Aurora siempre ha sido una muchacha callada, algo tímida y reservada, su vida gira entorno a dos pequeños e importantes ejes: su familia paterna y su vida universitaria.
Tras una interesante propuesta por parte de su profesor de universidad, decide...
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Capítulo 25
Salí del hospital en la madrugada, el sol comenzaba a asomarse entre los altos edificios y, sin importarme no haber pasado la noche en casa, caminé hasta la universidad bajo el sonido de la música que escapaba de mis auriculares. Mi corazón se estrechó un poco al darme cuenta de que la lista de reproducción que escuchaba pertenecía a Flavio y apreté los labios, negándome a llorar otra vez por él.
Estaba enfadada y se lo había hecho saber al negarme a montar en su vehículo. No lo podía evitar, pues, aunque mi cuerpo necesitase su compañía, mi mente pensaba, una y otra vez, que el adulto no era capaz de plantarle cara a su padre. Sus ojos grisáceos me miraron con arrepentimiento, pero ya estaba lo suficientemente lejos como para arrepentirme.
Pasé el día en la biblioteca, agotada por haber dormido sólo dos horas, le escribí a mi madre para que no se preocupase y evité comentarle sobre el repentino reencuentro con Flavio y mi breve estancia en el hospital. No quería preocuparla, por lo que simplemente mentí y le dije que había dormido en casa de Carla. Me sentí mal por engañarla, no obstante, me dolía demasiado la cabeza como para tener que escuchar sus preguntas.
Abandoné el local alrededor de las diez de la noche, me dolían los ojos de tanto estudiar y mis músculos se sentían tan pesados que pensé que en algún momento me desplomaría en el suelo. Suspiré, colocándome mejor la mochila y echándole un vistazo a las notificaciones de mi teléfono.
Levanté una ceja al encontrarme con una llamada perdida de Nico y mi corazón se aceleró. ¿Qué necesitaba? ¿Por qué me llamaba después de tanto tiempo? Suspiré y seguí mi camino como si no hubiera visto la notificación. Subí el volumen de la música de mis audífonos, fundiendome en la intensidad de una de las cantantes favoritas de Flavio, y, una vez que abandoné el campus, mis ojos se toparon con la persona que menos esperaba encontrarme: mi ex pareja.
Su cabello rubio y liso caía sobre su masculino rostro, seguía igual de musculoso y su estilo apenas había cambiado, digno de protagonista de una película romántica. Hice una mueca de disgusto cuando me percaté de que debía pasar por su lado, me aferré a las asas de mi mochila y caminé con rápidez. No quería que sus ojos se posaran sobre mí, no obstante, dejó el casco sobre la silla de su vieja moto y sujetó mi brazo para que me detuviera.
-¿Vas a seguir evitándome?-Cuestionó con tono vacilante. Me obligó a girarme hacia él y sus manos tomaron mi mochila, colocandosela en su espalda.-Es demasiado peso para ti, aún estás muy frágil como para cargar tanto.
Su sonrisa, la cual había sido motivo de mi debilidad años atrás, apareció inocentemente ante mis ojos y me pregunté si era consciente de que estaba al tanto de los vídeos.
-No tenemos nada de que hablar, estoy cansada y me apetece regresar a casa.-Respondí y me abrigué mejor con la chaqueta que me había prestado Flavio. Su atención pasó por la prenda de ropa y cambió la sonrisa por una expresión disgustada.