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—¡Qué dices! —exclamo alejando al peli azul con una mano. Éste me mira sobresaltado.

—¡Oye! ¿Por qué te pones así?

—Porque-

—¿Son sólo amigos? ¿En serio? —interroga colocándose la mano deformada en un puño bajo el rostro.

—Quizá no sea algo que se vea todos los días. Pero nosotros somos muy cercanos. Nos tomamos de la mano y a veces nos damos pequeños besos... en la mejilla. Como ese que viste.

—¿Te puedo dar uno?

—Si quieres.

Él niega frenéticamente. 

—No puedo pasarme contigo. Además, ustedes relacionan mucho el contacto físico con lo sexual. 

Aquella inferencia, que no es para nada cierta —al menos en su mayoría—, me hace soltar una carcajada.

—Como digas.

Yeonjun asiente. Su vista se mantiene perdida un momento en algún lugar, para finalmente luego de unos minutos, abrir la boca.

—Ahn Ji...

—Ahora qué —digo recostando mi espalda en el sofá.

—¿Qué es un oral?

Mis ojos se abren en par. Bastante asustados para ser algo casi normal entre mis amigos; refiriéndome al concepto, mas no a la acción.

—¿Por qué preguntas eso? —sonrío nerviosa a la vez que mi espalda vuelve a erguirse. 

—Dalyn dijo algo —frunce el ceño, mientras sus brazos se aprietan entre sí—. ¡Ya sé! —chasquea los dedos —. Es como oratoria, ¿verdad?

¿Qué le pasa?

—Algo así —titubeo—, sólo no digas esa palabra en ningún lugar porque se escucha muy vulgar.

—¿Es la versión vulgar? 

Zeus, por qué enviaste a esta inocente persona a mi casa.

—Si dices esa palabra te molestarán de por vida.

—Ok —asiente desganado—. Lo siento por lo de hace rato.

—No es nada. Pero, ¿Qué te dijo exactamente Dalyn?

—No entendí bien, susurró muy bajito.

Suspiro. Esa chica en serio es extra. No me imagino si Yeonjun hubiese terminado en sus manos; no soy santa, pero tampoco vivo acompañada día y noche del deseo lujurioso.

—¿Ya estás mejor? No perdonarán que faltes un día más —eludo a hablar más del tema. Es muy delicado para su situación.

—Te dije que me sentía mejor, mañana iré normalmente.

Mañana se cumplen cinco días de su estancia aquí, literalmente, el lunes lo apalearon y desde entonces no ha regresado a la escuela. Y regresando a lo primero, tal vez luego se vaya a vivir a otro lugar.

—¿Puedo hacerte otra pregunta? —asiento enseguida—. ¿Cuándo llegará la pizza?

Cierto. Lo había olvidado.

Llamo de nuevo y el personal me indica que ya la enviaron, sólo que al repetirme el lugar de residencia, quiero golpearlos o golpearme. ¿No que era confiable?

Como sea, expliqué mal la dirección.

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