Capítulo III: Comidas reveladoras

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 —¡Reena! —llamó la pelirroja mientras entraba al área de comunicaciones.

La pequeña mujer se sobresaltó y se levantó de su asiento con prisas, el repiqueteo adorable de sus tacones alertaba a todos de su paso. Llevaba su tablet para anotar lo que su jefa necesitara que ella hiciese.

—¿Quién hace los comunicados de prensa? Debemos hacer uno del contrato con la empresa española y tenemos que mandarlo a los medios —preguntó la pelirroja.

—Los hace Alfred.

—Bien, le diré que me redacte uno. Además tenemos que resolver unas cosas que no me parecen del todo en la estrategia que me mandaron en él área de diseño. Creo que tendré que ir a verlos personalmente.

Reena no pudo evitar mirar con intriga a Baby, ellos no acostumbraban a trabajar de esta forma, técnicamente no era una violación al organigrama, pero si un cambio en el sociograma de la misma. Con su tablet en mano, miró a la pelirroja, evitando sus ojos.

—Señorita Circus, no es necesario ir hasta allá, yo puedo hacerlo por usted.

—No es necesario, yo puedo ir y hacerlo. Tú quédate y asegúrate que Alfred haga el borrador. Cuando regrese en una hora minutos, ténganlo listo y lo revisamos.

La asistente asintió con un poco de confusión, durante sus años siete años en la empresa nadie se había molestado en actuar como un líder y no un jefe que solo da órdenes que hay seguir como si fuera una Biblia. La verdad es que su anterior jefe era algo, mucho, mandón y con tendencias al despotismo por su cargo. El tipo solía creer que sera indispensable para la compañía, pero los errores pueden resultar caros y el mal manejo de una crisis comunicacional de la empresa le costó su puesto que había ostentado por casi diez años.

«Tal vez las cosas serán diferentes» pensó mientras llamaba a Alfred para hacer el comunicado.

 Baby siempre había sido una persona responsable con su trabajo y hoy no era la excepción, la verdad es que amaba su trabajo, pero a veces solía dedicarse demasiado a él y ese era uno de esos días

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Baby siempre había sido una persona responsable con su trabajo y hoy no era la excepción, la verdad es que amaba su trabajo, pero a veces solía dedicarse demasiado a él y ese era uno de esos días. Fue una jornada bastante ocupada y ajetreada, tuvo que terminar de organizar algunos asuntos que la persona anterior en el cargo había dejado inconclusos.

—Maldición, no debí traer tacones.

Los pies la estaban matando, había caminado por varios pisos de la empresa para poder hablar con ciertas áreas y conocerlas (tal vez no del todo, pero lo justo y necesario), terminar unas cosas en el área de recursos humanos, resolver un pendiente en administración. Caminó por todos lados y estuvo parada tanto tiempo que ya no soportaba los tacones y le habían causado ampollas. Eran las ocho de la noche y se suponía que la jornada de trabajo acabó hace ya tres horas.

Se separó un poco de su computador y se restregó los ojos, mientras suspiraba pesadamente. Ya estaba cansada, miró el reloj en su mano izquierda y lo meditó por un momento. «Sí, creo que ya debería irme a casa» pensó mientras buscaba sus llaves, teléfono, cargadores y, lo más importante, su laptop de trabajo.

First Time ; FrebyWhere stories live. Discover now