Capitulo : 26

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La vida es impredecible, a veces las cosas suceden por algo, y a veces solo necesitas ayuda para ver claro.

Y la llamada entrante me lo confirma.

—Phoebe, tengo que contestar, ahora vuelvo —Ella asiente rápidamente, esta nerviosa.

—Hola mi amor ¿Cómo estás?

—Jack, ¿Qué hay? —Pregunté fingiendo aburrimiento.

—Solo llamo para ver si quieres ir a desayunar conmigo...

—Estoy ocupada con la jodida mudanza, no puedo.

—¿Teo veo al rato? —Insiste.

—¿El lunes?

—Esta bien, cuidate —Finalizo la llamada y medito por unos segundos.

—¿Qué hice? —Me pregunto en voz alta, Phoebe me mira confusa y algo temerosa.

Por un momento un pelinegro se apodera de mi mente y sus suaves labios me confunden, ¿por qué tuve que besar a Logan? Esa fue la mayor estupidez que he cometido.

—Esto es una mierda —Susurro. Exhaló con pesadez y miro el rosa de las paredes.

—¿Qué falta? —Pregunto a Phoebe, mientras ella mira la tableta en sus manos.

—Cambios y la decoración.

Las palabras de William llegan a mi cabeza.

"Pidanle a Phoebe lo que quieran, no escatimáremos en gastos "

—Principalmente las puertas, quiero tres puertas exactamente iguales, de color negro. Para la ventana...consigue una cortina de tela térmica oscura y dos delgadas de color blanco. Quiero una alfombra negra que sea grande,  toda la cerámica del baño la cambias a negro. Un espejo de cuerpo completo, y pintura violeta...

—¿Algo más? —Pregunta escribiendo en la tableta.

—¡Un ventilador! Y a mis libreros que les pongan una capa de esmalte transparente. Es todo.

Caminó hacía el balcón y deslizó la ventana para salir; es más grande de lo parece, tiene una vista perfecta al jardín trasero, donde hay plantas y una fuente de piedra que se pierde entre el muro divisorio, también hay una pequeña casa en la esquina derecha.

En ese momento Mark salé al jardín para responder una llamada, justo el tipo que andaba buscando.

Salgo de mi habitación y bajo rápidamente las escaleras para salir al jardín trasero.

—¡Mark! ¿De casualidad no tienes un plano completo de la casa? —Preguntó apenas llego junto a él.

—¡Bar, hola! ¡Claro que sí!

—¿Crees que me podrás regalar uno?

—Lo que sea por ti, Bárbara —Caminamos hacía la parte de enfrente de la casa, ahí esta estacionado su auto, abre la cajuela y saca un plano para entregarmelo.

—¡Gracias!

Me despido de él y vuelvo a mi nueva habitación la cual esta completamente vasía, tengo que subir un par de muebles.



















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La chica mala. En Edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora