Leonardo

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Leonardo se despertó y miró el reloj que se encontraba a su lado, en la mesita de noche. Eran las dos de la madrugada. Tenía los ojos irritados. Se había quedado dormido agotado de tanto llorar. Se levantó de la cama y se dirigió hasta la cocina. Cogió un vaso del armario que se encontraba sobre el fregadero y lo puso debajo del grifo. Giró la llave y lo lleno de agua. Se lo bebió de un solo trago e introdujo el vaso en el fregadero. Se dirigió de nuevo al dormitorio para seguir durmiendo, cuando de repente escuchó como algo se rompía en alguna parte de la casa. Caminó hacia el lugar de donde provenía el ruido. Entonces se escuchó un gran estruendo. El ruido provenía del sótano, ahora estaba seguro. Se paró frente a la puerta de este y volvió a escucharlo. Era como si alguien estuviera revolviendo lo todo. Agarró el pomo de la puerta y empezó a girarlo, pero entonces se detuvo. Había visto demasiadas películas de terror como para saber qué aquello no era una buena idea.  Soltó el pomo y camino hasta la mesa del salón. Sobre ella estaba su teléfono móvil. Lo cogió y salió rápidamente de la casa. Una vez que estuvo en el jardín, marcó el número de teléfono de la policía. Tras varios tonos, se escuchó la voz  de un agente al otro lado de la línea.

-¡Por favor, envíen a alguien!-rogó Leonardo- Hay un intruso en mi casa.

Tras darle la dirección al agente, este le aseguró que enviarían una patrulla enseguida.

Leonardo se quedó allí en el jardín, en la oscuridad de la noche, rezando porque el intruso no saliese de la casa hasta que llegara la policía.

Diez minutos más tarde Leonardo divisó como un agente aparecía al final de la calle, este corrió hacia donde se encontraba Leonardo y le puso el dedo índice en los labios indicandole que guardara silencio.

- He dejado el coche patrulla en la calle de al lado para no alterar al intruso ¿Dónde se encuentra? ¿Sigue en el interior de la vivienda?- preguntó el policía susurrando.

- Sigue dento- asintió Leonardo- y el ruido provenía del sótano.

-Bien, indíqueme donde se encuentra el sótano- dijo el policía señalando la casa.

Leonardo caminó delante del agente indicandole el camino. Al llegar al porche de la casa, sintió una punzada en el cuello. Llevó su mano al lugar de donde provenía el dolor. Tenía un cuchillo clavado en el cuello. Miró su mano. Estaba cubierta de sangre. Se giró hacia el agente de policía. Este reía a carcajadas mientras observaba como la sangre salía abundantemente del cuello de Leonardo. El policía le había apuñalado. Leonardo comenzó a sentirse mareado debido a la pérdida de sangre. Se agarró al agente para no caer al suelo y pudo ver más de cerca la placa que este llevaba colgada en el pecho. Entonces pudo comprobar que la placa era falsa. Estaba muy bien hecha, pero a esa distancia tan corta se notaba a la perfección que era de plástico. Aquel no era un policía de verdad. Llevaba puesto un disfraz. El falso agente empujó a Leonardo que cayó sobre el suelo de madera del porche. La sangre no paraba de salir de su cuello, y él cada vez se encontraba más débil. El impostor salió huyendo al ver las luces del verdadero coche patrulla que se acercaba a la casa, mientras el cuerpo sin vida de Leonardo permanecía en el suelo del porche, sobre un enorme charco de sangre que no paraba de crecer.

Continuará......

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