CAPITULO XV

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El camino a casa fue completamente silencioso pero armonioso para los dos. Ahora que ya habían resulto las cosas, volvían a ver un claro futuro feliz en su camino. Y eso los hacía sentir muy bien, en especial a Demian, quien aun sabiendo la difícil conversación que tendría con su padre al llegar a casa, había decidido pensar en el mañana. En el día en que las cosas volverían a la normalidad finalmente y claro, también se puso a pensar en la forma en que le devolvería el diario a su profesor, pues ahora que sabía el lado de la historia que este no contaba, no estaba para nada interesado en continuar con esa tarea.

— Prepárate para la cama, ahora voy. – ordeno Ángel apenas cruzar el umbral de la puerta. El niño le miro desconcertado, pues no esperaba tal cosa.

— Pero apenas son las 9:00 – se quejó, pues su hora de dormir entre semana eran las 10 o 10:30. Sin embargo, la mirada que su padre le dirigió le hizo darse cuenta de que la hora extra estaba reservada para algo más que una siesta. — Ya voy. – y muy cabizbajo comenzó a subir por las escaleras, llevando consigo solo su mochila y dejando la bolsa con su uniforme en el sofá.

Ángel se sentó unos minutos para pensar, de verdad que no estaba disfrutando para nada tener que ser así con su hijo. A él le hubiese encantado poder decirle a Demian que todo estaba perdonado y olvidado, que sus acciones del día no habían sido del todo su culpa. Pero sabía muy bien que hacer eso, significaría comenzar a andar por el camino del mal padre otra vez. Su hijo no necesitaba que le solapara, necesitaba aprender que sus acciones tenían consecuencias, especialmente cuando estas hieren a 3ros como paso con el buen Oficial Amicci aquel día. Así que sin pensarlo más, subió a la habitación para charlar.

— ¿Listo campeón? – pregunto muy animado, pues no quería que su hijo pensara que aquello estaba poniendo las cosas mal entre ellos otra vez.

Demian, que acababa de subirse los pantalones del pijama de cuadros, se sintió aliviado de haberlo hecho antes de que su padre llegara. — ¿Para perder la habilidad de sentarme?, jamás. – respondió lleno de ironía, y haciendo un lindo puchero.

Ángel no pudo contener la risa momentánea. 

– Jajaja – entro a la habitación con paso firme y se sentó en la cama. — Pues ven aquí, y siéntate un momento más. – sugirió, poniendo su palma sobre el colchón a su lado.

Demian entorno la mirada, pero obedeció. Sentándose muy de mala gana junto a él.

— ¿Enserio me vas a regañar por todo lo que paso? – pregunto de malos modos.

— ¿Mereces el regaño? – pregunto muy sorprendido por su actitud ante ello.

Demian negó rápidamente con la cabeza.

— No, claro que no lo merezco. No me puedes culpar por mis acciones cuando estaba confundido por las tuyas.

— ¿Y se supone que eso debe ser excusa? – exigió saber de inmediato.

— Pues. . . – Demian se encogió de hombros como si la respuesta fuera obvia.

Ángel no se podía creer lo que estaba escuchando, pero aun que se enfadó aumento por el tono del chico, supo mantener la calma en su tono. Después de todo, comprendía que a ningún chico le gustaba ser castigado. — Hijo, piensa muy bien lo que vas a decir. Porque si me respondes que sí. Entonces me dejaras claro que no solo necesitas de un regaño y una azotaina como la que te voy a dar ahora, sino de varias. – le dijo.

Demian no pudo evitar imaginarse el recibir varias zurras por algo que él consideraba como una tontería. Y eso no hizo más que enfadarle, tanto como para que se cruzara de brazos como un niño en plena pataleta.

ANGEL & DEMIAN 3: LA VENGANZA DE GREYSTOKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora