El pequeño Yugi odiaba cuando el novio de su mami venía de visita.
Ese señor ponía la televisión en volumen muy alto, siempre viendo sus partidos de futbol. Gritaba como un loco cuando su equipo favorito perdía. Rompía cosas incluso, la última vez destrozo el florero favorito de su mami. Tambien siempre olía muy mal, su boca especialmente. Olía como a cerveza fermentada. Oh y sus manos, como olvidar, sus dedos siempre estaban pegajosos.
Pero, tal vez, lo que el infante de seis años odiaba más de ese señor era cuando quería hacerle esas cosquillas especiales. Siempre que iba de visita, lo despertaba a cierta hora de la madrugada para hacerle cosquillas en la panza. Lo detestaba ¡siempre lo dejaba adolorido después! Cada que venía no podía tener una buena noche de sueño, era horrible.
Pero esa noche había algo distinto, Yugi no se quedo con los bracitos cruzados. Ya no más. Así que por esa ocasión se quedo despierto, acurrucado en su sabana y usando su pijama de estrellas favorita. Abrazando a su teddy y mirando fijamente, con esos enormes ojos violeta claro, su reloj. Espero, espero y espero hasta que las manecillas marcaron las dos de la mañana. Escucha las viejas visagras de la puerta abrirse de par en par, observo con asco mal disimulado al hombre bajo el umbral. El fétido aroma a alcohol barato causaba que arrugue su nariz en descontento, le ve avanzar hasta su cama dando pequeños traspies.
—Yuuuuchan—Le llama, alargando su nombre con tono de burla,—es hora de tus cosquillas. Se bueno y alza tu camisita por mi.
—¡No!—Yugi se sienta en su cama, con una mueca de enfado evidente en su dulce carita—, Le conté a mi amigo lo que haces. El me dijo que si vuelves a hacerme algo ira por ti.
—Qué…—Aquel hombre enfermo empieza a reirse del pobre niño. Pensó, obviamente, que el pequeño hablaba de uno de sus compañeros de clase,—¿y qué? Ni que estuviera aquí para evitarlo.
El pequeño Yugi iba a reprochar, pero aquel sujeto pone su palma contra su boca. Ahogando su voz, entre risas asquerosas empiezan a acariciarlo por debajo de la tela de su pijama. Buscando como quitarla.
—Ahora se un buen niño y deja que tu papi te haga cosquillas…
Yugi aprieta los párpados con fuerza. Las lágrimas amenazan con salir por sus ojos, el miedo se apodero de su pequeño cuerpo mientras aquel sujeto tan retorcido colocaba sus manos bajo la elástica de su pantaloncito. Aunque gritase, su voz era ahogada por la enorme mano del adulto. Se odio a si mismo, ser tan pequeño, tan indefenso…
Nuevamente se escucha el rechinar de viejas bisagras , fue lo único que hizo detener a ese hombre. Pálido y con el ritmo cardíaco acelerado, pensó que su pareja se había despertado. Pero al voltear no encontró a nadie en la puerta del cuarto, más si notó que el closet estaba abierto, dejando ver el abismo oscuro dentro de este. El hombre suspiro con alivio, vuelve la cabeza al niño para continuar su labor.
…GRrGrRrr…
Escucha un gruñir. Un gutural y bestial sonido provenir de sus espaldas, seguido de otro que solo pudo describir como huesos o cartílagos que se rompen. Voltea, guiando la cabeza hacia el closet.
Una criatura se asomaba. Algo tan alto que casi rozaba el cielo razo del techo. Más negra que la penumbra misma, eso tenía ojos. Ojos de un color semejante a la escarlata más pura. Una cara alargada, cuya boca se abría más de lo humanamente posible. Aquello le observa en silencio, de pie pero con el cuerpo curvado como una C al reves. Sus brazos, tan flacos y largos que rozaban el piso. Se mueve retorciendo cada parte de su inhumano ser, haciendo sonidos horribles, gruñía y gorgoteaba con su boca. Parecía que solo hecho de caminar causaba que sus huesos se quebraran.
El tipo se había orinado encima del puro susto, estaba quieto, incapaz de creer lo que veía. Por su parte el pequeño Yugi seguía atrapado entre sus brazos, el niño parecía más aterrado del hecho de tener a ese gorila encima que de aquella cosa que salió de su closet. El infante logra quitarse la mano de la boca y lo aparta empujones.
—¡No me toques!—Grita sollozante, arrastrándose lejos de su alcance.
El grito del niño parece haber alertado a <eso> pues aquella cosa grito. Su grito sonaba como cientos de voces chillando de horror y dolor, el maldito hombre reacciona saltando de la cama para correr a la salida. Pero esa cosa lo atrapa y lo arrastra, sus garras se clavan en la ropa de este sujeto atravesando su piel mientras lo lleva a fuerzas al closet. El tipo intentaba gritar pero el sonido no salía de su boca. Como si <eso> le hubiese robado la voz, mientras es llevado a las entrañas del armario, la criatura deja escapar una frase, un suspiro sin aliento que apenas era coherente.
[QuEe lE hIcIstE A MiIIiii Y u G i]
La puerta del armario se cierra de portazo. El pequeño Yugi solo pudo observar todo lo que paso desde un rincón de su camita, se abraza con fuerza a su teddy esperando en ese lugar, viendo fijamente el closet. Esperando que la puerta se abrirse y que ese hombre horrible volviera para tocarlo con sus manos pegajosas y ese aliento pestilente.
Estuvo mucho tiempo esperando allí. Pasada una hora u hora media, la puerta si vuelve abrirse. De las profundidades del closet se asoma la cabeza de <eso> y cruzan miradas silenciosas. Le ve avanzar hasta su cama, se coloca a los pies de esta.
—…¿El va a volver?—Se anima a preguntar el pequeño.
<Eso> niega con la cabeza.
—Entonces ¿ya no volvera a hacerme daño?
<Eso> vuelve a negar.
—¡Que alivio!—el infante sonríe con cariño, se acomoda en su cama—¿me arropas?—La criatura solo extiende su mano para tomar la sabana y así cubrir el cuerpecito del niño,—muchas gracias Yami. Me ire a dormir ahora—el infante deja escapar un suave bostezo—Buenas noches, te quiero mucho.
<Eso> esboza algo parecido a una sonrisa y acaricia la cabeza del niño.
[YoOo TaMbIeN tE qUiErOo.]
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Ideas sueltas. (Colección de Oneshots)
FanfictionOneshots principalmente puzzleshipping. parejas adicionales: Rivalshipping Puppyshipping Starshipping. acepto sugerencias, too. un besito ❤ @Yu gi oh le pertenece a Kazuki Takahashi y Konami. Ninguno de sus personajes me pertenece.