CAPITULO 12: NUNCA MAS PARTE I

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Mikasa se quedó en silencio con los ojos bien abiertos y su rostro con una expresión de terror. De un momento a otro, todo su mundo se vino abajo. Todo a su alrededor comenzó a desmoronarse. Si no hubiese estado sentada, tal vez ya habría caído por la conmoción. Tenía una mezcla terrible de emociones y pensamientos, pero ninguno era bueno. Fue tan fuerte la noticia, que parecía estar alucinando. Incluso se juró estar dentro de un mal sueño.

- No – Negó con la cabeza - ... No... no es cierto. – No paraba de negarlo una y otra vez – Tiene que ser un chiste. Dígame por favor que sólo está jugando conmigo.

- ¡¿Me crees capaz de hacer una broma de esa magnitud?! – Le contestó enojada – Te estoy diciendo las cosas como son.

- ¡NO! - Se paró de golpe – Esto no me puede estar pasando. ¿Por qué? ¿Por qué ahora que todo estaba mejorando? – Con mucha frustración y enojo comenzó a caminar por los alrededores jalándose el cabello.

- ¿Te das cuenta de lo que eso significa? Estás metida en un buen lío.

- Ya no aguanto más. Esto es demasiado, no lo soporto. – Dicho esto se dejó caer al piso de rodillas y empezó a llorar con desesperación. – Ayúdeme, Hange, tiene que ayudarme. ¡Debe de haber alguna forma de sacarme esto de aquí! – Comenzó a rogar señalándose el abdomen.

- ¡¿Qué estás diciendo?! No puedes pedirme eso. Yo no me prestaría para algo tan bajo como lo que me estás pidiendo – La castaña se exaltó. - ¿Cómo fue que llegaste a esta situación? – Le preguntó a una azabache arrodillada hecha un mar de lágrimas.

- Yo ... yo nunca quise, él me obligó - Dijo entre balbuceos – ¡A MI ME FORZARON!

Hange se quedó muda ante tal declaración. Sus ojos se agrandaron y llevó una mano hacia su boca en señal de conmoción, mientras seguía viendo a la pobre joven que lloraba desesperadamente.

- Mikasa... lo que me dices es muy grave. Por favor no juegues con eso – La castaña no quería creerlo. No podía si quiera imaginar que alguien había cometido tal barbaridad a esa pobre chica.

Su cabeza empezó a trabajar y su memoria la hizo recordar los acontecimientos ocurridos durante el mes pasado: sus cambios de humor, la tristeza que se veía en sus ojos y la ira contenida en ella. Entonces ató cabos y de inmediato le creyó.

- ¿Quién fue? – Se arrodilló también para estar a la altura de la azabache - ¡Dímelo! ¡Esa bestia tiene que pagar lo que te hizo! – Dijo furiosa.

En ese momento Mikasa se quedó quieta por un instante. Se puso a pensar unos segundos. Ella no quería hablar, tenía mucho miedo, y ahora más con un bebé en camino. Trataba de buscar una solución ante esa situación. Si decía la verdad, tal vez no le creerían. El capitán tenía más ventajas, además sabía que ellos eran muy amigos y también lo era del comandante. Todo estaba en su contra. Y otra cosa: ¿qué sería de ella después? ¿A dónde iría? ¿Castigarían al capitán por lo que hizo?

- Vamos Mikasa, dímelo. En estos momentos iré yo misma a buscarlo para castigar a ese cerdo.

- ¡Es que no lo sé! - Contestó de golpe, lo que hizo que la mayor frunciera el ceño.

- ¡¿Qué?! ... No lo entiendo – Dijo confundida.

- ¿Recuerda... el día que salí al pueblo? – Comenzó a hablar seria aún con lágrimas escurriendo de sus ojos.

- No me digas que....

- Mientras iba caminando me distraje, me pusieron un trapo húmedo en la boca. No me dejó inconsciente, pero me inmovilizó. Sólo son recuerdos vagos, pero pude ver y sentir lo que me hacía.

UNA ELECCIÓN CON REMORDIMIENTOS [RIVAMIKA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora