Cuidarte.
Jono puede ser muchas cosas, torpe, impulsivo y agresivo. Un cabeza hueca en muchos casos, terco como mula y necio como él solo. En su cuerpo están cómo pruebas cicatrices de antiguos golpes, de todas las veces que se metió en problemas por no saber cuándo callarse, o por estar en el momento y lugares equivocados. Lo reconoce, lo admite, hasta es capaz de reírse de ello.
Pero de lo poco que puede estar orgulloso de su persona, era cuan leal podía ser. Amaba a sus amigos como a nadie, daría el pellejo por cada uno de ellos sin siquiera cuestionarlo. Especialmente por Yugi.
Amaba a ese niño. Una pequeña luz en la tormenta, ingenuidad e inocencia en un mundo arrebatado, desbordante de gente maliciosa y mentirosa, Yugi era sin duda ese oasis en el desierto de tanta negatividad. Una buena persona, lejos de todo sentimiento negativo o tóxico. Sin duda, Katsuya Jounouichi protegería esa luz a su manera y de cualquier forma.
Y lo hizo. Pero a veces, no importa con cuánto ahínco cuides a una persona, no podrás salvarlo de absolutamente todo. Jono intento, los dioses saben que si lo hizo, advertir a Yugi de dónde se metía si se relacionaba con Yami Sennen.
Pero esta historia es más compleja de lo que aparenta ser.
—Ya no sé qué hacer—, comenta Katsuya, abre la cajetilla de Malvoro rojo y saca un cigarro. Se los lleva los labios.—Se lo he dicho tantas veces, pero Yugi no me escucha, dios.
—Katsuya. —La voz ronca de su amante hace algo de eco en él. Seto, le extiende un encendedor y Jono acerca el rostro, la punta del cigarro se enciende—, creo que estás exagerando.
El rubio suspira. Le molestó el comentario pero, sabía, muy en el fondo, que su amante tenía algo de razón.
El castaño se acomoda en la cama, pasa su brazo alrededor de los hombros de Katsuya y lo hace reposar sobre su pecho. Mientras esté continúa fumando en calma. Sus largas manos acarician su cabello dorado, el cómo acariciaba sus mechones le traía cierta paz.
—Entiendo que le debes mucho a ese enano de ojos grandes, pero tienes que entender algo: él tiene veintiuno. Ya no es un adolescente de quince o diecisiete, tiene que conocer lo feo del mundo un día.
—Lo sé, pero, es complicado Seto. —Suelta una larga estela de humo—, conozco bien a ese sujeto. Se que lo va a pasar y yo solo… Yo solo quiero cuidarlo.
—Ja. Tienes un corazón demasiado bondadoso—, toma una de sus manos y planta un beso en sus nudillos—¿Por qué no le dices la verdad?
—No puedo. Empeorará todo.
—¿Cómo estás tan seguro de ello?
—Solo lo sé, además ¿Que se supone que deba decirle? "¡Hey Yuge! Alejate de Yami por qué te está usando. Créeme, lo sé, él me usó y me desecho a mi en su tiempo."
—Pues sí—. Jono deja escapar una risa floja. Apaga su cigarrillo en el cenicero del cuarto—, no puedes protegerlo por siempre, un corazón roto es inevitable.
—…¿Y entonces me quedo así, de brazos cruzados?
—Temo que sí, hasta que él llegue a ti y necesite de ti—. Acuna su rostro entre sus palmas, se inclina plantando un beso gentil en los labios del rubio. —Y como el buen cachorro que eres, vas a quedarte a su lado a consolarlo. Y por defecto también estaré allí, por qué tú y ese enano vienen en combo.
Jono ríe con cierta malicia mientras Seto solo rueda los ojos, Katsuya se mueve y se pone a horcajadas sobre su regazo. Junta sus frentes, sus mechones dorados se combinan con las hebras castañas de su amante, esos zafiros templados se estremecen al encontrar el ámbar de su mirada.
—Si. Y ahora te jodes, por qué me amas y ya no me puedes devolver.
—Lo sé.
Katsuya presiona sus labios contra la boca del castaño, Seto recibe el beso con ansias y suavemente, toma su cintura. Lo jala hacia abajo de un tirón con fuerza controlada, para profundizar más el beso. De verdad, ya no podía ni quería devolver a ese pequeño cachorro que había conquistado su corazón, así que, ya nada quedaba más que aceptar lo que viniera de ese rubio revoltoso y caótico.
[…]
Su teléfono vibra con fuerza contra la mesa de noche, haciendo un sonido bastante estrepitoso y molesto. Jono abre poco a poco los ojos, gruñe con fastidio y sin fijarse estira la mano. Tantea sobre la madera hasta que da con su celular, sin siquiera ver el nombre de quien llamaba, contestó arrastrando las palabras como si estuviera tomado.
—¿Qué…?
—Jounouichi-kun…
Una voz rota y ahogada le habla desde la otra línea. Jono se incorpora en la cama en menos de un segundo, con todo el sueño desvanecido en tiempo récord. Esa voz, tan consumida en dolor, era sin duda de su amigo. Pasó saliva, ya suponiendo lo que iba a decirle, pero aún así tenía que confirmar sus sospechas.
—¡Yugi! ¿Estás bien?
—N-no, no l-lo estoy, tenías razón Jounouichi-kun… Tenías razón…
Su corazón cayó a sus pies, escuchó a Yugi romper en llanto desesperado tras el teléfono. Sus sollozos hacían eco en su mente y quebraban su corazón, muerde sus labios tratando de aminorar la ira que estaba empezando a aglomerarse en su pecho.
—Tranquilo Yugi, respira-Si, lo sé, por favor necesito que te calmes—, habla mientras se levanta de la cama, apoyando el celular contra su hombro para tener sus manos libres y colocarse de esa forma sus pantalones—, respira profundo amigo, ya voy para allá- si, si, no es problema, en veinte minutos me tienes ahí—. Tranca su celular y lo guarda en su bolsillo trasero.
—¿…Ya ocurrió?
Preguntó su amante desde la cama. Seto se sienta, se acomoda y toma la caja de Malvoro del rubio, sacando el mismo un cigarrillo.
—Si, eso parece.—Se acerca al castaño y le da un casto beso en sus labios finos.—Te veo ahora, ten un buen día amor.
—Si me necesitas, llámame. Mouto debe estar inconsolable.
Aquella mañana, Jounouichi salió disparado de la casa que compartía con su pareja y mientras recorría el largo trayecto desde la mansión Kaiba hasta la tienda de juegos donde vivía su amigo, las palabras de Seto resonaban como eco en su cabeza. —Un corazón roto es inevitable—. Lo sabía, vaya que sí, pero eso no evitaba que la sensación tan amarga de la culpa se instalará en su alma. Ojalá pudiera haber hecho más, advertirle más, insistir más. Aunque sabía bien que hizo todo lo que pudo, ese sentimiento de derrota no lo abandonaría.
Y menos después de encontrar a su amigo. Con el rostro empapado de lágrimas y sus enormes ojos, antes luceros colmados de inocencia, apagados y vacíos. El cómo se lanzó a su pecho a dejarse el alma en sollozos, su cuerpo temblando y estremeciéndose, intentaba hablar pero su voz salía ahogada e incoherente.
Jono solo pudo abrazarlo. Y desear de todo corazón poder, de alguna forma, llevarse todo ese dolor que aquejaba a Yugi.
[...]
Siempre ame la idea de que Jono fuese sumamente protector con Yugi. SO, hice este one shot inspirado en su linda amistad. Dan la vida uno por el otro y es demasiado tierno ✨
Atte: Enby✨
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Ideas sueltas. (Colección de Oneshots)
FanfictionOneshots principalmente puzzleshipping. parejas adicionales: Rivalshipping Puppyshipping Starshipping. acepto sugerencias, too. un besito ❤ @Yu gi oh le pertenece a Kazuki Takahashi y Konami. Ninguno de sus personajes me pertenece.