Capitulo : 33

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Los chicos y yo, quedamos de vernos para pasar el rato en casa de Fanny

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Los chicos y yo, quedamos de vernos para pasar el rato en casa de Fanny.

Al final, decidimos dejar los coches ahí y pasar después por ellos. Vamos hacía Villa Dorada.

Reímos de la estupidez de Chad al intentar un truco en patineta por tercera vez y fallarlo, golpea la patineta de Logan el cual pierde el equilibrio y ambos caen al suelo.

Chad se para de un brinco y le ofrece la mano a Logan para ayudarlo, este lo rechaza y le enseña el dedo medio desde el suelo, se pone de pie y golpea la nuca de Chad quien grita dramáticamente.

Avanzamos unos minutos más y Evan, pregunta por una casa:

—¿Por qué esa casa esta repleta de rejas? —Señala una casa  con rejas en todas las ventanas, en las puertas, en los dos balcones que  tiene; una reja mucho más grande en la puerta principal y alambre de púas en las bardas perimetrales.

—No lo sé, tal vez Barbara sepa algo ¿Bar? —Me habla Fanny. Despego la mirada de aquella peculiar cada para mirarla.

—¿Sabes algo de esa casa? —La señala con el dedo índice, devuelvo la mirada y suspiro con una sonrisa en el rostro.

—Sí, de hecho existe una leyenda sobre ella.

Sonrió con ilusión recordando aquella hermosa historia que se origino ahí, de la cual fueron protagonistas dos mujeres y aunque no tubo el mejor de los finales, la historia es hermosa; ambas mujeres lucharon por su amor hasta el final...

—¿En serio? —Pregunta Chad con cierto interés, igual que los demás mirando fijamente hacia la casa.

—Sí.

—Cuentanola —Observó la curiosidad en sus miradas.

Están atentos, esperando oír la historia detrás de aquella casa, cuyas puertas y ventanas están clausuradas por rejas, impidiendo la salida o entrada alguna.

—Esta bien... Dicen que hace muchos años existió una joven, la única hija mujer entre cinco varones, tenía una vida relativamente normal, muy bien portada, toda una señorita, sus padres eran un tanto estrictos en cuanto a la educación; fieles creyentes de la palabra de Dios. Un día aquella joven conoció a la persona que cambiaría su vida, que pondría en duda todas sus creencias, a la responsable y culpable de las rejas en aquella casa. Era inevitable no verlas juntas, se forjo una solida amistad que con el tiempo, evolucionó, convirtiéndose en algo más, en un dulce, puro y tierno sentimiento... Se enamoraron profundamente una de la otra, mantuvieron una secreta relación por un par de meses, sin embargo, los padres de aquella joven se enteraron, ellos al saber que su única hija estaba enamorada de otra mujer, enloquecieron por completo, cegados por el miedo y los perjuicios castigaron a su hija, le prohibieron ver a su amada, pero ni el castigo de sus padres, ni todos los sermones acerca de arder en las llamas del fuego del infierno por enamorarse de una mujer, fueron impedimento para evitar aquellos fugases encuentros a media noche.

«Ambas mujeres se reunían antes de caer la medianoche, con el claro propósito de disfrutar la grata compañía que se brindaban mutuamente, así transcurrieron cuatro largos, tortuosos y asfixiantes meses, cada vez, era más evidente que algo sucedía a espaldas de todos, los rumores como era de esperarse, comenzaron... Una noche el padre de la joven harto de toda la asfixiante situación, descansaba en el balcón de su casa, reflexionando e incluso rogando perdón a Dios, por tan grande pecado que había cometido su hija al enamorarse de otra mujer, observo como la silueta de una persona descendía con habilidad por uno de los muros, para atravesar el pequeño jardín y escapar sin problema alguno, desconcertado, curioso y en busca de aquella persona que había escapado de su casa; temiendo la respuesta de saber que era su hija, llegó al lugar que había sido testigo de los encuentros nocturnos, entre aquellas dos mujeres que se amaban, las observó perdiendo la poca paciencia que le quedaba, vio sin pudor y descaro alguno como ambas mujeres buscaban con ansias la boca de la otra, para fundirse en un casto y tierno beso.

Eso fue la  gota que derramo al vaso, saliendo totalmente enfurecido del lugar donde se encontraba escondido, interrumpió el beso entre aquellas dos mujeres, tomando fuertemente del brazo a su hija se la llevo, regresaron a su casa armando un alboroto, donde los demás integrantes fueron testigos del despiadado castigo que recibió la joven por desobedecer a su padre. Al día siguiente, a primera hora del día, se  mandaron a hacer más de doce metros de reja solida, hecha cien por cien de metal, fueron distribuidos y colocados en todas las puertas y ventanas de la casa, se incluyeron los balcones como medida extra, sin saber el mal que le hacían a su hija, se construyeron bardas perimetrales con mas de dos metros y medio de altura, con el propósito de evitar que saliera la joven o entrara alguien más, confinándola a vivir sola, encerrada y triste por el resto de su vida. La otra mujer en un arranque de histeria y desesperación por no saber nada de su amada decidió entrar en la casa sin embargo, no lo consiguió; las rejas cumpliendo el propósito por el cual fueron mandadas a colocar, impidieron su entrada. Ambas mujeres se miraron por última vez, a través de las rejas de uno de los balcones. Dando fin así a su historia a través de las rejas... Dicen que después de haber sido encerrada, la joven murió del amor y de una profunda tristeza al no ver más al amor de su vida. Hace unos años alguien mando a colocar el alambre que hoy rodea la casa, algunos dicen que fue una mujer, pero así como nada lo niega tampoco nada lo confirma. Fin. »

—¿Les gusto? —Pregunto mirándolos, aún saboreando el final de la historia.

—Vaya es... interesante —Dice Evan. Frunzo el ceño, me esperaba una respuesta diferente.

—Es hermosa —Dice Chad, sorprendiéndome.

—¿Qué? Creí que sería al revés —Digo con sinceridad.

—¿Por qué? —Pregunta Evan.

—Bueno, tu eres Evan el chico que escuchas historias... y él es Chad... —Me encojó de hombros y retomamos nuestro camino.

—al parecer te equivocaste, Bar —Susurra Fanny, cuando pasa a mi lado.

—Al parecer... —Murmuro.

El atardecer ha caído cuando llegamos a Villa Dorada, creando un contraste entre el cielo y la tierra.

El cielo es color naranja con motas amarillas y rosas, una brisa ligeramente fría recorre las calles, sin embargo, aún se percibe el clima caluroso que es característico de aquí.

La mano de Logan sujeta con más fuerza la mía cuando giramos hacia la izquierda, continuamos avanzando, ahora Evan y Fanny van en la misma patineta y Chad continua con los trucos.

Recorremos las últimas cuadras que faltan hasta llegar a mi casa, donde todos entramos para disfrutar de una tarde tranquila, sin problemas, peleas o cosas ilegales.

La chica mala. En Edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora