UNA ELECCIÓN CON REMORDIMIENTOS [RIVAMIKA]

CAPITULO 1: CRUCE DE MIRADAS

Bastó sólo con un cruce de miradas en aquel tribunal, donde se llevaba a cabo el juicio de Eren Jaeger. Y en el que, el entonces cabo Levi, le daba una paliza al adorado hermanito de Mikasa. Ella lo miró con tanta ira, que el pelinegro pudo percibir el aura que emanaba aquella joven, también de cabello negro y de ojos grises. Se encontró con la mirada más iracunda y penetrante que había visto en su vida. Eso hizo recordarle a él, ya que, esa mocosa debía ser muy valiente para desafiar al gran cabo Levi.

Con el sólo hecho de conectar sus miradas, fue suficiente para que ambos, o, al menos para el cabo, sucumbiera y no precisamente de emociones conocidas para él, sino más bien, fue como un golpe estremecedor revolviendo su interior dejándolo aturdido. No obstante, sólo fue por un corto y efímero momento, ya que, estaba en medio de un juicio muy importante, tratando de salvar el día poniendo en marcha su plan improvisado el cual era, precisamente, golpear al muchacho.

Dejando pues, a un lado aquellos pensamientos que lo desconcertaron, decidió olvidarse de aquella joven que lo distrajo momentáneamente.

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-Desde que vi esos ojos no pude quitarme ese rostro de mi cabeza, debo admitir que ella es hermosa y muy misteriosa también, eso me gusta. Espera, ¿qué carajos estoy diciendo? Es sólo una mocosa y además yo no soy de pensar estupideces -Hablaba en su mente mientras tomaba los documentos que le habían mandado para revisarlos, eran justo los nuevos reclutas que se integrarían al cuerpo de exploración. Grande fue su sorpresa al encontrarse con el archivo de la chica que lo había cautivado. - Se llama Mikasa, qué nombre tan extraño - como ella ... ¿qué estoy haciendo? - se regañó, y comenzó a leer - Mikasa Ackerman 17 años nacida al norte del muro María...

Y así fue como comenzó esa obsesión por conocerla y acercarse a ella. Sabía que iba a ser difícil ya que era de un duro carácter, tan fuerte, tan ágil, tan feroz, tan decidida, tan... tan - parecida a mí -pensó - Y sin darse cuenta había caído, caído en algo desconocido para él, algo que jamás pensó sentir por alguien. Era la primera vez y una sensación agradable pero molesta al mismo tiempo, debido a que, al ser el soldado más fuerte de la humanidad, no se permitiría sentir esos absurdos sentimientos que lo hacían flaquear.

Pero - mierda, sí que eres hermosa - decía mientras la observaba entrenando y luchando con sus compañeros varones. Por supuesto no le hacían comparación, porque terminaban en el suelo mordiendo el polvo en sólo unos segundos. Eso a Levi lo cautivó y a esas alturas ya era tarde para desistir de sus intereses por aquella jovencita.

Para su desgracia la mocosa lo odiaba, lo veía con ojos de irritación y molestia. De por sí ella era muy fría e intimidante, con él era diez veces más. Lo que más le molestaba era que, cuando su adorado hermanito aparecía, a ella le cambiaba el semblante a uno materno y tierno, lleno de cariño, hasta parecía otra persona. Además de que el mocoso titán no valoraba el esfuerzo que hacía por él, ella se desvivía y sufría por una pisca de cariño que no recibía. Le daban ganas de golpearlo y tenía una sensación de fastidio por no hacer nada, ya que, además no tenía derecho. Sabía que no eran hermanos biológicos, por eso se hacía la idea de que Mikasa tuviese otros sentimientos por aquel castaño y no precisamente fraternos. De nuevo, con sólo pensarlo, lo ponían de malas y aunque tratase de no malgastar su tiempo pensando estupideces como él así los llamaba, simplemente no podía, así que lucharía por arrancársela de la cabeza.

Había otra persona muy cercana a ella. Diferente, más atento y que correspondía a ese gran afecto que ella sólo tenía para sus más cercanos. Era un chico rubio, aplicado y bastante inteligente, pero debilucho y muy flaco llamado Armin Arlet. Eran tan amigos, casi como hermanos; estando juntos se dio cuenta que ella sacaba una de las facetas más increíbles de su yo interior; todo eso Levi lo veía de lejos y sin que él lo aceptara, tenía un poco de celos. Celos de no ser él quien esté a lado de esa bella mujer, de no ser el causante de su sonrisa, de no ser él, por quien ella lucha y da todo lo mejor que tiene.