Hasta el momento, como habrás apreciado, he dado a conocer las diferentes historias de mi familia: Martina y su enorme pasión por la actuación; la historia de amor de mis abuelos; Ana y su competitividad; o mis numerosos errores que terminaron explotando en un sin fín de eventos destructivos. Pero, aunque escribo esta historia desde mis perspectiva, me gustaría haceros una breve introducción de la persona que fue mi hermana Isabel.
Isabel Ortega nació un congelado día de enero, tan blanca como la extraña nieve que caía tras las ventanas del frío hospital. Mi ciudad no estaba acostumbrada a aquel temporal, por lo que, sorprendentemente, la fuerte nevada fue digna de miles de reportajes. Tal vez, la llegada de una nueva niña a mi familia estaba espiritualmente conectada a los copos de nieve y aquel temporal fue un aviso de la persona que sería en un futuro.
Comenzamos a crecer rápidamente y a la edad de seis años encontró un folleto de su futura pasión: patinaje artístico. Al principio, mi madre se mostró reacia a aquel mundillo de entrenadores y competiciones, no obstante, mi padre y yo la convencimos, cegados por el increíble talento que la menor de la familia parecía tener. Y en efecto, Isabel era una de las mejores sobre el hielo.
Su habitación se llenó de medallas y trofeos, mis padres se esforzaron por pagar sus elegantes vestuarios, buscamos los mejores entrenadores y, en cuestión de años, comenzó a destacar entre las niñas de su edad. Lo tenía todo: buena personalidad, rostro de princesa y un increíble talento que se veía sofocado por su facilidad por coger peso. Isabel odiaba aquello, comenzó a obsesionarse con su cuerpo gracias a los comentarios de su equipo de trabajo y las dietas se volvieron parte de su rutina.
Me sentía mal por ella, la observaba comer atentamente y un nudo se formaba en mi garganta cada vez que dejaba la mitad del plato sin tocar. Me dolía verla sacrificarse por sus metas, para mí tan sólo era una niña y quería que viviera su infancia feliz, sin preocupaciones. Desgraciadamente, Isabel deseaba más el éxito que su propia salud y decidió seguir con su proposito durante un tiempo bastante prolongado.
Por aquel entonces, bajo los aplausos de los jueces y la mirada orgullosa de toda la familia, la enfermedad empezó a adueñarse de sus pulmones. Aunque aún era demasiado temprano para ser conscientes de ello.
Por otro lado, lejos de las competencias, la vida de Isabel se encontró con un rayo de luz y este tenía el cabello más rubio que jamás hubieramos visto. Hugo Gracia era un muchacho encantador, su imborrable sonrisa no tardó en llamar la atención de la casi esquelética patinadora y acabaron enamorándose perdidamente, rodeados de hielo y exhaustos entrenos que siempre acababan con ellos tirados en medio de la pista.
Hugo e Isabel no congeniaron desde el principio, la competitividad de ambos les obligó a luchar mutuamente para ser los mejores del equipo y demostrar al entrenador que valían la pena. El rubio siempre la observaba desde lejos, asombrado por el empeño que su contrincante empleaba para superarlo y no podía evitar sonreír cuando esta pasaba por su lado, golpeando su hombro intencionadamente.
Su relación comenzó a forjarse durante los viajes del club deportivo. Sus compañeras no solían acercarse a ella, envidiosas por que fuera el ojito derecho del entrenador, y, sentada sóla en una esquina del autobús, Hugo decidió hacerle compañía. Aquel gesto fue suficiente para que la menor comenzara a mirarlo con otros ojos, el rubio le colocó uno de sus auriculares en la oreja y se quedaron en silencio durante todo el trayecto.
Aquel acercamiento rompió el hielo, se hicieron inseparables y, tras muchos coqueteos, Hugo acabó besándola en medio de la pista de hielo. Isabel cayó en sus brazos sin ningún freno y se enamoró con tanta intensidad que hacía rodar los ojos constantemente a toda la familia. No podiamos evitar sentirnos felices por ella, el rubio era una persona maravillosa e, incluso en sus últimos días, demostró cuanto la amaba.
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Nuestras Vidas
RomanceAurora siempre ha sido una muchacha callada, algo tímida y reservada, su vida gira entorno a dos pequeños e importantes ejes: su familia paterna y su vida universitaria. Tras una interesante propuesta por parte de su profesor de universidad, decide...