Capítulo 4

348 25 1
                                    

Louis quería caminar al centro en lugar de tomar el autobús. Estaba un poco preocupado después de lo enfermo que estuvo anoche, pero me juró que se sentía normal después de una noche de sueño reparador y algo de comida. Entonces acepté y caminamos. Se quitó la gasa de la frente, y el hematoma era enorme, más del doble que la noche anterior, la mitad de la gente que nos encontrábamos se le quedaba mirando. Después de cómo actuó anoche estaba preocupado de que se lo tomara como una ofensa y empezara a tomarla contra ellos. Aunque no lo notó o no le importó, y eso estaba bien para mí.

Era un hermoso día de junio, caliente y con brisa. Del tipo que te hace sonreír, lo quieras o no. Había gente tocando bongos en Pritchard Park, turistas recorriendo tienda tras tienda, familias sentadas en las bancas comiéndose un helado. Incluso regordetes niños sudando con su ropa oscura. Para cuando llegamos a las tiendas del centro, Louis estaba risueño y relajado y no dejábamos de hablar. Era asombroso. Ni siquiera nos conocíamos un día antes, y sentía que lo conocía de toda la vida.

Solo fuimos a algunas tiendas a por toda la ropa que Louis necesitaba. Y yo hablaba con él acerca de lo mucho que había conseguido. Alguna gente tiene la idea de que los gays son esclavos de la moda, no podía decir que no, conociendo a algunos de ellos, pero Louis definitivamente no era del tipo que seguía la moda. Era más del tipo que solo usa jeans y camisetas. Yo era ‘Liberace’(*) comparado con él. Me miró honestamente intrigado, cuando le sugerí que podía necesitar más que unos jeans y un par de camisetas descoloridas que compró en la económica tienda del ‘Ejército de Salvación’.

—¿Qué está mal con esto? —Él las levantó y las inspeccionó con el ceño fruncido.

—Nada. Bueno, realmente, no son del tipo para tirarse. No es eso. La cosa es que ¿no crees que necesites más que eso?

—¿Para qué? Aún tengo mi otra ropa. Esa sólo necesita lavarse y es todo. —Me miraba fijamente con esos grandes ojos azules que parecían tan inocentes, y me reí.

—Louis, vas a buscar trabajo, ¿no es así? ¿Vas a quedarte en Asheville? Así que probablemente necesites algo lindo para eso. ¿No te vas a cansar usando la misma ropa todo el tiempo?

—No. Quiero decir, no me canso de usar la misma ropa todo el tiempo. Una cosa menos que tengo que pensar en las mañanas. Pero veo el punto sobre lo del trabajo. —Suspiró—. Tienes razón. Hazme hermoso.

«Como si pudiera mejorar la perfección», pensé.

Después de dos tiendas de ropa usada, una farmacia, y la mayoría de las tiendas con ofertas, nos dirigimos a casa con varias bolsas de ropa, zapatos y otros accesorios. Louis se rehusó a dejarme pagar algo. Insistió en pagar todo e incluso gastó algo de sus últimos dólares en un paquete de cervezas. Yo pagué el autobús para no tener que caminar a casa con todas las compras.

—Sabes que no tenías que pagar las cervezas, — le dije por treinta octava vez cuando bajamos del autobús y caminamos las dos calles hacia mi apartamento.

—Joder, ¿no te vas a callar? Quería hacerlo. Tú me estás dejando quedarme en tu apartamento, cuidaste de mí, me alimentaste... te lo debo, hombre.

—Tú no me debes nada. Yo te ayudé, porque necesitabas a alguien. Y quiero que te quedes. Me gusta tenerte alrededor.

Suspiró. —Harry, si no dejas de lloriquear por las jodidas cervezas ahora, voy a amordazarte con una de las estúpidas camisas que me hiciste comprar.

—No son estúpidas.

—No cambies el tema.

—¡No lo hago!

—Lo son. —Me sonrió—. No me hagas ser rudo contigo, chico.

Eso realmente me sonó divertido. Pero no lo dije, dado que no sabía cómo se lo tomaría. Dejé las cosas que llevaba y levanté las manos en falsa rendición.

La canción olvidada (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora