parte sin título 30

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   Mi vida había cambiado en éstos últimos días... Había cambiado tanto. Siempre había soñado con formar mi propia familia y tener un cálido hogar.

—Ya llegó, Scar. Apresúrate, no la hagas esperar.

—Un segundo, mamá.

Recogí mi cabello en una ortodoxa cola de caballo; dejando dos mechones a cada lado de mi rostro. La cicatriz, por primera vez, estaba a la vista.

—Nos vemos después.

Dejo un beso en la cabeza de mi madre; me dispongo a salir cuando noto una presencia en el marco de la puerta, sonrío.

—Te ves muy bonita, hija.

—Solo es ropa deportiva, mamá.

—Eso no quita que te veas bonita.

—Como tú.

Toco su nariz y me dirijo hacia la puerta:

—Hola.

Digo; y valientemente rozo mis labios con los suyos.

—Hola.

Una sonrisa se forma en sus labios.

—Vamos, qué esperas. Llegaremos tarde.

Salgo de casa saltando los peldaños que hay hasta la calle;

—Pero si la que se demoró ésta vez has Sido tú.

Mi picardía.

—Pero te estás tardando tú, venga que te estoy esperando.

Me recuesto en su coche y la veo llegar a mí.
Sus manos quedan a mis lados y se acerca lento; su lengua pasa por mis labios y se retira centímetros. Corre el mechón de mi cabello y deja besos a lo largo de mi cicatriz.

—Sube.

Estoy incómoda.

—Tranquila.

Su mano sobre la mía hace que sienta paz. Y el leve temblor que sentía ya no está... ¿será que una buena intención tenga tanto poder? Deja de ser tan estúpida, Scar. me golpeo mentalmente.

—¿Que pasa en esa cabecita?

—Demasiadas cosas.

—¿Lo quieres compartir?, Quizás no pueda ayudarte. Quizás sí, no sé. Pero al menos te sentirás más liviana. Quiero que sepas que en mí; tienes, algo más allá de todo, a una amiga. Alguien que te va a cuidar siempre y va a estar acá, porque sé lo que estar solo, sin tener realmente a alguien.

Siento curiosidad en su vida; quisiera saber cada parte de su historia, vivencias, anécdotas. Quiero saber hasta su factor sanguíneo. Me río sola de mis ocurrencias, para no asustarme de lo loca que estoy. 

—Gracias, gracias, gracias. No sé cómo agradecerte... honestamente.

La miro: El sol le da en la mitad del rostro y la hace ver perfecta... estoy atrapada, mi corazón se acelera al observar a tal diosa. Voy bajando y veo sus labios; tan apetitosos, humectados, suaves y rojos. Agh, me lleva el diablo.

   Nos detuvimos en un semáforo, y ya no sé cómo retener las ganas de besarla. 

—Oye...

Llamé su atención pero al voltearse, me avanlanzo a su boca

—Mmmmh...

Fue lo único que logró articular.

 Nuestros labios son piezas de rompecabezas perfectos, encajan perfectamente. Siento la suavidad y calidez de los suyos en los míos, y no quiero dejar jamás esa boca tan deliciosa que tiene, ni dos doritos después, un claxonazo chillón nos obligó a separarnos. Me acomodé en mi asiento y no dejé de ver por la ventanilla.

Me enojé.

Porque justamente tuve que ir a besarla ahí, ahí, ahí donde nos separan para avanzar. ¿Acaso no pude esperar? obviamente NO, pero agh.

—¿Por qué pienso que tienes una lucha interna?

—No es nada.

—No te creo, pero lo dejaré pasar.

La veo elevando mi ceja, obviamente no me miraba, pero sabía que sabía que lo hacía.

—No me veas así.

Acentúe el hecho, pero la ignoré el resto del camino.

...

—Cena conmigo hoy

Continué con mi rutina e hice caso omiso a lo que dijo.

—Tú, no me ignores.

me ve acusatoriamente

—¿Sabes lo que no es justo?

—Dime.

—Que no haya calentado bien y que ahora me duela el gemelo derecho.

Intenta no reírse, pero falla olímpicamente.

—No te atrevas.

Pero decir ello solo fue un detonante para que estallara en una tremenda carcajada

—No acepto la cena.


Enamorada De Mi Profesora De La Universidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora