CAPITULO IX

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SOUTH RIBBLE, LANCASHIRE. 

1889

Las calles se encontraban totalmente oscuras y silenciosas, era como si la vida que unas horas antes llenaba cada rincón de sus calles, hubiese sido absorbida por la misma muerte. Algo que aun que tenebroso para los humanos, era ventajoso para los demonios que buscaban hacerse con los placeres de la oscuridad y la maldad. Y entre todos esos demonios, el más malvado se encontraba molesto y deseoso de venganza.

Todo comenzó aquella tarde, justo después de que el sol se ocultara y los trabajadores comenzaran a volver a sus moradas. Entre todo ese caos, Ángelus y su fiel compañera Darla finalmente salían de su escondite para buscar su alimento, Darla había sugerido tomar a alguna de las prostitutas de la casa de Lady Muserie y así ahorrarse el trabajo de tener que ocultar el cuerpo. Sin embargo, Ángelus quería divertirse e ir a la zona elegante para enamorar a alguna joven de buena familia para alimentarse y luego desechar. Cosa a la que Darla accedió, por lo que terminaron buscando algún carruaje disponible que los llevara a su destino. Los primeros 3 que vieron estaban ocupados, y el 4to no quiso detenerse, su caballo trotaba a todo galope y al pasar junto a ellos, hizo que las ruedas salpicaran el agua sucia que las recientes lluvias habían dejado por ahí. El vestido de Darla se llenó de lodo, al igual que gran parte de los pantalones de Ángelus. Enfurecido, el vampiro se dio a la tarea de hacer pagar al cochero por su atrevimiento y paso las siguientes 2 horas rastreando su caballo hasta llegar a una pequeña morada en las afueras de la ciudad. Aquella zona estaba más sucia que cualquier otra parte de Lancashire y apestaba aun peor, pero ni siquiera eso detendría a Ángelus de obtener el placer de su venganza. Se abrió paso sigilosamente entre las sombras y logro llegar hasta la morada del cochero. Él estaba ahí, fuera de la casa, sentado en un banco de madera con una linterna en una mano y cepillando el pelaje de su caballo con la otra. Ángelus sonrió al reconocerlo, y a grandes y ruidosas zancadas se aproximó a él. El cochero dio un salto de su asiento al notar la presencia del hombre, Al principio pensó que se traba de otro ebrio en busca de problemas, pero al escuchar su risita, toda su espalda se erizo.

— ¿Puedo ayudarlo, señor? – pregunto cortésmente.

Ángelus continúo riendo por un momento más. – Se supone que tu único interés deberían ser mis necesidades, me pregunto por qué no lo hiciste hace un rato.

— Disculpe, no entiendo lo que dice.

— Eso es bastante obvio. – murmuro con odio.

— Señor, es muy tarde ya. Por qué no vuelve a casa y. . . – las palabras se fueron de la boca del hombre en cuanto sintió el tirón en su muñeca. Ángelus había tirado de ella, obligándole a alumbrarle con la linterna.

— ¡Mírame! ¡Mira lo que has hecho con mi ropa! – Gritaba como loco, el hombre finalmente le miro la vestimenta y gracias a ella pudo deducir que seguramente se trataba de algún Lord. — ¡¿Crees que alguien de mi posición debería verde así?!

— Yo. . . – el hombre se mordió la lengua, consumiéndose por el miedo que comenzaba a sentir ante aquel hombre de sociedad. — Lo siento mi Lord, lo siento tanto. Me hare cargo de limpiar los daños. . .

Ángelus retorció su brazo entonces, obligándole a soltar la lámpara de gas, la cual se hizo añicos al caer al suelo, dejando todo en completa oscuridad. — ¡No quiero que limpies los malditos daños! ¡Quiero que pagues! – continuo gritando.

Para ese punto, el pobre viejo ya temblaba. En sus tiempos de juventud no le habría importaba ser golpeado por un Lord, pero ahora, con su edad ya casi avanzada, corría el riesgo de terminar tan lastimado o peor, muerto, como para no poder proveer el alimento a su familia nunca más. Y eso era algo que no podría permitir, así que se dejó caer al suelo, arrodillándose frente a aquel hombre.

ANGEL & DEMIAN 3: LA VENGANZA DE GREYSTOKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora