Cap 15

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Embobados, todos los que estaban oyendo entonar esa bonita pieza a aquella mujer de unos cuarenta años, acompañada sólo por la guitarra de su compañero, se movían lentamente al compás de la música

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Embobados, todos los que estaban oyendo entonar esa bonita pieza a aquella mujer de unos cuarenta años, acompañada sólo por la guitarra de su compañero, se movían lentamente al compás de la música. Aquella romántica canción era una maravilla y, cuando Dimash oyó a Melody canturrearla, le preguntó:

—¿Conoces este tema? — Ella asintió.

—A mi padre le encanta esta canción. Le regalé un disco de música Mexicana que salió hace unos años y la interpretaba Pedro infante. Si mal no recuerdo, creo que se llama Historia de un amor.

—Y con gesto pícaro, propuso— ¿Bailas conmigo, Dimash?

Dimash la miró y rápidamente negó con la cabeza. Pero ella, sin hacerle caso, lo abrazó y mirándolo a los ojos, comenzó a bailar lentamente y al final él la siguió y sonrió. Melody lograba hacer con él lo que se proponía. Un par de segundos después, otra pareja que había a su lado los imitó y tras ellos, otras; divertida, Melody murmuró:

—Ves, Dimash. No pasa nada. La gente baila, se besa y se ama libremente manifestando sus sentimientos y nadie se escandaliza por ello. Y, si lo hacen, ¡es su problema, no el nuestro! — Dimash sonrió. Sin duda ella tenía razón; la contempló mientras la abrazaba y bailaban en plena calle, y exclamó:

—Melody la Loca, ¡eres increíble! — Cuando la canción terminó, todos aplaudieron y Melody, al ver que aquella pareja vendía un cedé, le preguntó a la mujer si en él se incluía aquel tema.

—Sí, cariño. Está en la pista número tres —respondió. — Feliz por saberlo, Melody abrió el bolso, sacó su monedero y lo compró. La mujer, encantada, al entregarle el cedé le dijo, mirándola:

—Gracias, jovencita. —Luego observó a Dimash y añadió— Gracias, señor. —
Dimash, con una sonrisa, asintió con la cabeza y cuando se alejaron de ella, Melody le entregó el cedé y le dijo:

—Toma. Para que cuando estés en Kazajistán te acuerdes de mí. —  Aquel detalle a Dimash le tocó el corazón. Ella, al igual que él, pensaba en su marcha, en que pronto se tendrían que separar, pero no decía nada. Aquello era algo que debía solucionar. Pero no sabía cómo. No resultaba fácil.
Encantado con aquel gesto, cogió el cedé que ella le tendía y tras besarla en la boca, murmuró emocionado:

—Gracias, cielo. — Aquella demostración de afecto la hizo sonreír y se mofó.

—Oh, Dios!!. ¡¡Qué fuerte!! Te estoy echando a perder. ¡¡Me has besado en la calle!! ¡¡Qué escándalo!! — El comentario hizo reír a Dimash.

—Bésame otra vez. Lo necesito — exigió cogiéndola entre sus brazos. Lo hizo entusiasmada y cuando separó su boca de la de él, lo despeinó y soltó:

—Me gustas mucho. Quizá demasiado, Dimash. — Ambos se miraron a los ojos y Dimash, consciente de lo que había dicho, para romper aquel momento de ñoñería pura y dura, preguntó:

𝐶𝐴𝐹𝐸 𝐶𝑂𝑁 𝑆𝐴𝐿.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora