Cap 1

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En Madrid, en el hotel Villa Aguamarina, se celebraba el quincuagésimo aniversario de su apertura

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En Madrid, en el hotel Villa Aguamarina, se celebraba el quincuagésimo aniversario de su apertura.

La cocina del establecimiento funcionaba a un ritmo infernal. Los cocineros terminaban sus minimalistas creaciones dispuestos a deleitar a todas las personas
que lo pasaban bien en el evento, mientras los camareros sacaban sin parar una bandeja tras otra.

-Hummm, qué rico... ¿Que es esto? -preguntó Melody a Triana.

-Ternera blanca con chocolate. ¿Verdad que está bueno? -La joven asintió a la
vez que se metía un trozo en la boca; su amiga la reprendió-

-Vamos, deja de probarlo todo, que te van a pillar.

-Dios... está riquísimo!! - En ese momento uno de los encargados abrió una puerta y se quedó mirando a las dos chicas.

Con cautela, ellas pasaron junto a él y cuando éste se alejó lo suficiente, Triana murmuró.

-Te lo dije... Te advertí de que te iban a pillar.

Al escuchar aquello, Melody sonrió. Tragó con rapidez y salió al salón dispuesta
a repartir aquel estupendo manjar.
Melody era relativamente nueva en aquel hotel, aunque no en ese trabajo, y atendía a todos los comensales con una bonita sonrisa en el rostro. Por norma ni se fijaban en ella, Sólo se centraban en la bandeja que llevaba en las manos y en comer, comer y comer, como si el mundo se acabara o en su casa no hubiera nada en la nevera.

Cuando la bandeja ya estaba medio vacía, al volverse vio a un hombre con un traje gris oscuro que escuchaba muy concentrado en lo que el otro comentaba.
Era muy alto, de pelo oscuro, elegante en su manera de vestir y con unos sensuales rasgos masculinos, aunque para su gusto, demasiado serios.

Durante un buen rato lo observó mientras se preguntaba si sabría sonreír.
Poco después, y sin querer evitarlo, Melody pasó innumerables veces por su lado, con la esperanza de que la viera, pero él no lo hizo ni en una sola ocasión.
Ella regresó a las cocinas. Parecía incómodo entre la gente.

Tras salir de nuevo a la sala, cargada con otra bandeja, esta vez de minirrollitos de primavera, se acercó con decisión a él. Sorprendentemente, el amigo del hombre elegante le guiñó un ojo con complicidad para llamarla y la muchacha se acercó con la bandeja para ofrecerles su contenido.
Con una sonrisa se sirvió un rollito, mientras que el caballero que a Melody le
atraía ni siquiera la miró, ni tampoco cogió nada de la bandeja. Eso la desmoralizó y cuando se alejaba, escucho que el amigo risueño, comentaba.

-Es linda la camarera, ¿no crees? - Eso la hizo sonreír. ¡Se habían fijado en ella!

Su nuevo y moderno corte de pelo, rapado por un lado de la cabeza y largo por el otro, estaba causando furor entre sus colegas, pero su sonrisa se congeló cuando escuchó una voz ronca que decía en español con cierto acento extraño.

𝐶𝐴𝐹𝐸 𝐶𝑂𝑁 𝑆𝐴𝐿.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora