Cap 16

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Aquella noche, tras un maravilloso día en Toledo, cuando regresaron a Madrid Dimash propuso ir a cenar a algún restaurante, pero Melody se negó

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Aquella noche, tras un maravilloso día en Toledo, cuando regresaron a Madrid Dimash propuso ir a cenar a algún restaurante, pero Melody se negó.
Pedirían unas pizzas por teléfono. Ya estaba cansada de que todas las mujeres lo mirasen y necesitaba sentir su posesión.

Como era de esperar y ella deseaba, en cuanto se desnudaron el Dimash dominante y exigente resurgió y cuando le abrió las piernas a su antojo para hacerla suya, Melody no se resistió y lo disfrutó.
Tras un buen maratón de sexo en el que jugaron hasta saciarse, a las tres de la madrugada, Dimash, con pesar, la llevó hasta su casa. La despidió en el portal con un beso y quedó en verla al día siguiente en el hotel.

Por la mañana, cuando Melody llegó a su puesto de trabajo, encontró a sus compañeras revolucionadas

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Por la mañana, cuando Melody llegó a su puesto de trabajo, encontró a sus compañeras revolucionadas. ¿Qué les ocurría?
Poco después supo el porqué.
Todas estaban entusiasmadas por el cambio físico que el hijo del dueño del hotel había dado. Sin duda, aquel Dimash actualizado llamaba escandalosamente la atención y las volvía locas.

Durante horas oyó a sus compañeras hablar de él, mientras Triana la miraba y le sonreía. ¡Si ellas supieran! Sin decir nada, las oía suspirar y se mordía el labio cuando alguna insinuaba que se haría la encontradiza con él en los pasillos.

A media mañana no pudo más y cogiendo una bandeja con café y una taza, subió a su despacho.
Cuando la secretaria la vio aparecer, sonrió y le indicó que podía pasar.
Golpeó con los nudillos en la puerta y abrió. Cuando él la vio entrar sonrió.

—¿A qué se debe esta agradable sorpresa —le preguntó mientras se levantaba.

Melody, al verlo vestido con aquellos vaqueros y una simple camisa negra,
entendió el motivo de la revolución y suspiró. Mientas dejaba la fuente sobre la
mesa, murmuró para que la secretaria no los oyera:

—Si me entero de que miras a otra compañera con ojitos o que…
—Pero no pudo decir más. Dimash se acercó a ella y la besó hasta dejarla sin resuello; al acabar el beso, susurró:

—Te dije que sólo tengo ojos para ti; ¿lo has olvidado, cariño?

Feliz por aquella aclaración, lo besó hasta que un ruido los alertó y se separaron inmediatamente.
Un par de segundos después, se abrió la puerta del despacho y entró Lara en él, junto al padre de Dimash. Aquella despampanante mujer, sin reparar en
Melody, lo miró y preguntó:

—Pero, Dimash, mi amor, ¿eres tú?

Oír que lo llamaba de aquella manera a Melody le revolvió el estómago y sin poder evitarlo, vio cómo la ex se acercaba hasta él y poniéndole los brazos alrededor del cuello, murmuraba:

—Si ya eras atractivo, ahora estás terriblemente tentador y seductor.

« Te arrancaría los brazos y después la lengua, perra» pensó Melody justo antes de oír al padre de Dimash decir:

—Dimash, ¿qué haces vestido así?
—Sin querer permanecer un segundo más allí, la joven intervino:

—Si no desea nada más, señor, regresaré a mi trabajo.

Sin mirar atrás, salió de la habitación todo lo rápido que pudo, sin saber que Dimash la había mirado deseoso de que no se marchara.
A la hora de la comida, mientras servía en el restaurante, vio a la imbécil de Lara llegar del brazo de Dimash, junto a los padres de ambos. Melody los miró.
Y por el gesto de Dimash supo que éste estaba bastante molesto. Es más, parecía
enfadado.
Los cuatro se sentaron a una mesa y Melody, acercándose a su compañera
Triana, le pidió que le cambiara la zona de servir. No quería verlos ni atenderlos.
Sólo quería desaparecer. Triana, al entender lo que ocurría, asintió y fue a
servirles.
Cuando Melody huyó del comedor, rápidamente salió a la terraza trasera y se
encendió un cigarrillo. Lo necesitaba. Saber que aquella mujer tan sobona y estúpida había estado todo el día con él le provocó un ataque de celos tremendo; en ese momento, su teléfono sonó. Había recibido un mensaje.

«¿Dónde estás?».

Era él; molesta, respondió: «Fumando».

En el comedor, mientras oía hablar a su padre y a aquellos dos, Dimash miró
su móvil y rápidamente contestó:
«No me gusta que fumes. ¿Dónde estás?».

Melody, sin querer decirle dónde se hallaba, estaba pensando qué responder cuando recibió otro mensaje que decía:
«Si no me lo dices, le diré a Triana que te busque y te traiga ante nosotros».

Al leer aquello, la joven blasfemó y contestó: «Si haces eso, no me volverás
a ver en tu vida».

Incómodo por no poder hablar con ella, Dimash finalmente se disculpó y tras
decirle algo a Triana, mientras caminaba hacia su despacho escribió: «Te quiero en mi despacho en tres minutos o yo mismo te iré a buscar».

Melody miró hacia los lados. ¿Se había vuelto loco? Sin moverse, continuó fumando; recibió otro mensaje que ponía:
«No hagas que mi yo más maligno salga. Ven al despacho ¡ya!».

En ese instante apareció Triana, que la miró angustiada, y Melody dijo:

—Vale… vale… ¡Iré!

—Vale… vale… ¡Iré!

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⭐= Actualización.

𝐶𝐴𝐹𝐸 𝐶𝑂𝑁 𝑆𝐴𝐿.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora