Mis manos temblaban y no sabía para dónde salir a correr.
Al final, no corrí. Me quedé y bien quedado. Suspiré y miré hacia el cielo, el día estaba muy hermoso. El cielo azul, la brisa proveniente del mar, el sol quemando mi piel. Sentí con mis manos la arena y jugué en ella con la mirada perdida en ese azul que me da tanta paz.
—Una limonada por tus pensamientos.
Tuve una piloerección que me recorrió desde la cabeza hasta la punta de mis pies.
—Te acepto la limonada, pero no te doy mis pensamientos. Respondí sin verla.
—Que ocurrente eres.
El silencio quedó, sobreviviendo al tiempo en que no quedamos nosotras. Nunca hizo falta hablar tanto, siempre entendimos todo sin la palabra en voz alta.
Bebí de la limonada quedándome con el sabor agrio del limón en mi boca.—Sigues muy bonita.
—Por supuesto, nunca he sido fea.
—Lo sé.
—¿Por qué has vuelto?
—Quería ver el mar, pero el mar se ve solo contigo.
Y fue lo que necesite para chocar mi mirada con la suya, tan profunda como quería sentir sus dedos dentro de mí.
Impactó sus labios con los mios.
Y fué todo para mí vida... Era lo que añoraba, lo que quería, lo que necesitaba todo éste tiempo donde la felicidad solo venía unos momentos. Cuando la amargura me consumía desde aquellos días vividos con ella, desde ahí, jamás he vuelto a ser la misma.
Mi cuerpo le pertenecía, apenas la escuché y ya me había mojado, no quería admitirlo, pero ella tuvo y tiene control sobre mí.
Su lengua sin previo aviso ingresó en mi boca, explorando cada centímetro.–Te he extrañado tanto...
–Siempre he estado cerca.
–Mmm...
...
–También te he echado de menos...
–Lo sé.
Otra vez el silencio abundó. Pero era un silencio para nada incómodo, un silencio necesario, tanto, que agarró mi mano, nos levantamos y se puso detrás de mí en ese momento. No sé en qué momento se hizo de noche, ni tampoco había sentido el frío sino hasta ahí.
–Gracias.
Dije escapándome el pensamiento–No me agradeces la limonada.
–Gracias por volver.
Los días transcurrieron conmigo felices, lo notaron todos en todas partes. Ella era lo más lindo de mi vida, yo la amaba, pero me amaba más al amarla a ella. Es lo que hace el sano amor, lo que no le hace sano, es que ella se toma sus viajes de desaparecer. Algo me decía que estaba muy pronta a hacerlo de nuevo, que no iba a quedarse.
No pude evitar entristecerme, y que una lágrima rodará sobre mí mejilla.–Las niñas bonitas no lloran.
–No estoy llorando. Tuve una fuga.
–Un beso por tus pensamientos.
–Que sean dos.
Sus labios envolvieron suavemente los míos... Tanto que no pude evitar llorar. Lloré de tristeza, lloré porque la extrañé. Lloré porque estaba enamorada hasta los huesos. Lloré porque se desaparece. Lloré porque mi corazón decía que lo iba a hacer de nuevo. Lloré porque no quería estar sin ella.
Me aferré a su pecho y lloré.
Faltaba poco para salir rumbo a la universidad. Pero yo solo lloré.
Me abrazó en silencio, ella sabía, nunca tuve que decirle absolutamente nada, siempre lo supo.–Te amo.
Escapó de su boca. Corté el llanto en seco y la miré. Su miraba estaba por sobre mí, esos ojos color...
–Te amo. Por eso estoy aquí. Por eso vine hasta aquí. No fue ni es lo mismo desde aquel primer beso. Solo espero que ésto que te estoy diciendo, no arruine nada entre nosotras. Ya que todo es perfecto. Estando tú así, aquí conmigo. Tenerte desnuda donde estas tan frágil y yo te protejo, me hizo darme cuenta que regresé porque la amargura me consumía desde que no estaba contigo y tenía que solucionarlo.
Sus ojos profundos estaban acuosos. Es increíble como el mar puede entrar en un mate. Cómo Unforgettable es realmente inolvidable en todos los idiomas en que se le antoje decirme.
–Te amo, te amo, te amo, te amo.
No pude aguantar la emoción en decirle mientras le llevaba de besos. Es tan besable.
–Gracias por haberte sincerado así conmigo. No te vuelvas a ir. No quiero estar sin tí ningún momento más.
Me sinceré ante ella también y fue lo mejor que pude haber hecho hoy.
Muy contenta acudí a la universidad. Desde que el coche posó en la entrada, todos nos miraban y cuando bajé, para que decir que de nadie me escapé.–Eeeh... Rubía.
Escuché a lo lejos a Scar. La esperé y nos saludamos. Ella posó su mano en mi cintura al darme un beso en la mejilla a modo de saludo. Al toque sentí vibrar mi celular y sonreí. Era un saludo normal en Argentina. No noto la diferencia aquí.
–¿Cómo has estado?
Le pregunté.
–Muy bien, no he tenido tiempo para pensar.
–Eso es algo bueno, ¿No?
La miré y ella sonreía de medio lado.
–Aaaaaah. Mierda, sos una picarona.
Y no aguantamos la risa.
–Quiero detalles.
Le exijo, a lo que sonríe y asiente.
–Cuando te den permiso, te los doy. A mí no me engañas.
–Ni siquiera intentaba hacerlo.
Achinó sus ojos para verme.
–Si te suben la nota, ya sabré.
Dijo a modo de chiste a lo que me codea en carcajada.
–Si te pasas, rubia. Lo mismo diré en cuanto saquen un libro de tí.
Me dice sin prestar atención. Pero no entendí.
–¿Cómo?
–¿Qué? Te apareces con semejante escritora y ¿no te hace un libro?
"Semejante escritora" "Semejante escritora"
Río cómo respuesta en no sé. Pero es que realmente no sé.–No te hagas conmigo. Puedo aprovechar a que me de su autógrafo. Me interesa eso y tu historia también.
Entramos a clase y teníamos química, así transcurrieron las horas hasta que recordé que tenía mensajes.
_Que saqué su mano de ahí. Es solo mio"_
Sonreí en respuesta y guarde nuevamente el celular. Me hacía bien y estaba. ¿Qué más podría pedir?. Saber a qué se dedicaba y su nombre. Importante. Me acarició el cérvix y no sabía su nombre ni de casualidad.
Al salir, ella me esperaba, así que me salí antes que todos solo para irme con ella y seguir aclarando puntos.–Me rompiste el himen, me acariciaste el cérvix y aún no sé tu nombre.
Fue lo primero que se me salió. Se puso roja y se rió.
–¿¿Qué??
Fue más una reacción que una pregunta.
–¿Puedo repetir todo eso que has dicho?
–Si. Pero no seas golosa. No sabes cómo me mojas. No obstante, me cambias el tema.
–No lo hago, es que eso es más importante.
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Enamorada De Mi Profesora De La Universidad.
Novela JuvenilLa vida nunca es como se espera, da cada golpe que ni siquiera podemos imaginar. Para Jess Schneider, ese golpe será Scarlett Miller, su alumna del primer año de carrera. Se dice que la maldad tiene magnetismo. En este caso abra atracción entre l...