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Se bajaron del auto. Gulf esencialmente sintiendo la brisa roer su camisa con una incomoda bienvenida. Él estaba cabizbajo cuánto más se alejaba del auto. Sus manos cerradas en fuertes puños a los lados de su cuerpo. El sonido de las puertas cerrándose por Mew con la chica se escuchaban borrosos como si fuesen olas de mar a distancia de una gran montaña. Lo único que Gulf escuchaba era un sonido aterrador que contaba de un pitido agudo que podía dejar sordo a quién quisiera. Sus ojos no hacían más que ver un pequeño cesped que danzaba con el viento. Cuando el tercer portazo lo hizo brincar en su sitio todo asustado mirando el auto.

Mew y la chica lo miraron. El pelinegro ahora estando parado al lado de la puerta pasajera. -Dejaste la puerta abierta, Winnie-Poo.- Le cuenta con suavidad. El moreno desplaza sus ojos de un lado a otro. Estos tienen pinta de que quieren llorar más su rostro serio sólo tartamudea con la boca o uno de sus puños se mueve de adelante a atrás con frenesí.

-Pensé haberla cerrado. Me asusté de que ese sonido extra pudiera ser algo más.- Cuenta entre tartamudeos el moreno antes de cerrar sus ojos en exasperación con la mirada cabizbaja inhalando todo el miedo por la boca hasta sellar sus dos labios. El pelinegro camina hasta él vistiendo completamente de negro. Una chaqueta negra formal sobre una camisa negra de mangas largas y pantalones negros ajustados con rotos en la rodilla. Botas igualmente negras.

La brisa sacude los paneles frontales de la chaqueta (esas enteras telas delanteras de la chaqueta) en cuánto se acerca a su esposo. Posa frente a él para mirarlo a los ojos intensamente. -Estamos juntos en esto, Winnie-Poo.

-Sí, lo sé, y confío en nosotros ¡pero...!- Gulf se frustra al mirarlo a los ojos. Trata de no llorar al parpadear varias veces. Succiona su labio inferior bajo el superior en una leve mordida frustrada antes de colapsar su cabeza de nuevo poniéndola boca abajo. -Lo siento. Fui yo el que planteó toda la idea de ayudarla. No debería estar llorando así.

-Oye, no.- Mew lo toma de los cachetes. Alzando su mirada. El moreno vuelve a frustrarse rodando los ojos para cerrarlos nuevamente. -Si vas a llorar entonces estás en toda la razón de llorar. El año pasado pasamos por cosas horribles. Yo también tengo miedo.

El moreno abre sus ojos. Se miran por varios segundos. Aquel pelinegro lo miraba con tanta concentración... La luz del sol hacía que el café en los ojos de ambos aclarará sus colores.

-Tienes razón. Ambos tenemos miedo.

-Pongamos el miedo a nuestro favor entonces.

-Como siempre lo hemos hecho.

Ambos ríen un poco. Mew cariñosamente baja sus manos de los cachetes del contrario. Ambos giran hacia la chica quién los está viendo con una sonrisa pequeña de labios triste. -Vamos.- Mew le dice. La chica se acerca a ellos y los tres entran a la casa. Abriéndola de una. No tenía seguro. La chica va en la delantera.
-¿Papá?- Ella pregunta mediante todo el silencio.

Van pasando de la cocina. El refrigerador primeramente. Pero al Mew estar detrás de los dos individuos cuerdos, entra a la cocina. Parece haber un estante de muchos cuchillos y él sigilosamente saca uno del estante. Se da la vuelta para esconder con una sola mano el cuchillo detrás de su espalda y se encamina de nuevo hacia los individuos. Gulf seguía a la chica y al mirar al suelo por pura casualidad, pudo ver cómo la sombra de Mew se volvía a establecer detrás de ellos. Eso le indicó que en un momento dado se había separado de ellos. Claro, Gulf no iba a dudar de su esposo sólo por eso. Confiaba en él. A lo que tenía que estar alerta es que su lado psicópata no vuelva. O al menos no enteramente.

Miró de reojo a su esposo durante la lenta caminata. Su esposo lo miró después de mirar alrededor. No tardó nada el tez morena en notar el brazo que su pelinegro propiamente escondía. Se miraron a los ojos y hicieron un asentir. Confiaban en el uno al otro después de todo. La chica dejó de caminar cuando su padre no respondía a sus llamados.

𝙇𝙖 𝘾𝙖𝙨𝙖 𝙀𝙦𝙪𝙞𝙫ø𝙘𝙖𝙙𝙖 2 • MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora