Capítulo 1

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La primera vez que puse los ojos en Louis, él estaba pateando a un tipo del doble de su tamaño en las bolas. Probablemente no era el movimiento más inteligente del mundo. Pero ese era Louis. Él era todo fuego y temperamento y no mucho control. Aunque, no es que lo conociera en ese momento. 

Había terminado mi turno en Marco’s, un pequeño lugar de comida italiana con la mejor pizza del mundo, y había decidido caminar las pocas calles hacia mi bar favorito, El Alley Kat. Mi banda tocaba allí todos los viernes en la noche y conocía al personal y a los clientes habituales. Ahora no era viernes pero normalmente iba después del trabajo siempre que podía. Era oscuro, ruidoso y amistoso, y me gustaba ir allí.

Caminé por la calle pasando por delante de tiendas cerradas y bares abiertos, silbando una tonada de Beck sin pensar en nada. La noche era fría y olía a café y comida Thai, como la mayoría de las noches de verano en Asheville. No era una gran ciudad, pero tenía la suficiente personalidad y el ambiente de ciudades. Solo el tipo de lugar donde esperas que sucedan cosas excitantes. Aun así, nunca pensé que esa cosa excitante me estuviera sucediendo, ¿lo hacía? Eso siempre le sucede a algún otro.

No esta vez.

Cuando di vuelta en la esquina de Lexington, donde El Alley Kat estaba localizado, casi choqué contra dos tipos que peleaban. Uno era enorme, de casi dos metros y ancho como una puerta. Se podría pensar que él iría ganando, dado que el otro era fácilmente treinta centímetros más pequeño y unos cuarenta y cinco kilos más liviano. Mi tamaño más o menos. Pero no, el tipo grande estaba doblado con el pie del pequeño enterrado en su ingle.

—¡Jodido imbécil sin cerebro! —el pequeño hombre gritaba—. ¡No quiero con una jodida que me toques de nuevo! ¡Voy a arrancarte tus malditos brazos y metértelos por el culo!

Me detuve y lo miré fijamente. Sus puños estaban cerrados, sus nudillos casi blancos, y estaba temblando. El tipo pateado seguía doblado, maldiciendo. No conocía a ninguno de ellos, pero me parecía que alguno estaba seriamente herido. Antes de que pudiera llegar en medio de eso, la puerta del bar se abrió y Liam salió.

Liam es el barman de El Alley Kat. El lugar no tiene un encargado de los alborotadores regularmente. Normalmente, no lo necesitan. Pero si esa situación se presenta, Liam es el que se encarga. No es un tipo particularmente grande, pero es calmado y mantiene la cabeza clara y normalmente puede detener una pelea antes de que empiece. Él caminó hacia donde estaban los dos hombres. Me quedé atrás y tomé el móvil, solo por si acaso.

—Dejen eso, chicos, —dijo Liam.

—¡Jódete! —gritó el pequeño tipo—. ¡Esto es entre él y yo!

Liam sacudió la cabeza. —No aquí, hombre. Si vas a pelear, ve a otro lugar. —Se giró hacia el hombre grande, que estaba ahora de pie, más o menos derecho—. ¿Necesitas un doctor?

El hombre sacudió la cabeza. —Estoy bien. Aunque él es un jodido psicótico. —Señaló con su extremadamente largo dedo al tipo que lo había pateado—. Deberías ser más cuidadoso, chico. Nunca sabes a quién puedes enojar. Se giró y caminó cojeando por la banqueta. Liam lo miró con el ceño fruncido.

Vi el golpe venir, pero no tuve tiempo de advertirle a Liam. Antes de que pudiera hacer cualquier sonido, el extraño había lanzado un duro derechazo contra la mandíbula de Liam y este se había caído.

Normalmente no me meto en peleas. Cuido de mí mismo, porque la mayoría de los tipos son más grandes que yo. Es un hecho de mi vida. Normalmente evito iniciar algo que no puedo terminar. Aunque ver al tipo golpear a Liam cuando él no lo miraba, me enojó. Caminé hacia él.

—Hey, ¿cuál es tu jodido problema? —Logré no gritar.

Se giró y me miró con la más intensa mirada que hubiera visto. Sus ojos eran profundamente azules y brillaban con furia, deteniéndome.

La canción olvidada (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora