El lunes, cuando llegó a trabajar, él no estaba esperándola donde siempre.
Eso le hizo saber que lo que pensaba era verdad. Él ya no quería ni verla. Se lo
comentó a Triana y ésta se apenó por ella. Triana aún creía en los cuentos de
princesas. Lo mejor era continuar con su trabajo y olvidarse de todo.
Definitivamente aquélla era la mejor opción.Pero cuando lo vio entrar en el restaurante del hotel, sin poder remediarlo y armándose de valor, llenó una taza de café, le echó azúcar y cuando vio que se sentaba a una de las mesas junto a las grandes cristaleras, se plantó ante él y cuchicheó al ver que nadie los podía oír.
-Espero que lo pasara tan bien como yo, señor. Y tranquilo, ya capté el mensaje. No seré una molestia para usted. - Él la miró. Dimash, que durante el domingo había hecho esfuerzos sobrehumanos para no llamarla a pesar de haber leídos sus mensajes, dijo.
-¿Qué mensaje has captado?
-Mirándolo con cierto recelo, afirmó.-Seré joven, pero no tonta, y sé cuando alguien, tras conseguir su propósito,
no quiere saber nada más. - Incrédulo porque ella pensara eso, sin importarle si alguien lo oía, aclaró.-Pues siento decirte que yo no te he lanzado ese mensaje. Si no te llamé ni
contesté tus mensajes fue para darte espacio, porque no quería agobiarte. Y no
quiero hacerlo, porque deseo volver a verte. Anhelo poseerte otra vez, me vuelvo
loco por volver a tenerte desnuda entre mis brazos, pero sólo te pediré una cosa:
no vuelvas a irte de mi cama sin avisar. ¿Captas ese mensaje?Sorprendida pero encantada por lo que acababa de decirle, lo miró; él, al comprobar su desconcierto, preguntó al ver la taza que le tendía.
-¿Crees que debo fiarme de este café?
-Con una encantadora sonrisa, Melody asintió con la cabeza. Dimash, sin apartar
los ojos de ella, lo cogió, se lo llevó a la boca y dio un trago. Cuando sus labios se separaron de la taza con una sugerente sonrisa, susurró.-Gracias, Melody. Es tan exquisito como tú. -Congestionada por el mar de sentimientos que bullían en su interior, sonrió y se alejó. Minutos después, se acercó hasta su amiga Triana y murmuró.
-Quiere volver a quedar conmigo.
-Aiss, qué mono!!...
Juntas entraron en las cocinas con varios platos en las manos. Una vez que los hubieron dejado en el fregadero, salieron a una terraza trasera para fumarse un cigarrillo y Triana preguntó.
-¿Realmente qué es lo que pretendes con él, además de tirártelo otra vez?
-¡¿Yo?!
-Sí, tú. -Mientras se retiraba un mechón de la cara, Melody dio una calada a su cigarrillo y tras expulsar el humo, respondió.
-Simplemente quiero pasarlo bien con él. Nada más. - Triana se carcajeó. Aunque Melody no lo admitiera, ese hombre le gustaba. Se le veía en la cara. Divertida, cuchicheó.
-Es un bomboncito. Tan alto, tan educado, tan perfecto...
-Tan anticuado en el vestir -se burló suspirando. Triana movió la cabeza y murmuró.
-No es anticuado, Melody. Es sólo que tiene una edad en la que no se va con pantalones cagados, ni gorras ladeadas, cielo. Ese hombre es un caballero Kazajo y no sólo en el vestir; sinceramente, reina, los trajes le sientan mejor que al mismísimo George Clooney.
-Triana, ¿te encuentras bien? -Se guaseó Melody tras oírla, pues Clooney era lo máximo para su amiga.
-Oh, sí... perfectamente. -Suspiró- Sólo pienso que ése es el tipo de hombre que me encanta, pero nada... ¡se prendó de ti!
-Alegre por el comentario, Melody soltó una carcajada y dijo para jorobarla.-Es tremendamente ardiente en la intimidad.
-Eso... Tú ponme los dientes largos, jodía.
-No pudieron continuar. El jefe de sala apareció, les recriminó su pérdida de tiempo y ellas rápidamente, entre risas, regresaron a sus trabajos.
Esa noche, Dimash y ella se volvieron a ver. La recogió en la puerta de su casa y juntos se dirigieron directamente hacia el ático de la calle serrano. Esta vez Dimash comenzó a besarla en el ascensor y en el descansillo de la vivienda ya estaban medio desnudos. La noche fue ¡colosal!Así pasaron una semana. Se veían todas las noches en el piso y hacían el amor de todas las formas y modos posibles. Nada los paraba. Eran insaciables. Dos guerreros del sexo, y como tales lo disfrutaban. Pero los días se sucedían rápidamente y Melody, intranquila, no quería preguntarle por su marcha. Él vivía en Kazajistán y ella en Madrid, y tarde o temprano el día de su partida llegaría; sólo con pensarlo se le encogía el corazón.
¿Qué iba a hacer sin él?
El jueves, día en el que ella libró, lo dedicaron a hacer algo de turismo fuera
de Madrid. Melody lo recogió en la puerta de su casa con Paco para llevarlo a Toledo. Estaba segura de que aquel lugar lo enamoraría y quería enseñarle ese mágico y maravilloso paraíso.Visitaron el Alcázar, el Museo Sefardí, la Puerta Bisagra, el Museo del Greco.
Todo. A Dimash le encantó absolutamente todo. Aquello era cultura viva.
Mientras caminaban por las empedradas y estrechas calles del mágico Toledo, Melody vio a una pareja de músicos callejeros y tirando de Dimash, llegaron hasta ellos.Abrazada a él, escuchaba cantar a la chica. La letra mencionaba un amor eterno, para toda la vida.
⭐ = Actualización.
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𝐶𝐴𝐹𝐸 𝐶𝑂𝑁 𝑆𝐴𝐿.
FanfictionMelody es una joven moderna y extrovertida a la que le encanta salir con sus peculiares amigos. Aunque no es el trabajo de sus sueños, se gana la vida como camarera en el restaurante del hotel Villa Aguamarina de Madrid. Un día, a la salida de una f...