Capítulo seis.
Los rayos del sol fueron los que no me dejaban dormir y me daba pereza levantarme a cerrar las cortinas. Por el peso de la cama, supe que Hardi seguía durmiendo en ella y cada tanto lo escuchaba hablar dormido. El nombre de Beth seguía presente hasta en sus sueños y eso me causaba algo de escalofríos ya que, el amor que le tenía a ella podía ser tan evidente como asustadizo. Eso también me causaba ternura.
El amor no me daba buena espina, aunque a veces necesitaba ser amada y amar. No quería ponerme a pensar en el amor en plena mañana. Me senté en la cama, refregandomé los ojos y preguntandomé si debía despertar a Hardi, quien dormía boca abajo, con la cara pegada a una almohada que había llenado de saliva. Maldición, Hardi.
Eso me hizo reír en silencio.
Colocandomé el remerón gris que llevaba puesto la noche anterior y que me llegaba hasta por arriba de las rodillas, me dirigí hacia la ventana y se me dio por mirar la ventana de Max, quien aún se encontraba cerrada. Seguro estaba molesto conmigo.
Alguien golpeó la puerta, haciendomé sobresaltar.
Fui directo a la puerta, retirando la silla que cumplía la función de barra para que nadie se atreviera a pasar. La misma rechinaría si eso pasara.
Abrí la puerta, echándole un vistazo a mi cabello, que se encontraba aplastado cómo si un caballo le hubiera dado un lengüetazo.
Un joven de rulos rubios y bajito estaba parado frente a mí, con un sobre en las manos y con una sonrisa risueña.
—¿Usted es la señorita Gray?
—Sí.
—Esto se lo envía el señor Voelklein —me dijo, tendiendomé el sobre que parecía ser bastante grueso y algo grande.
—¿Voelklein es el apellido de Max?
—Sí, muy particular ¿no cree?
El mensajero era simpático, pero parecía algo sudoroso y agotado.
—Por favor, permítame darle un vaso con agua —le dije, abriendo la puerta y dejándolo pasar.
—Muchas gracias señorita, usted es muy amable.
Como toda persona nueva ingresando a mi apartamento, pareció algo asqueado en el lugar en el que vivía, pero estaba acostumbrada a ese tipo de miradas. Le serví un vaso de agua y se lo tendí. Bebió, sediento y largó un suspiro cuando se detuvo.
—El trabajo me está matando, necesito vacaciones —me dijo, cansado y retirandosé el sudor de la frente con el dorso de la mano.
—Todo el esfuerzo que hagas siempre se te va a multiplicar, no te preocupes.
Me sonrió, cómo si aquello lo hubiese puesto de buen humor y se marchó.
Mi atención ahora había recaído sobre el sobre marrón que tenía en mis manos y que estaba medio pesado. Tomé la decisión de ir al baño para abrirlo y ver qué me había enviado Max, ya que me daba algo de desconfianza abrirlo en la cocina y que justo Hardi se levantara y me preguntara sobre el dinero enviado.
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No te enamores de Ada Gray (Libro 1 TRILOGIA EL PECADO DE LOS DIOSES)
RomanceAda Gray decide morir. Se siente una fracasada, está harta de vivir con hambre debido a su miserable empleo con un jefe explotador que la humilla y la tortura psicológicamente. Una noche toca fondo y decide ahorcarse en su habitación, pero su plan s...