🚫Este capítulo tiene una escena de abuso y drogas.
Capítulo 22
Flavio acomodó a Ana sobre su cama. El cansancio, sumado a la cantidad de sustancias que recorrían el esbelto cuerpo de la menor, provocó que cayera rendida contra las sábanas del arqueólogo.
La miré desde la puerta de entrada, perdida en la rapidez de mis pensamientos y preocupaciones. El dolor en mi pecho se volvió intenso, además, no fui capaz de saber si este era por el daño que la situación me producía o por todo el esfuerzo físico que estaba haciendo últimamente.
Tenía miedo.
El arqueólogo posó una mano en mi hombro, guíe la mirada hacia su rostro intranquilo y el mar grisáceo de su iris se perdió en el mío, buscando un brillo que le asegurase que me encontraba bien.
-¿Quieres un cigarro?-Pregunté y le dí a entender que necesitaba salir de aquella habitación cuanto antes.
Me miró confuso por unos segundos, no obstante, con sus dedos rodeando la piel de mi huesudo hombro, caminamos hasta el estrecho y elegante balcón. El aire fresco acarició mi rostro y apoyé mi peso contra la barandilla de metal que separaba el campo del hogar, dándole la espalda al magnifico paisaje. Flavio me recorrió con la mirada y sacó la pequeña caja de cigarrillos de su pantalón.
-Dame uno.-Murmuré cuando comenzó a fumar en silencio, sin dejar de clavar sus ojos contra los míos.
Conseguí apreciar la duda en su expresión, brillando igual de intensa que las estrellas, sus largos dedos sacaron uno y apretó los labios sobre el suyo con fuerza.
Negó, volviéndolo a guardar.
-Es malo para tu corazón.-Dijo y seguidamente se llenó los pulmones de humo.
Levanté una ceja y suspiré con las manos temblando. No sabía por qué pero mi cuerpo pedía a gritos algo que lo calmase. Mordí mi labio inferior, sintiéndome ansiosa conforme lo observaba fumar, aspiraba el humo y volvía a soltarlo constantemente.
Me asusté por la ansiedad que subió por mi cuerpo, la necesidad se ciñió a mi paladar y por un segundo deseé experimentar la tranquilidad que me proporcionana la droga. Llevé las manos hasta mi rostro, intentando tranquilizarme desesperadamente.
¿Por qué me sentía así después de tanto tiempo? ¿No lo había superado?
La calidez de los brazos de Flavio me envolvieron, permitiendo que mi temblor me abandonase lentamente y mis dedos se aferrasen con fuerza a su sudadera.
-Tranquila...-susurró.
Quería estarlo, pero los recuerdos, sumados con el deseo de saciar el vacío que se instalaba en mi pecho, no me lo permitía.
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Nuestras Vidas
RomanceAurora siempre ha sido una muchacha callada, algo tímida y reservada, su vida gira entorno a dos pequeños e importantes ejes: su familia paterna y su vida universitaria. Tras una interesante propuesta por parte de su profesor de universidad, decide...