Embrujado (rivalshipping)

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Embrujado.

Puedes mostrarle a Seto kaiba un unicornio, hacerlo tocar su cuerno. Dejar que lo analice de cabo a rabo, probarle de forma inequívoca que aquello que tenía en frente era un caballo mitológico de poderes fantasticos. Y aún así Seto te miraría como si tu fueras el loco y dudaría hasta el final de ti, aunque tuviera al maldito unicornio en sus narices.

Así era su nivel de escepticismo. 

"Amor." Empieza su esposo, por que si, Seto logro casarse. Bendito sea Yugi Motou y su infinita paciencia, que encontró la forma de amar a ese hombre y casarse con él. "Te lo suplico, vamos con un monje." Le pide a su marido, viendo a su amor mortificado. 

La razón del porque Yugi le suplicaba al hombre mas ateo del planeta ir con un monje, es que desde hace ya un tiempo (específicamente, desde que se casaron) el castaño comenzó a tener problemas para dormir. Terrores nocturnos, pesadillas, gritos en la mitad de la noche. Al principio el pequeño tricolor quería pensar que era por el estrés. Le suplico a su amante tomar unas vacaciones y este de mala gana acepto, se tomo dos meses libres. ¡Pero las pesadillas no pararon!

Seto pensó en zanjar el problema tomando pastillas para dormir con dosis más potentes. Pero, la cosa se torno retorcida cuando una mañana Seto se levantó después de una noche particularmente difícil, encontró moretones en su cuello y hombros.

Moretones grandes que cubrían la extensión de su cuello, formaban la silueta perfecta de la palma de una mano con sus cinco dedos, como si alguien hubiese intentado ahorcarlo con todas sus fuerzas. Fue ahí que Yugi empezo a pensar que el asunto era mucho mas denso, por lo cual desde hace semana y media empezo su suplica, de ir con un monje o a un templo a buscar protección divina.

"Yugi, no hay forma en que yo vaya a ver a un monje." Responde mordaz el castaño, con una ceja alzada. "O a un templo, o a una iglesia o nada que se le asemeje."

"¡Entonces un atrapa sueños!" Se levanta del comedor, se cruza de brazos y ve a su esposo molesto. "Amor, llevamos seis meses lidiando con tus pesadillas, fuiste a terapia, fuiste al psiquiatra, al neurólogo, te hiciste no se cuantas resonancias magnéticas, ¡fuimos hasta Rusia, por amor a los dioses, a buscar una pastilla para dormir que solo venden allí!" Se inclina y toma las manos del castaño. "Mi vida…" Dice en un tono tierno, viendo angustiado pero con amor a Seto. "Hazlo por mi, deja que tan siquiera ponga un atrapa sueños."

"…" Suspira largo y tendido. Besa los nudillos de Yugi para finalmente ceder y asentir. "Solo uno." Dice tajante. "Y que sea muy pequeño."

"Gracias." Sonríe amplio y toma el rostro del castaño, une sus labios en un beso devoto. Se separa un poco, le rodea el cuello con sus brazos y se sienta en su regazo.

"No agradezcas, solo quiero que dejes de molestar con ese capricho." Murmura rodeando la cintura de su pequeño esposo con sus manos.

. . .

Esa noche a las doce con cuarenta minutos de la mañana, Seto y su amante caen dormidos en su alcoba. Reposando sobre sus cabezas se hallaba un pequeño atrapa sueños, justo en medio de la enorme cabecera de la cama. Seto no tenía ni la más mínima fé, se fue a dormir pensando que iba a ser otra noche espantosa. Pero, para su enorme sorpresa, Seto durmió largo y tendido como hace mucho no lo hacía. Fue a eso de las cinco de la mañana, que se despertó.

Y no, no fue por una pesadilla, fue por que tenía sed. Ya caminando de vuelta a su alcoba con vaso de agua en mano, comenzó digerir el hecho de que su esposo tuvo razón. Al abrir la puerta y observar a su cama, ahogo un grito mudo en su garganta.

En la cabecera de la cama se posa una densa nube negra, una neblina mas espesa que la propia oscuridad. Esa nube flotaba por encima de la cabeza de Yugi, evitando tocarlo. Esa nube, humo, neblina o lo que sea se concentraba más para el lado donde Seto dormía.

Entre la neblina noto una silueta que flotaba por sobre la cama. Era una sombra de un hombre, sentado con una rodilla sobre la otra y con los brazos cruzados sobre el pecho. Le tomo unos segundos pero pudo reconocer esa sombra, un sudor frío recorre su espalda. La aparición tenía ojos, un par de ojos rojos inyectados en sangre que le observaban con rabia y desdén. Seto se acerca poco a poco, sin dejar de ver aquella presencia con cautela.

"Así que eras tú." Su voz sale temblorosa, no quería admitirlo pero estaba por completo aterrorizado. "Atem."

Ideas sueltas. (Colección de Oneshots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora