🌙Nota: Esta historia se encuentra editada y reescrita. Si leíste su primera versión te recomiendo volver a leerla y disfrutar de una mejor historia.
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❝ H𝖚𝖊𝖑𝖊 𝖆 𝖊𝖘𝖕í𝖗𝖎𝖙𝖚 𝖆𝖉𝖔𝖑𝖊𝖘𝖈𝖊𝖓𝖙𝖊 ❞
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—Adhera... necesito a Adhera...
Una voz oscura y gélida llegó hasta sus oídos en un suave susurro. Era como si una presencia estuviera sumergida en la oscuridad de su habitación, a punto de alcanzarla. Dio un sobresalto cuando, por el rabillo del ojo, logró ver una sombra que la hizo llevarse una mano al pecho. Buscó con su mirada curiosa algo que estuviera oculto y entonces lo vio: un cuervo con plumaje brillante de color negro, ojos azules y malévolos, posándose sobre su tocador, donde yacían cartas recién hechas destinadas a diferentes destinos
El cuervo sostenía un cerillo en su pico, ¿de dónde mierda lo había sacado? Adhera se puso de pie lentamente, acercándose a su tocador. El animal parecía amenazar con soltar el cerillo con cada paso que daba.
—No... Damon... baja eso. —Damon soltó el cerillo y las cartas comenzaron a arder. Adhera y Crowley saltaron de donde estaban, ella para apagar el fuego y el felino para atrapar al ave — ¡Maldito pájaro, voy a matarte!
Apagó el fuego con su varita, maldiciendo al animal al ver la mayoría de las cartas quemadas. Odiaba tanto a ese desagradable animal y podía jurar que era tan consciente como un humano para fastidiarla. El ave huyó del gato por la ventana soltando graznidos que parecían carcajadas.
No tenía tiempo para esas cosas porque ya tenía que ir con ls Weasley, quienes la invitaron a quedarse en su casa antes de que las vacaciones terminaran y prácticamente iba a escaparse. Quizás sus gritos llegaron hasta Aria, quien gritó desde la planta baja:
—¡Adhera, baja de una vez maldita sea!
Se frotó la cara con las manos, exasperada. Cerró su baúl con fuerza y se dirigió directamente a las escaleras junto a Crowley. Aria volvió a gritar cuando Adhera ya estaba a mitad de las escaleras; la vio en el enorme vestíbulo, con los brazos cruzados.
