Cap 7

169 27 4
                                    

A la mañana siguiente, cuando Melody llegó a trabajar tras una noche en la que no había pegado ojo por lo ocurrido, lo vio sentado donde estaba cada mañana y lo saludó con un gesto de cabeza, pero esta vez no le sonrió

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A la mañana siguiente, cuando Melody llegó a trabajar tras una noche en la que no había pegado ojo por lo ocurrido, lo vio sentado donde estaba cada mañana y lo saludó con un gesto de cabeza, pero esta vez no le sonrió. No estaba para risitas y menos con él.

Dimash, que tampoco había pasado una buena noche, al ver su reacción se levantó y la saludó.

—Buenos días, Melody.

—Buenos días, señor — La voz y el saludo de la muchacha eran distantes. Eso le dolió y Dimash murmuró.

—Lo siento. Me equivoqué — Al oírle decir eso, Melody asintió y sin ganas de confraternizar con él, dijo.

—Mire, señor, no se lo tome a mal, pero es mejor que deje las cosas como están o el café con sal que le serví el otro día se va a quedar en nada comparado con lo que le puedo dar hoy.

Dicho esto y con brío, se alejó de él y diligentemente se puso a trabajar. No
quería verlo. Estaba muy enfadada. Dimash, al ver aquello y atado de pies y manos, se dio la vuelta y salió del restaurante. No quería montar un numerito ante todos los trabajadores.

 No quería montar un numerito ante todos los trabajadores

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Un buen rato después, el jefe de sala de Melody la llamó.

—Lleva una bandeja con una cafetera y una jarra con leche al despacho del señor Kudaibergen — Con la intención de quitarse aquel marrón de encima, respondió.

—Señor Seok Jin, estoy liada con las mesas. ¿Por qué no se lo pide a otra camarera? — Su jefe, mirándola, insistió.

—El jefe se va en una hora para el aeropuerto y quiere café. ¡Vamos,
llévaselo!

Tras resoplar por la orden recibida, la chica cogió una bandeja, puso lo solicitado y fue hacia el despacho de Dimash. Al llegar, la secretaria le guiñó un ojo y Melody llamó a la puerta, entró y sin mirar hacia la mesa, dejó la bandeja en la mesita donde otro día había dejado la comida y anunció.

—Aquí tiene lo que ha pedido, señor—Rápidamente se dio la vuelta para salir, pero una mano la sujetó del brazo y oyó decir.

—Mírame, Melody.

𝐶𝐴𝐹𝐸 𝐶𝑂𝑁 𝑆𝐴𝐿.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora