Capitulo : 21

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—¡¿Ya podemos hablar? —Dije entrando al despacho de William, sin llamar a la puerta

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—¡¿Ya podemos hablar? —Dije entrando al despacho de William, sin llamar a la puerta.

—¡Bárbara!

Caminé hacia el escritorio y me senté frente a él.

—¿Por qué nos vamos a mudar? —Pregunté directamente.

—¿No te gusta la idea? —Guardo algunos papeles en los cajones del escritorio y me miró.

—Sinceramente, no entiendo el porque de mudarnos ahora y mucho menos porque a una casa así de grande...

—Es necesario, como la evolución para los seres humanos.

—¡William por dios! nunca estas en casa, no creo que mudarnos sea lo correcto.

—¡Es necesario!

—¿Para quién? —Pregunte aburrida.

—Para nosotros...

Un silencio incómodo se formo entre nosotros hasta que volvió a hablar.

—¿Sabes que me dijo Mark? —Negué con la cabeza y le preste atención.

—Me dijo: "su hija Bárbara es muy curiosa y por lo visto también sagaz" —Dijo mirándome con una sonrisa en el rostro.

—No se equivoca.

—Lo dejaste impresionado y a mi también, no sabia que podías ser tan...educada —Se puso de pie y camino a un extremo del despacho, tomo el Decantador de Whisky con forma de diamante, junto con dos vasos y volvió frente a mi para servirlo.

—Si la ocasión lo amerita, sí —Me tendió un vaso mientras le daba un trago al suyo. Tome el vaso y di un trago al igual que él.

—Me alegra saber eso —Di un largo trago y dije:

—¿En serio nos vamos a mudar?

—Si, ya firme los papeles correspondientes la remodelación inicia mañana. No puedo cancelar de último momento —Dijo, di un último trago y me puse de pie dispuesta a salir, pero su voz interrumpió mi camino.

—¡Bárbara! Comienza a empacar tus cosas.

[...]

Lunes.

Esto es una mierda.

El lunes nunca fue mi día preferido de la semana, y mucho menos si tu casa esta repleta de gente desconocida.

Desperté más temprano de lo normal, y un escandalo en la parte de abajo me recordó que no estaba sola como comúnmente; había desde chefs y electricistas, hasta personas visitando la casa.

Cerré con llave mi habitación, tomé una naranja del frutero de la cocina y salí rumbo a la escuela.

Condugé lo más rápido posible hacía la escuela, mientras escuchaba música.

La chica mala. En Edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora