regrese en 84 años. Es que a veces soy una cosa bárbara. La inspiración me fluye :D
Como sea, es uno de los capítulos más soft que he escrito y me encantó. Además, Yeonjunnie lo merecía luego de ese breve encuentro.
¿Qué opinan?
Goosnait 😎😴
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Pαrιsh Pυmρ ≫ C.Ψ.J
Фанфик"Tú me enseñaste que el amor no siempre duele". Publicada : 26/08/2020 Re editada: 17/02/2022