Prólogo.

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26 de diciembre

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26 de diciembre.

Sinceramente, no sé como comenzar esta historia. He intentado escribir algo en el ordenador mientras que el autobús donde me encuentro conduce hacia el pueblo de mis abuelos paternos, no obstante, mis dedos no funcionan a la misma velocidad que mi mente. A veces me siento algo inútil, tengo tantas ideas en la cabeza que me es imposible centrarme en una y plasmar mis ideas en la página en blanco.

Tal vez, presentarme sea una gran idea, pero sé que no soy lo suficientemente interesante para que esto último sea el prólogo de mi novela. Además, la única persona que va a leer este trabajo vas a ser tú, profesor, y, la verdad, es que me da bastante vergüenza revelarte mis pensamientos.

Me dijiste que la mejor manera de escribir un buen libro era viajando a un lugar tranquilo, aunque ya me conoces bastante bien, no suelo hacerle demasiado caso a tus consejos, por lo que, guiada por los deseos de mi propio corazón, me encuentro en camino hacia un ruidoso pueblo de Granada.

No voy a revelar su nombre, pero, créeme, es una localidad muy especial para mí. No nací allí, tampoco pasé veranos enteros como mis primos, sin embargo, una gran parte de mi persona pertenece a ese lugar.

Constaba de dos meses de edad cuando mis padres me llevaron por primera vez y, aunque es imposible que recuerde nada, estoy segura de que mis abuelos me recibieron con alegría, felices por darle la bienvenida a una nueva miembro de su numerosa familia.

Tras ese día, mi vida se resumió en pequeños viajes hasta el pueblo, contenta por volver a ver las dulces y viejas sonrisas de los padres de mi progenitor, jugar en la calle con mis primos y comprar golosinas en la pequeña papelería que había al cruzar la calle.

Mi infancia y pequeña parte de adolescencia creció ante la presencia de montañas, un gran pantano y las melodías de las coplas españolas que transmitían en los concursos de la televisión. Me gustaba ir, alejarme de la playa y reír junto a Macarena, mi prima mayor y la cómplice de varias travesuras que siempre acababan con regaños y risas.

Los pequeños de la familia siempre fuimos muy unidos y, cuando coincidíamos, llegábamos a romper los cristales de las puertas de mi abuela. 

La pobre mujer no se enfadaba con nuestras niñadas, pero, en el fondo, nos maldecía entre dientes. Mi abuelito, por otra parte, se reía en silencio y se recostaba en el largo sofá para dormir antes de regresar al solitario banco que había frente a la casa. En las noches de verano, solía sentarme a su lado y hablar un poco con él, burlándonos del muchacho que trataba de impresionarme con su bicicleta; Pobre Javier... Dejó los estudios para trabajar en el campo con su padre y, ahora, ha comenzado a desarrollar una notable locura.

Es increíble como pueden cambiar las cosas en cuestión de años.

Los siete niños inseparables que solíamos ser, apenas nos reunimos por el ritmo de nuestras vidas. La mayor, Martina, triunfa en los musicales de Madrid; Macarena acaba de mudarse con su novio a un pueblo no muy lejano de la localidad; Carla estudia en mi misma universidad y solemos saludarnos cuando coincidimos; Por el contrario, Carlos, su hermano pequeño, dejó recientemente los estudios y salió del armario ante mi conservador tío; Los dos pequeños, Ana y Alejandro, son unos adolescentes sumergidos en un profundo pavo que a veces te deja sin palabras; y luego me encuentro yo, Aurora, una joven con problemas de inseguridad e incapaz de terminar la carrera de periodismo.

Añoro mi infancia. Al menos, en aquella época, no me preocupaba por tener que pagar un destartalado piso que solo me trae quebraderos de cabeza.

Bueno, supongo que te estaré cansando con toda esta introducción, así que me detendré ahora mismo. Seguiré escribiendo en cuanto me ocurra algo interesante.

Aurora Ortega.

¡Hola! Este ha sido el prólogo de Nuestras Vidas

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¡Hola! Este ha sido el prólogo de Nuestras Vidas. Se que es corto, pero es una pequeña introducción para que conozcáis mejor a nuestra protagonista Aurora.

Espero que os haya gustado y nos veremos en el primer capítulo. ❤

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