🌙Nota: Esta historia se encuentra editada y reescrita. Si leíste su primera versión te recomiendo volver a leerla y disfrutar de una mejor historia.
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❝𝕷𝖊𝖓𝖌𝖚𝖆 𝖉𝖊 𝖕𝖑𝖆𝖙𝖆 ❞
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Su largo cabello se derramaba sobre la almohada, con algunos mechones cayendo con gracia a un lado. Theo acariciaba su piel y depositaba tiernos besos en su cuello. Estaban adormecidos, recién despertando, aunque un poco tarde, pero estaba bien, pues era fin de semana.
—Buenos días, hermosa —murmuró Theo con la voz ronca — amo verte así...
—Yo te amo más... estuve esperando esto por mucho tiempo.—Respondió la rubia con una sonrisa.
—Buenos días, solecitos.—Saludo Adhera con una gran sonrisa.—Eso fue conmovedor.—Añadió mientras se limpiaba una lagrima falsa de su rostro.
De repente, Daphne gritó, cubriéndose con sus sábanas.
—¡Adhera! ¿Qué haces aquí?
—Aunque haya estado ausente por un tiempo, este sigue siendo mi cuarto, Daphne —aclaró Adhera, cruzando los brazos y señalando su cama con sus pertenencias.
Theo soltó un bufido, se levantó de la cama con una camisa holgada y pantalones de dormir, y salió de la habitación sin decir una palabra. Pansy se puso de pie y tomó su ropa antes de dirigirse al baño.
—¿Qué haces, Parkinson? ¿Ahora te cambias en el baño? No sabía que ahora eras puritana —se extrañó Adhera, ya que estaban acostumbradas a ver a Pansy cambiarse sin tapujos en la habitación.
—Eso no es asunto tuyo, Grindelwald —contestó Pansy, cerrando la puerta con la misma fuerza que Theo.
—¿Qué mierda les pasa a todos? —cuestionó Adhera, levantando las manos.
—Las cosas cambiaron desde que volviste, Adhera —le dijo Daphne, cortante —. No puedes solo volver y fingir que todo esta bien.
Daphne fue la siguiente en decepcionar a Adhera al no darle la bienvenida que esperaba. Notó que las serpientes que alguna vez fueron sus amigas se habían distanciado y evitaban incluso dirigirle la palabra. Era extraño, pero tenía asuntos más importantes en mente.
