CAPITULO 7 PESADILLA SIN FIN

728 61 19
                                    

Debido a los problemas con la corte marcial y el permiso para salir fuera de las murallas, la expedición se postergo más de lo esperado. Sin embargo, debían estar preparados y eso significaba que podrían entrenar más y tener un mayor desempeño para la batalla. El equipo de Mikasa no era la excepción, ella estaba haciendo un buen trabajo a pesar de que cada día se sentía peor.

Su vida se había vuelto como una montaña rusa: por ratos estaba bien y otros simplemente quería desaparecer; a veces era blanda y flexible con sus compañeros y de un momento a otro, esa actitud cambiaba bruscamente asustando a todos.

Una tarde, después de terminar sus deberes, la azabache fue a darse un baño. Había sudado bastante y el polvo del terreno se le adhirió al cuerpo, estaba completamente sucia. Le pareció buena idea ir en esos momentos a las regaderas antes del llamado para la cena, además no habría nadie. Quería estar limpia porque al día siguiente le tocaba descanso e iría a dar una vuelta a la ciudad para olvidarse de sus males por un rato. Se quitó los arneses, tomó sus cosas y de inmediato se fue rumbo a los baños.

Por otro lado, Levi estaba con su escuadrón repasando las técnicas de combate y todo lo que habían preparado para la expedición, sin duda eran los más capaces y preparados de todo el cuerpo de exploración.

El azabache estaba un tanto preocupado, debido a que tenían que tener resultados positivos esta vez, si no, la legión estaría en grandes problemas y les quitarían la custodia de Eren, la única esperanza de la humanidad. Esto se lo había dicho Erwin un día antes, ya que este último tenía que estar en contacto con el gobierno y dando informes constantemente.

Cuando estuvo más satisfecho con su escuadrón, dio la orden de retirarse a descansar. Todos acataron lo dicho y se marcharon, todos excepto Petra, quien se quedó un rato más con su capitán. Éste quedó mirando el paisaje y como el sol se ocultaba entre las montañas. Estaba perdido en sus pensamientos y eso le llamó la atención a la chica de cabellos color miel, por lo que quiso acercarse a él.

- Capitán – Habló la joven llamando la atención del hombre inmediatamente.

- ¿Qué sucede Petra? – Respondió con desgano.

- Es lo que le venía a preguntar capitán, ¿Le pasa algo? - Preguntó torpemente – Ha estado ausente desde hace días y no es típico en usted.

- Lo que realmente debería importarte es enfocarte en mejorar día con día para la victoria Petra – El azabache la reprendió con voz de mando, lo cual, empequeñeció a la pobre chica.

- Pero capitán....

- Recuerda que perteneces al mejor escuadrón que tiene la humanidad. Tienes una gran responsabilidad con todos y no deberías distraerte con los problemas de tus superiores.

- Entiendo capitán – Dijo con expresión de tristeza y cabeza gacha – Es sólo que... quiero decirle que ... - La joven se puso nerviosa – Quiero que sepa que puedo ayudarlo con lo que necesite, y si es el trabajo lo que lo está estresando, yo puedo serle de mucha ayuda.

- ... - El pelinegro no dijo nada, simplemente se quedó callado observando a Petra. Al ver que ésta se puso muy nerviosa, notó un ligero rubor en sus mejillas lo que no pasó por alto – Vete a descansar Petra – Le respondió sin más.

La chica se marchó dejando solo a su capitán. En verdad le había dolido mucho su indiferencia, aunque ella sabía que no podía ser de otra forma por el terrible carácter que se cargaba, pero no se rendiría en sus intentos de acercarse a él.

Por su parte Levi, se quedó pensando. Las presiones y el arduo trabajo que Erwin le imponía lo estaban desgastando. Eso sin contar que él tenía prácticamente la responsabilidad de cuidar de Eren y aunque sus preocupaciones lo ponían tenso, no se comparaba con lo que realmente lo estaba matando, o más bien una persona: la chica de ojos grises y cabello obscuro. Siempre estaba en su mente, a cualquier hora del día. No sabía cómo quitársela de la cabeza, y eso era el origen de sus problemas; quería seguir viéndola, y no precisamente para hacerla suya como anteriormente lo había hecho, sino más bien, acercarse más y compartir cualquier cosa que fuese, una pequeña charla, una taza de té, una caminata... - ¿Qué mierda estoy pensando? – Mencionó en voz alta rascándose la cabeza.

UNA ELECCIÓN CON REMORDIMIENTOS [RIVAMIKA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora